EL CEREBRO ESTA PREPARADO PARA SER LIBRE, LA SOCIEDAD NOS LO IMPIDE
"Solemos decir que vivimos en una sociedad en la que hombres y mujeres son iguales. Tenemos los mismos derechos, las mismas capacidades y EN PRINCIPIO las mismas oportunidades de vida. Sin embargo nuestras niñas y niños, por algún motivo, se sientes y se ven diferentes"
"No creo que la biología explique estas diferencias creo que la respuesta puede estar en la sociedad y en concreto en los espacios educativos. Si seguimos tratando a nuestras niñas y niños de forma distinta en el futuro se verán diferentes y por lo tanto NUNCA PODREMOS CONSTRUIR LA VERDADERA IGUALDAD. Quiero descubrir por qué existen los roles de género, dónde se originan y hasta qué punto determinan sus vidas en futuro"
Así empieza esta docuserie de inconmensurable valor donde el sociólogo, sexólogo y psicoterapeuta Erik Pescador que cuenta con 23 años de observación de las personas en su haber, tiene la firme determinación de estudiar durante 5 semanas una clase de niños de tercero de primaria (8 años) para desentrañar las causas y razones de la desigualdad entre hombre y mujeres y así poder revertir la tendencia hacia la igualdad de géneros.
Para ello contará con la miradad experta de:
- Amparo Moreno docente en psicología evolutiva
- El Dr. Jesús Porta-Etessam jefe de sección de Neurología del Hospital Clínico San Carlos
- Erik Pescador sociólogo, sexólogo y psicoterapeuta
Tras un sondeo en el grupo de estudio así como a algunos de sus padres, se obtienen los siguiente estereotipos generales que definen a grandes trazos a las mujeres y a los hombres:
| LAS CHICAS | LOS CHICOS |
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AUTOESTIMA: Es la valoración que uno tiene de sí mismo. En el caso los chicos está reforzada con lo que la CONFIANZA en sus capacidades es mayor a diferencia de las chicas cuyas creencias en sus capacidades es menor.
La identidad de cada uno se acaba forjando con la opinión que los demás tienen de nosotros. Cada uno acaba siendo cómo otros le preciben. Por supuesto que no enteramente pero al principio de la vida, cuando el niño es niño y a penas tienen conciencia de su ser, deberá empezar a construir su propia identidad y ésta estará pues influída con las opiniones de los demás y mayoritariamente de sus familiares cercanos.
La construcción de una identidad propia pende peligrosamente de la mano de los filtros sociales que nos inducen a construirnos a través de los estereotipos. Mucho cuidado con insuflar aires de libertad si le amarramos los tobillos a yunques sociales. Mucho cuidado con no alinear hechos y palabras en especial en las niñas pues si alabamos su inteligencia pero después los hechos nos traicionan (es la que acaba pringando por ser responsable), la pequeña crecerá en un mar de incertidumbre y se acostumbrará a que las palabras le indiquen un camino y los hechos lo contrario: la puerta está abierta a los depredadores de cualquier tipo y el famoso chiste del lenguaje de las mujeres en que "no" quiere decir "sí" y el "sí" es que no, quizás halle anclaje y veracidad a través de la propia educación sufrida.
Volviendo a los estereotipos enumerados por los pequeños ¿Están justificadas biológicamente estas diferencias percibidas por niños y niñas o son puramente educativas?
El cerebro está preparado para obviar las mínimas diferencias que existen entre los sexos. En cuanto a capacidades reales, éstas dependerán del esfuerzo y de la educación que reciban sobretodo en materia de valores. Esos valores vendrán determinados por la sociedad y por lo tanto de nuevo encontramos el filtrado social.
Las diferencias corporales en términos de fuerza y elasticidad es muy parecida entre niños y niñas hasta la adolescencia pero hay un elemento social que influye a la hora de alterar percepciones. Estamos teniendo como modelo de vida la de nuestros padres donde el varón encarna la fuerza. Es inegable biológicamente hablando que el hombre posee mayor capacidad muscular.
Sin embargo, lo que sí puede y debe ser alterado es la VALORACIÓN SOCIAL de la misma. La valoración social es la importancia, el aspecto positivo o negativo de algo.
Tener fuerza está CONSIDERADO positivo en la sociedad. Ser valiente, atrevido, tenaz y travieso han quedado percibidos socialmente como atributos POSITIVOS. Probablemente esta aceptación proviene de la edad de piedra en donde fuerza y rapidez eran determinantes claves de supervivencia en cambio a las capacidades femeninas de elasticidad y perspicacia no se les otorga el mismo valor.
El cerebro nos permite ser libres seamos hombres o mujeres pues tiene una capacidad de crecimiento inexpugnada todavía y tenemos que conseguir que el cerebro crezca en libertad. Para ello es fundamental luchar contra las valoraciones y clasificaciones sociales.
Por otra parte, y desde CEC, hacemos la reflexión siguiente: ¿Es posible que en los 3 primeros años de vida los niño demuestren ser más temerarios y agitados que las niñas y eso es lo que ha dado pie al nacimiento del estereotipo?
Posiblemente haya algún rasgo conductural que fundamente el precepto social pero está en nuestra mano reconducir y no enaltecer el atrevimiento varonil. Hay que tratar de cortar la erronea reincidencia de la valoración y refuerzo positivos de estas conductas y sencillamente no simplificarlas conceptualmente en "buenas" o "malas" sino en lo que son.
"Hay cosas que no puedo hacer" es el testimonio de una niña de 8 años sin fundamento científico. La confianza da la fuerza.
A partir de los 12 años se refuerzan los estereotipos de la infancia. Las niñas tienen que ser protegidas y los niños más revoltodo y fuertes son más emprendedores.
En la diseminación de los estereotipos la familia es la principal promotora. Las mismas madres, pues son las que pasan mayor parte del tiempo con los niños desde su nacimiento, son las responsables de colgar el san benito a su progenie en función de su sexo.
Los estereotipos no serían problemáticos si no encontrásemos tantos casos de infelicidad, suicidio y una creciente prevalencia de la ansiedad entre la juventud. En esta era donde las nuevas tecnologías nos dan la posibilidad de ver el mundo a lo largo y ancho, donde la bandera de la libertad ondea en el mástil más alto y donde la liberación personal parece ser el principal reclamo publicitario de cualquier empresa, nos topamos con el muro de la conciencia colectiva que no evoluciona a la par. Los estereotipos influyen en las elecciones de futuro reduciendo a unas pocas el abanico de posibilidades que se presentan en la teoría.
Como todo en esta vida nada es verdad ni es mentira sino que depende del color del cristal con que se mira y no hay anverso sin reverso, es necesario subrayar que la tecnología constituye también un arma de doble filo cuyo mensaje es liberador actuando como constrictor. Si por una parte promueve la libertad y el éxito, por otra parte los encarna en modelos erróneos difundiendo que el ombliguismo (y por lo tanto los egos particulares) son autoestima y valoración positiva creando un elenco de monstruos egocéntricos que se creen en el derecho de hacer y decir lo que les venga en gana. Como siempre las herramientas deberían estar al servicio de la libertad y crecimiento y para ello el buen uso de las mismas es absolutamente crucial. En cambio nos encontramos un panorama totalmente contrario a lo que cabría esperar pues poderoso caballero es Don Dinero que acabará por contaminar las más sublimes intenciones. Asimismo, a través del marketing, en la descabellada carrera por acaparar cuota de mercado las grades multinacionales son las que acabaran difundiendo el mensaje predominante desde la edad de piedra porque es lo que "cuadra" en la arcaica mentalidad colectiva. Lo vemos cada día que pasa en este sector, creednos.
Por lo tanto, ante la pregunta ¿Qué es tener éxito en la vida? suscitada por el sociólogo y planteada a los niños se detecta que el éxito también es percibido de forma diferente entre chicas y chicos pues el concepto de triunfo viene determinada por las figuras públicas aireadas por las nuevas tecnologías y de las que padres y educadores ya se encargan de reforzar.
El primer capítulo de la docuserie concluye que las diferencias entre hombres y mujeres deben ser cuestionadas educacionalmente, que la única manera de revertir a tendencia es modificando los conceptos equilibrando el del triunfo para crear una sociedad más igualitaria.
Desde CEC sólo creemos en la posibilidad de cambio conjuntando instituciones y trabajando hacia una misma dirección cosa que no pasará pues otras prioridades son las que ocupan las altas esferas sociales y personales. Antes que trabajar hacia la igualdad entre géneros, deberíamos erradicar del mapa a los parásitos y demás vampiros acomodados que no se plantean, ofrecen ni quieren un cambio real. Empezando por nosotros mismos y acabando en el punto más alto de la jerarquía social la necesidad de autocrítica es imprescindible para otorgar la remota posibilidad a un cambio de valores.
Veremos cómo evoluciona "Ni superhéroes ni princesas". De momento aplaudimos la apuesta por contenidos educativos. NECESARIO PERO NO SUFICIENTE.
