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Viernes, 07 Septiembre 2018 19:59

True Blood: Se cumplen 10 años del estreno en HBO. Reseña especial sobre la trayectoria de la serie, cuyo arranque fue memorable.

  • El 7 de septiembre de 2008 se estrenaba en HBO la serie 'True Blood', que llegó a su final como la tercera serie más vista del gigante de transmisión.
  • Creada por Alan Ball a partir de la serie de novelas The southern vampire mysteries, de Charlaine Harris, la serie fue perdiendo seguidores, y también parte de su esencia, a lo largo de las 7 temporadas emitidas.
  • El final de la serie sorprendió a todos sus seguidores con un desenlace inesperado.
Escrito por  Publicado en True Blood

 

Inicios de la serie: una metáfora sublime

"True Blood" partía de una hipótesis, y esta no era otra que la de que los vampiros se daban a conocer en nuestro planeta, llegando incluso a ser mediáticos y establecer todo un debate nacional sobre las ventajas y desventajas de su llegada. Un argumento clásico que ya habíamos visto en otras series y películas que flirteaban, por ejemplo, con qué pasaría si unos seres extraterrestres llegaran a nuestro país.

Sin embargo, en la serie de HBO, esto servía, al principio de la serie, como excusa para detenerse y escarbar en otros temas que tenían que ver más con la realidad, con argumentos de más calado susceptibles de ser objeto de estudio en una serie de autor, como pueden ser la marginación a las minorías, el racismo y la homofobia de nuestra sociedad, lo poco abiertos de mente que son algunos, o el hecho de que todos nos podemos creer muy valientes y muy "cool" hablando de estos míticos personajes que son los vampiros, y de lo cobardes que seríamos si realmente nos los encontrásemos frente a frente.

Los vampiros conviven con los seres humanos y sus actitudes son comparables. Tanto humanos como vampiros traicionan a quienes confían en ellos, viven "chupándoles" la sangre e incluso las vísceras a sus conciudadanos con el único objetivo real de controlarles la mente y sugerirles lo que deben hacer y pensar y lo que no, y tanto unos como otros ven en una raza diferente a un enemigo y también una buena oportunidad para lucrarse, ya sea monetaria ó emocionalmente. La metáfora era sublime, y de hecho la serie nos parecía una sublimación del camino emprendido por Alan Ball en su obra maestra para la televisión "Six Feet Under"("A dos metros bajo tierra"), donde ya defendía a capa y espada a ciertas minorías.

El ser humano acostumbra a querer aprovecharse de las debilidades de los otros, y al igual que hacemos nosotros, tampoco los vampiros quieren que estos puntos débiles sean conocidos por los de la otra especie, que en esta ocasión es la nuestra. No están libres de "pecados", pero tras haber tenido una existencia humana y ahora estar "muertos" -es decir, sin todas las obligaciones que se nos presuponen a los mortales que aún vivimos-, y con la ventaja de tener toda la experiencia de una vida pasada -muchos rectificaríamos muchos errores realizados en nuestros andares por el camino de la vida-, dichas criaturas fascinantes pueden actuar según lo aprendido en lo que el gran Milan Kundera, autor de "La insoportable levedad del ser", llamaría "primer borrón" al hablar de la propia vida.

Artículo encadenado: Reseña de "La Despedida", de Milan Kundera, de alto nivel literario y rico lenguaje

Un desarrollo loco, supérfluo y poco coherente, pero siempre arriesgado

Sin embargo, con el paso de las temporadas, la serie -víctima de sus éxitos de audiencia- fue apostando por el impacto y la acción en detrimento de una coherencia que algunos le presuponimos en su primera temporada.

"True Blood" siempre corría el riesgo de no satisfacer ni a los que buscasen en ella ciencia-ficción, ni a los que buscaban más profundidad, emociones o sentimientos, y no tenía por qué satisfacer del todo a los que adoren los mitos del mundo vampiro, pues ya sabemos que estos serían muy exigentes con su mundo, pues esta es otra caracterísitica muy humana.

Por el riesgo asumido por el realizador a la hora de cambiar de estilo y temáticas, y por el hecho de querer mezclar géneros con tal antítesis como la ciencia-ficción y el drama, ya merecía nuestro respeto y atención. Pero también es verdad que, a lo largo de las 7 temporadas, hay algunas cosas no del todo bien resueltas, consecuencia de la magnitud de la apuesta emprendida, que fue demasiada grande, un poco alargada y desfasadamente ambiciosa. 

De "True Blood" siempre nos quedará el hecho de haber sido una genial y desequilibrada mezcla de realidad, ficción, argumentos normales y paranormales, y siempre recordaremos aquello de qué pasaría si en este mundo se leyeran las mentes (lo cual sirve para denunciar que si pudiéramos escuchar lo que los otros piensan en realidad, este mundo sería inhabitable) o se realizan exorcismos (elemento que metaforiza los traumas que todos llevamos dentro).

Todas estas facetas paranormales se descontrolaron con el paso de las temporadas y no solo el espectador habituado al esquema tradicional o al género dramático abandonó la serie, sino que los que en su momento la entendieron y se atrevieron con ella, se vieron decepcionados cuando todas estas tramas fantásticas no hacían avanzar la propia historia ni nos daban enseñanzas sólidas sobre el comportamiento de los seres humanos -y no tan humanos-

Ese puntazo original de la serie no era menos profundo ni real por utilizar elementos algo fantásticos al principio, pero sí pasó a ser supérfluo a medida que veíamos más y más capítulos. Ya no quedaba todo engrasado y con un guión sólido, y es entonces cuando entiendes que esta es una serie para disfrutar más que para aprender o poder leer entre lineas y en resumen, a tener muy en cuenta para cualquier buen aficionado a las series y el mundo de los vampiros, pero que no recomendaríamos al espectador más exigente.

No podemos considerarla una gran obra de arte al final de su trayecto, aunque sí una serie ideal para todos aquellos que disfruten con series paranormales, amores vampíricos, aparición de nuevas criaturas, a cual más espectacular, y giros de guión no siempre justificables.

Un final indiferente, al más puro estilo melodrama

El final de la serie, al más puro estilo del melodrama, con Compton entregando en matrimonio a Jessica con Hoyt -con quien había retomado su relación en la sexta temporada- y con Sookie Stackhouse (Anna Paquin) arrancándole la vida con una estaca a su supuesto gran amor, el vampiro Bill (Stephen Moyer), porque "no puede renunciar a su naturaleza", nos deja más bien indiferentes. Si a esto le añadimos que Jason Stackhouse se casa y tiene hijos, Sam regresa a Bon Temps con su hijo y su esposa, Jessica y Hoyd son felices juntos y que, además, Sookie Stackhouse está embarazada -aunque nunca se logra ver quien es su nueva pareja-... a uno le dan ganas de ponerse un culebrón venezolano, que al menos no engaña.

Sí, todas las tramas (o casi todas) cerradas. Pero con eso no basta: ¿de forma satisfactoria? ¿Con un buen desarollo? Qué quereis que os diga... 

En cualquier caso, hoy se cumplen 10 años del estreno de una serie que tuvo un arranque memorable, y que queríamos recordar.


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