EL FEMINISMO ENTRA PISANDO FUERTE: ESTO SÍ ES LUCHAR POR LA IGUALDAD
Entre la frialdad y desapego de los escandinavos nos llega una sobria y emocionante serie sobre el crimen organizado internacional. Sin duda alguna es una trama ambiciosa por la envergadura y vasta extensión no sólo de sus límites geográficos sino de las pretensiones de sus creadores, a los que ya vimos obrar milagros con Bron/Broen. Aprovechamos la ocasión para volver a recomendar esta magnífica serie que tanto nos dio en su día a través de sus 4 temporadas milimétricamente calculadas y un personaje principal femenino por el cual nuestra fascinación creció de manera inversamente proporcional al carisma prácticamente inexistente de Saga Noren.
Esta vez con Bullets nos traen un drama político a la vez que un thriller de espías liderado por mujeres. Bullets desprende estrógenos sin histeria. Si alguna bandera debe ondear en estos momentos en territorio balístico es sin duda alguna la del feminismo e igualdad pues las mujeres que aparecen en pantalla deslumbran por el nivel de realismo que adquieren. No en vano el guión de esta primera temporada estuvo edificándose a lo largo de 5 largos años. El buen trabajo se respira constantemente. No hay cabos sueltos y el más mínimo detalle está cuidadosamente tratado. Todo convence. No hay sobreactuaciones, ni mitos ni leyendas. No se confunden los términos ni se mezclan conceptos. Espectacular construcción como hace tiempo que no vemos porque, si bien es cierto que otras producciones han logrado hazañas similares, ninguna ha llegado a tal liberación conceptual de la mujer.
Bullets mezcla la atmósfera de Helsinki, el inframundo criminal de Bélgica y las problemáticas calles de Georgia. Krista Kosonen (Beforeigners, Blade Runner 2049, Midwife) interpreta a Maari Saari un miembro de la Agencia de Inteligencia. Soltera y solitaria vive por y para su trabajo. Habiendo crecido en el abandono, su desamparo se vislumbra en la magnífica interpretación de Kirsta. Su triste mirada nos contagia la huidiza, huraña y desconfiada percepción del mundo. Perdida en las múltiples identidades encubiertas que debe adquirir por deber, Maari se ve afectada por las emociones que brotan al entablar una relación con una peligrosa terrorista chechena: Madina Taburova, presuntamente muerta.
Dicho personaje encarnado magníficamente por Sibel Kekilli (Juego de Tronos), es otra muestra de aspereza desplegada a la fuerza por los acontencimientos que se ha visto obligada a presenciar. Otra sólida presencia que atestigua de la severidad de la vida, de la no elección y el sometimiento a los eventos externos perpretrados por otros. A pesar de sus innegables divergencias motivacionales (o quizás no tanto) Madina y Maari comparten una similitud: la interpretación de papeles que les impiden ser lo que realmente son. ¿Pero quiénes son? Tras años de fingidas interpretaciones ambas pretenden ser otra persona y así, con sus respectivas falsas identidades, logran entablar una relación. La mentira que las une, lejos de separarlas, las atrae porque debajo de esa coraza subyace aquello que comparten, la pasta de la que estamos todos hechos: las emociones.
Tommi Korpela (The Eternal Road), el compañero de investigación de Maari, esconde a su vez una oscura realidad. También su identidad se ve ensombrecida por acciones que nos sorprenden. Tras su paso deja a una mujer y una hija que deciden poner punto y final a un desdén típicamente masculino y al que nos han acostumbrado: primero el trabajo y después la familia. Ante las muestras constantes de menosprecio y postergación de Tommi su mujer resuleve, haciendo acopio de valentía y sin previo aviso, cortar por la tangente y retomar el protagonismo de su propia existencia sin dependencias no correspondidas.
Tanto en Bullets como en el mundo, nada es lo que parece y todo nos zambulle hacia las profundidades del universo propio. Incluso los terroristas son individuos que sienten la pérdida y el dolor y cuyas motivaciones proceden de una índole más humana. La búsqueda de sentido a través de la venganza porque la vida nos arrebató aquello que la dotaba de significado, de valor y de importancia es l¡una constante protagonista de la serie. No por ello se justifican los actos terroristas, ni se deben exculpar de los crímenes pero sí que somos capaces de entender la lucha de uno con uno mismo ante el volantazo que puede dar la vida obligándonos a reequilibrar la balanza interior. Algunos se focalizan sobre las circunstancias externas tomando partido de las mismas porque los acontecimientos internos han sido cercenados sin miramientos. Otros se encierran en sus torres de Babel. En ambos casos el resultado es el mismo: el terrorismo emocional sufrido y el que se ejecuta y éste puede ir hacia dentro o hacia fuera.
Bullets ofrece un complejo panorama interna-emo-cional. Tejida con paciencia y rigor, nos proporciona satisfacción tanto a nivel de entretenimiento como a nivel personal. Tiene los elementos justos que exigimos para tomarla seriamente en consideración. Es austera y contenida lo que equilibra su desparrame emocional dando la sensación de que somos todos como bombas de relojería a punto de estallar y que nuestro cuerpo ejerce de retención detiendo la explosión. Somos balas sacrificables, sacrificadas, prescindibles sirviendo los intereses de otros porque la vida se encarga de arrebatarnos lo que importa, nuestra identidad, mutilando y destruyendo cualquier resquicio de esperanza.
Un nordic negro, sombrío cuya lucidez cegadora no nos deja la (m)hiel en los labios. Sin lugar a dudas, queremos más.
