Maestro, deja que te lea mi poema...
- Maestro, la semana pasada me definiste el amor y yo he bebido de tus palabras. He pensado y he escrito. Le he escrito un poema a la mujer que amo en sueños, a aquella que ha de ser mi compañera... y que existe en algún lugar del mundo. Mi poema dice así maestro:
TÚ
Tú, contagiosa voluntad de ser
Tú, escalera de latidos infinita,
Tú que viajas en azul disipando las dudas de tu mente
con las formas infronterizas de tu voz de nube crepuscular.
Tú, capitana de cielos y cloacas
Perfiladora de horizontes posible e imposibles
Diseñadora de Paraísos que riman.
Tú, la de las manos siempre abiertas,
la de puentesportentosos, la de llaves ciertas,
la que al hastío le teje un ancla y dos alas
Tú, germinada entre soledades y nostalgias
Tú, la de equipaje ajeno
Heroica compañera de fiel compartir
Tú, silencio exacto, luz precisa,
tierna segadora de la monotonía
Tú, que desde tu vientre haces temblar el universo
Tú, dulce enigma tatuado en la piel lunar de la noche
Tú, de estirpe astral y corazón de boca de par en par
Tú, dueña de la parte que es sueño y, como tal, inmarchitable
Tú, la de encendidos versos de nata
Tú, la de la prosa más prosaíca
TÚ
SEXTAESENCIA
QUINTAESTACIÓN
SIROCO INVERNAL
NEVADA DE AGOSTO
CLAVE, DON
DULCE MAR PARA TODO UN DESIERTO
TÚ...
- Mi jovencísimo amigo, tus palabras tienen la sabiduría milenaria del amor verdadero. Tú ya lo sabes, tú lo sabes todo porque estás hecho de amor y llevas dentro de ti esa sapiencia, al igual que todos los seres humanos. Todos llevamos dentro el conocimiento del amor verdadero.
- Maestro, si todos lo tenemos... ¿Por qué veo tanto infeliz? ¿Por qué el amar no es suficiente? ¿Por qué la plenitud no llega con el entregarse?
- Mi joven amigo, estas son las preguntas que debes llevar contigo esta semana... Y ESTAR BIEN ATENTO A LO SIGUIENTE, pues la respuesta se halla entre estas lineas: