En la mente del asesino en serie adolescente.
Una serie británica que CEC series ya recomendó en su momento y que ahora está disponible en Filmin España.
Dignamente concebida, donde los ánimos de querer librar un producto cuidado traspasan la pantalla. Una manera de rodar limpia sin movimientos de cámara extremos de esos que tanto nos inoportunan, y algún toque de mano alzada que le infunden realismo a la globalidad.
Sam es un adolescente de 16 años, huérfano de padre pues éste murió en un accidente cuando él era muy pequeño (o esa fue la historia que le hizo creer su madre). Le vemos, poco a poco, presa de ciertos arrebatos que desembocan en la necesidad de matar. A pesar de su auto-control aparente, Sam percibe desde su interior unas señales inequívocas: algo profundo y oscuro empuja hacia la superficie, y sólo se libera del apremio materializando sus necesidades.
Paralelamente a sus cambios hormo-normales, un personaje femenino aparece en escena: Chrissy, una adolescente huérfana de madre que se ha mudado de ciudad con su padre para atender a la madre de éste último, que convalece por una fractura de cadera.
El encuentro entre ambos será uno de los temas a analizar a lo largo de la serie, así como la convergencia de la vida de sus respectivos progenitores: ambas parejas marcadas por la muerte, la ausencia y la falta de amor (cada uno a su manera).
CRÍTICA DE BORN TO KILL (NACIDO PARA MATAR) - CEC SERIES
Un planteamiento interesante que se malogra con algunos fallos considerables en el guión que, lamentablemente, fuerza situaciones que podrían haber sido planteadas de un modo más natural:
- Un psicokiller por definición es un mentiroso compulsivo y experto. No nos cabe en el entendimiento que siendo extremadamente puntillosos y perfeccionistas a la hora de cometer los asesinatos, olviden la versión de la mentira contada a una determinada persona. Son errores estúpidos que le restan credibilidad a la serie. Podrían haber sido evitados.
- Matar confiere sentido a su existencia. Los asesinatos son concebidos como proyectos personales que dan salida al impulso creativo, y por lo tanto proyectan en ellos todo su saber-hacer. No pueden, en consecuencia, ser fruto de la improvisación, pues el solo hecho de representar en su cabeza el momento del óbito forma parte del deleite, siguiendo unos determinados rituales. En esta serie parece que Sam lo hace por casualidad, casi sin darse cuenta.
- Igual que llevarse de las víctimas un recuerdo, como un pequeño trofeo, y cometer el gravísimo error de exponerlo a los ojos de cualquiera que hubiese tenido contacto con el difunto. Con este último ejemplo podemos estar hablando del reloj o del collar que le regala a Chrissy, cuyo padre mantiene una relación con la madre de Sam que -para más inri- era íntima amiga de la propietaria del objeto. Una exposición de tal calibre, con los riesgos tan obvios que conlleva, no se puede entender. ¿Hacemos concesiones porque la juventud e inexperiencia de Sam podrían llegar a explicar la lógica de los actos?
Después de haber visto muchas series sobre la mente del criminal, y más concretamente sobre este tipo de psicología compulsiva pero extremadamente bien perfilada, no creemos que el descuido provenga de la inexperiencia del personaje, sino de sus guionistas.
Para poder redondear la serie, deberían explicar más en profundidad las motivaciones y sensaciones que llevan a Sam a conectar con Chrissy, un personaje que tampoco parece estar en la línea de lo normal, sino entre dos tierras. La defunción de su madre ha provocado en ella una clara carencia de figura femenina que se refleja en la baja capacidad de empatía. Al igual que Sam, que ha carecido de figura paterna, ambos están quizás unidos por el trauma de la ausencia y, más en particular, de la ausencia de amor.
Otro tema que queda suspendido es el sentimiento -o la falta de él- entre Sam y Chrissy. ¿Cómo la falta de empatía de ambos puede abrir camino a un sentimiento superior? Sólo podemos imaginar una respuesta debido a toda la buena ficción zampada durante muchos años, en los que nos hemos interesado por otros tantos temas, siendo este uno de los que nos ha causado especial curiosidad (que no morbo).
La buena ficción sobre asesinos en serie es aquella que se ha tomado la molestia de diseccionar la mente del asesino a conciencia y ha puesto especial cuidado en explicárnosla. Aquí hablamos de la primera temporada de Mindhunter, las 4 primeras temporadas de Dexter, o incluso Gomorra, que toca otro tipo de mentes pero también criminales. Nos atreveríamos incluso a incluir Umbre y, aunque con otro enfoque, no podría faltar OZ.
Sam es además víctima de la omisión/mentira de su madre que, aunque quizás piadosa, fractura la realidad sobre la que estaba fundamentado el presente del chico. ¿Realmente pensamos en la otra persona cuando omitimos información, o sencillamente es nuestra propia cobardía la que nos impide confrontar la situación?
El padre biológico de Sam está encerrado en la cárcel, así que volvemos a la eterna pregunta de si el asesino nace o se hace. La serie parece apostar por la versión genética catalizada, y seguramente agrandada por la ausencia de figura paterna y falta de estima.
"Nacido para matar (Born to Kill") se queda corta en todo: las explicaciones son indicios y no sondean las profundidades de lo que interesa. Tampoco iremos a descalificarla, pues en ningún momento detectamos ramalazos de toxicidad. Es llana, imperfecta... pero desde luego no es indigna. En definitiva, es una curiosidad para pasar el rato, otra manera de hacer y sorprenderse con una producción inglesa que no peque de querer ser divertida, lo cual ya es mucho pero no suficiente. Por lo menos para nosotros.
