Viernes, 09 Agosto 2019 08:49

Sobre la OBSESIÓN por el ÉXITO SOCIAL y su PERVERSA relación con el FRACASO PERSONAL.

Escrito por  Publicado en Aquí hay tema

¿Qué es el éxito?


En principio, sería de suponer que cada uno de nosotros define el éxito de una manera distinta según nuestra persona y personalidad. Es por ello que deberíamos preguntar :"¿Qué es el éxito para ti?". 

No obstante, las reglas del juego no incluyen la casilla "pensar por uno mismo". Resulta que ya se han encargado de cavilar a nuestras espaldas y determinar lo que es el éxito. Como todo.

Como punto de arranque, siempre hay que apuntar hacia arriba (en la pirámide social): en este caso, esa obligatoriedad que nos viene marcada por la sociedad, alentada desde nuestra propia familia y macerada por la escuela (supuesto ente que cuida de nuestra educación pero que es la primera en empujarnos a la competitividad y otros pozos de ambición). 

El éxito es esa impuesta necesidad que está ahí explícita o implícita de ser un triunfador en la vida. Ante todo, habría que hacer un análisis de los "valores" que imperan en nuestra familia y sociedad, analizar el patrón, y ver si tiene algún tipo de relación con nuestro "yo" más interno. Nos sorprendería ver que todo sin excepción,  nada tiene que ver ni lo que nos dicen desde pequeños en casa o la escuela, ni lo que vemos en la televisión como modelos de éxito. Dinero, fama, imagen... Nada tiene que ver con nuestros adentros. Si tener dinero sirve para disimular la mediocridad, tener una buena imagen puede servir para disimular nuestro vacío espiritual y humanista.

Y si observamos con detenimiento que es lo que hace la gente para obtener ese éxito, nos daremos cuenta de que hay un denominador común: el patetismo. Lo peor es que casi todos estamos o hemos estado algo influenciados en algún momento. Si echamos un vistazo alrededor, observamos que impera "ser el más guapo", "el más moderno", "tener dinero, el mejor coche, la mejor casa"... y todo lleva a la misma desembocadura: el reconocimiento social, el pertenecer a un grupo y el ser adorado y reconocido. Por lo tanto, quizá sea todo esto lo que busquemos, y no exactamente el éxito. Quizá, lo que queremos en realidad, es ser queridos. Ser queridos por nosotros mismos, por quienes somos. El problema es que nunca podremos ser queridos ni comprendidos por quienes somos si tomamos como constante lo que a la sociedad le parece exitoso. Nos querrán por nuestra imagen, por nuestro dinero, por ser el más moderno, por tener fama, por tener el mejor coche, por tener la mejor casa... ¿Parece lógico, no? Lo es.

Es decir, queremos conseguir el éxito a través de unas cosas que, si lo pensamos, no sólo son muy cutres, sino que en realidad nos denigran: ¿te sientes más aceptado y admirado si tienes un buen culo? Pues felicidades. Ahí lo tienes. Cuídalo bien.

Y es que en realidad -si lo pensamos detenidamente- en lugar de hacernos triunfadores, nos convierten en seres mediocres. Sin embargo, cada día tenemos que lidiar con todos estos modelos de éxito, inagotables hasta el desaliento. Es extenuante.

¿Cómo es posible esta contradicción? ¿Será que, en realidad, no pensamos?

Pues va a ser que no. Que no pensamos.

Si tú tienes una forma de ser y unos ideales que no coinciden con los que se supone que nos darán el éxito, no los pierdas.
Si tú no tienes lo que todo el mundo en teoría tiene que tener para tener éxito y posteriormente ser reconocido o aceptado, pero te sientes bien contigo mismo, ni caso.
Puedes convertirte en un fracasado social a pesar de haber triunfado en tus propias metas personales. En este caso, aplícate el sabio refranero: "Ande yo caliente, ríase la gente".

Porque si cambias lo que realmente eres por lo que dicen que tienes que ser para tener éxito, la fórmula matemática nunca falla: no solo fracasarás, sino que te sentirás fracasad@, por más que otros te adoren para poder aprovecharse de tu talento desperdiciado. Tus padres podrán vender tu imagen y contarles a los interesados que has logrado esto y lo otro, y tú serás quien pringue y sienta el vacío

Sería bueno que cada uno mirase para adentro y analizase, interpretase o concluyese si REALMENTE ha fracasado o ha tenido éxito, pero haciendo un análisis acorde a su propio yo, a lo que realmente uno necesita y uno es.

Está claro que la autocrítica no es la especialidad del ser humano, porque reconocer errores y ser franco con uno mismo forma parte del fracaso socializado, pero es un ejercicio que toda persona debería hacer. Y nos daríamos cuenta de que, cada vez que hemos intentado tener "éxito" a través de todo aquello que nos han inoculado, en realidad siempre hemos fracasado en lo personal. Nos hemos sentido vacíos, despersonalizados y perdidos.

Sentirse bien con uno mismo y hacer las cosas de acuerdo con lo que uno realmente es, deberían ser los únicos caminos reales para valorar el éxito de cada persona. En la mayoría de casos no se llega ni a plantear esta cuestión, otros los disfrazan, algunos pierden su propia cobertura, unos pocos no dan señal, y otros muchos están completamente apagados o averiados. Pero todo el mundo se compara entre sí, y quien más quien menos, está acomplejado, influenciado y contaminado por los miles de impulsos que les van metiendo en la cabeza, día tras día, desde la rueda más tóxica habida y por haber: la educacional, social, normal.

Lo sabemos de sobra: nos crean necesidades que NO NECESITAMOS. Y este punto es muy importante aunque parezca manido y recurrente. Las personas siguen cayendo una y otra vez en el mismo error. Es fundamental partir de cómo somos por dentro, y no buscar las metas comunes de todos. Es obvio que, en el segundo caso, estaremos buscando lo que otros quieren o nos han impuesto.

Hagamos otra pequeña reflexión a través de un ejemplo inventado: pongamos, por caso, a una persona que ha superado una enfermedad mental o un problema grave, y lo ha acabado superando con éxito. Sin embargo, visto desde fuera, con el patético prisma de esta sociedad execrable en la que deambulamos y vagabundeamos, alguien puede pensar que no, que el hecho de que uno tenga que estar enganchado a unas pastillas que le ayudan a no recaer y hacer unas cosas concretas para evitarlo, eso ya es un fracaso.

Sin embargo, habría que considerarlos triunfadores, y me gustaría que, si me leyeran, realmente se sintieran como tales. Al igual que consideramos triunfador aquel músico o director de cine que no es comercial y por lo tanto no vende todo lo deseable, pero sin embargo ha conseguido hacer lo que realmente quería hacer sin tener que modificar nada de su obra. El espíritu independiente, vamos, si lo ampliamos a cualquier ser humano.

Hay un cisma entre triunfadores y no-triunfadores. Y nos viene a la mente una frase de Pete Thownsend de los Who, que decía que cuando empezó a tocar la guitarra, todos los de su alrededor eran más altos y guapos que él, y que lo hizo para que él tuviera algo que los otros no tuvieran. Curioso, ¿no?

El éxito es que puedas ser tal cual eres, pues eso es lo que te hará sentir bien contigo mismo. Que valores, preserves y conserves tus logros personales, aunque nadie más sepa verlos, comprenderlos o estimarlos. Seas como seas, tengas lo que tengas. No hay que pretender tener un trabajo que no te aporta nada, o unos caprichos que nada tienen que ver contigo. Si vas subiendo en ambición, tu ansia nunca será saciada, e igual acabas con ansiedad.

Cuando tengas el coche, querrás una casa, y cuando tengas la casa, querrás un palacio. La cadena, en realidad, es infinita. Y puede que, por el anestesiado camino, pierdas aquello que puede llevarte a TU PROPIO éxito. Puede que te pierdas a ti mismo, o a aquellas personas que supieron ver todo lo que tú vales, sin necesidad de valorar tu culo, tu dinero ni tu móvil de última generación.

El claro camino hacia el fracaso reside en que, si uno llegase a la cima de lo impuesto por la familia, la educación y la sociedad, si uno ya tuviese todo slo que nos han vendido (un buen trabajo, dinero, familia, etc...), ya no tendría nada más que conseguir. ¿El vacío de estar en la supuesta cima? ¿El precio del poder en "Scarface"? A partir de haber logrado ese éxito artificial, sólo quedaría la opción de seguir ganando dinero para seguir comprando bienes materiales, y empezar a tener el temor de perder algo, otro miedo paralizante inherente a nuestra especie. Por suerte, la aventura de ser uno mismo no tiene una meta que alcanzar, sino un día a día por disfrutar.

Y, en ese día a día, darse un margen a uno mismo, una libertad, para el aliciente y la ilusión constante, básicas en todo ser humano. Partiendo de las propias posibilidades, intentar mejorar y aprender a diario en aquellos aspectos que uno quiere y puede ir mejorando y disfrutando.

Pequeños éxitos, y grandes fracasos. Si nos paramos a pensar, veremos que nuestra experiencia en la vida ya nos ha dejado más que claro quienes son los triunfadores, y quienes los perdedores, aunque cada día nos intenten convencer de lo contrario.

Esta ha sido nuestra aportación al tema. Y con que le llegue a una sola persona, ya sería un éxito.

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