Soldados marchando durante la revolucion libertadora (Photo credit: Wikipedia)
Cuando hablas con gente del extranjero -de cualquier parte del mundo-, te preguntan cómo es posible que en España no haya habido aún una revolución en la calle.
Con los datos de paro que tenemos, con la estafa económica a la que hemos sido sometidos, con todos los recortes de derechos, desahucios, todo tipo de reformas, laborales o no, completamente inaceptables, -siempre en contra del pueblo-, y todas las demás lindezas a las que nos tienen sometidos, todos se extrañan de nuestra actitud "HIPERcivilizada".
Muchos teóricos -afines al poder, intelectuales burgueses y demás fauna bien asentada- aseguran que no hay ninguna revolución gracias a la elevada economía sumergida y al papel clave que desarrolla la familia en nuestra sociedad, aunque todos sabemos que hay otros casos, de miseria pura y dura, que son tan reales como cualquiera de esos 2 apuntes de los 'expertos'.
Hay otras razones que han contribuído a que no hubiera ningún tipo de revolución real: el clásico adormecimiento e ingenuidad general de nuestro pueblo, el poder soltar tu opinión a través de las redes sociales -e irte a dormir reforzado por los retuits de los que opinan como tú- y, por supuesto, el derecho a la manifestación.
Pero ahora resulta que las pocas cosas que se hacían para luchar (sin conseguir demasiado), también molestan al presunto intento actual de dictadura parlamentaria española y, aplicando una vez más su política ideológica retrógada, se inventan una nueva ley, la que ellos llaman ley de seguridad ciudadana.
Esta es la primera gran trampa, el nombre que le han puesto a este proyecto de ley. Como todos sabemos, se trata de una ley de seguridad para ellos mismos y sus amiguitos en el poder: el único objetivo de todo este pack de nuevas normas es reducir, y a ser posible eliminar, el fundamental y completamente necesario derecho a manifestación de la ciudadanía.
El Estado no debe reprimir el derecho a manifestación, sino garantizar que éste se va a poder ejercer sin ningún tipo de problema de seguridad. Esa es su única tarea: el resto, ideología e intereses propios.
El actual gobierno fue muy partidario de las manifestaciones cuando estuvo en la oposición, convocando una marcha tras otra, siempre por temas ideológicos e interesados, jamás a favor del bienestar de la ciudadanía, y con el único objetivo de subir al poder. Allá aquellos que en ellas participaron. Pero lo que no puede ser es que, cuando por fin han logrado subir al poder, las repriman. Es de auténticos cobardes, una vez más: lo que es válido para otros, no lo es para nosotros.
Si estos pequeños actos de rebelión, o de catarsis general, también se censuran, surge la duda de por dónde acabará expresándose este malestar, que por mucho que quieran los presuntos dictadores parlamentarios actuales, existe. Como siempre, no se trata de atacar la raíz del problema, porque no les interesa hacerlo, sino de intentar reprimir sus MAS QUE LOGICAS consecuencias.
No creemos que se acabe aquí: lo siguiente a reprimir es el tema de las redes sociales, pues tampoco quieren que se hable mal de ellos en público, aparte de detestar, como en sistemas propios de dictaduras, que se convoquen manifestaciones a través de ellas.
Lo peor de todo, es que son muy hábiles en adormecer al ciudadano: utilizando argumentos que nadie discutirá, como que debe protegerse nuestra seguridad en casos muy concretos, acabarán haciendo aceptar el resto. Esto es lo único que importa, de hecho, en el actual conflicto ideológico: que no nos cuelen ni una, y sobre todo, cuando esgriman una razón con la que estemos de acuerdo o nos parezca lógica, pues esa es, precisamente, la segunda gran trampa para colarnos el resto de normas que, como ya se puede intuir por lo que sabemos de esta nueva ley, será inaceptable desde el punto de vista democrático.
Es decir, y como ejemplo práctico: cuando digan que implementan esta ley para, por ejemplo, asegurar que no vuelva a pasar un accidente o hecho delictivo como el que sucedió "tal día en tal hecho" y que seguro que todos condenamos, no debemos ser flexibles con esta ley, porque la intención real es colarnos las otras normas, las que a ellos realmente les interesan. Como apuntado anteriormente, lo único que deben garantizar es la seguridad durante el derecho a manifestación, y eso es todo. El resto sólo les interesa a ellos.
La tercera gran trampa está en el propio sistema: cuando esta nueva ley se lleve al Tribunal Constitucional, controlado por ellos mismos y gestionado por amiguitos afines a sus ideologías retrógadas. El TC tumbará un par o tres de las nuevas leyes propuestas, para intentar que el teatro sea más creíble, pero dejará intactas las que ellos realmente quieren implementar.
Lo peor de todo es que estas 3 trampas funcionarán, y con ello vamos retrocediendo más y más, 40 o 60 años de golpe, perdiendo unos derechos que fueron muy dificiles de conseguir por parte de nuestros padres y abuelos.
Nadie debe tener ningún tipo de duda, pues tenemos ejemplos miles de su ideología: ellos quieren una gran minoría silenciosa, que calle y pague, sin acceso a la cultura, sin derecho a informarse más que en sus medios de comunicación afines, y además que cada individuo de esta minoría silenciosa sea como ellos quieren (heterosexual, religioso, etc...), que hable el único idioma que ellos entienden, que no tenga ningún tipo de derechos -no sólo laborales-, y ese largo etc... que todos intuimos perfectamente, por sus actos, declaraciones e intentos de nuevas leyes.
A este paso, y si van consiguiendo todo lo que se proponen, algún día nos devolverán al esclavismo, a la imposibilidad de informarnos, y finalmente pondrán a la mujer en la cocina -que es donde debería estar según ellos-, y a su marido a los toros -ese nuevo patrimonio nacional del que tan orgullosos están- o al futbol, para que ahí sea donde chille todo lo que quiera y deje libre todo su malestar.
Este es el peligro real que existe para todos y cada uno de los ciudadanos de este país, también para los acérrimos votantes y seguidores de este partido, de cuyo nombre no quiero acordarme: algún día perderemos, todos, cada uno de los puntos que conforman nuestra libertad e identidad, única e intransferible.
PD: Este artículo ha sido escrito con todas las precauciones posibles. Jamás ha existido la libertad de expresión, pero estamos en un momento especialmente peligroso para los columnistas y opinadores, y hay que utilizar todos los recursos posibles para no tener problemas.
Saludos!