érase una vez 5 socios capitalistas que invierten en una propiedad...
"Five Bedrooms" es una comedia australiana que se estrenó en la nueva plataforma Peacock TV. Su primera temporada cuenta con 8 episodios y, afortunadamente, fue renovada por una segunda entrega que debería lanzarse en algún momento de este 2020 en Network ten.
"Five Bedrooms" cuenta las aventuras de un grupo de personas de distintos orígenes en etapas de la vida muy diferentes. Sus destinos quedarán unidos a raíz de una idea surgida por Heather (Doris Youane, "Las hermanas McLeod","Frayed") durante la sobremesa de una cena de boda copiosamente aderezada con CH3-CH2-OH.
Liz (Kat Stewart), Ben (Stephen Peacocke), Harry (Roy Joseph), Ainsley (Katie Robertson) y Lachlan (Hugh Sheridan) son 5 solteros reagrupados entorno a la misma mesa que deciden que la solución a todos sus problemas pasa por la propiedad privada. Así, se convierten en socios capitalistas de una inversión en bienes inmuebles: la compra de una vivienda compartida. Dejarán de pagar un alquiler, se transformarán en co-propietarios y ese dinero destinado al fondo perdido del alquiler, constituirá un fondo de ahorro.
La solución parece idílica y todo es fantástico en el mejor de los mundos pero la realidad es otra: cinco solteros y conocidos parciales deciden comprar una casa juntos, ¿qué podría salir bien?
CRÍTICA DE LA SERIE FIVE BEDROOMS - CEC SERIES
Pues lo que podría salir bien es la serie. De experimento social tiene poco y de novedosa ni un ápice pero "Five Bedrooms" es altamente adictiva. El efecto de cuelgue va in crescendo, siempre y cuando uno tenga la paciencia de pasar del primer episodio.
No es una obra maestra, ni despunta por su reflexión pero la serie destaca por dejar un poso de inexplicable felicidad. Uno se sorprende sonriendo sin querer con la emoción a flor de piel y un escalofrío recorriendo la espina dorsal. En ciertos momentos reconocemos algunos toques de ñoñería ante la cual sucumbimos pero no nos molesta admitirlo porque creemos profundamente en el mensaje que transmite.
A pesar de que en la casa confluyan 5 individuos desconocidos, los problemas naturales derivados de la cohabitación se solucionan con amor, comprensión y buena voluntad. Lo que más impacta, y seguramente por ello nos ha cautivado, es cómo "five bedrooms" nos obliga, sin que nos demos cuenta, a desviar la mirada del hecho que provoca el malentendido y que la posemos sobre aquello que realmente tiene trascendencia.
No es un ejercicio de manipulación cualquiera sino de los buenos. El comunicado es claro: No importa que seamos todos diferentes lo que tenemos que tener claro es aquello que nos hace ser iguales. Entre bastidores, se percibe la clara y firme voluntad de hacer el bien y esparcir el sentimiento de igualdad que tanto, y tan mal, se está buscando.
"Five Bedrooms" desnuda cualquier tema peliagudo, quita todas las capas de la cebolla para NO llegar jamás al centro de la cuestión e incidir en la herida que provoca la espina y que, sea dicho de paso, es lo que nos gusta. Antes nos habrá encandilado con otra melodía y dejaremos de estar pendientes de esas diferencias que tanto molestan para centrarnos en la armonía que todo lo envuelve.
Con el apoyo de los miembros de esta comunidad de 5, en la que cada personaje está bien construido y perfilado, los problemas desaparecen por arte de magia.
Por orden de preferencia los pasamos por el tamiz.
Entre Ben y Heather se rifan la primera posición porque los consideramos dos personajes complementarios. Nos decantaremos finalmente por Heather y por su rabiosa honestidad capaz de ponerle palabras a cualquier situación y suavizarla. No pasa nada por decir las cosas a la cara siempre y cuando se formule el hecho objetivo sin implicaciones emocionales. Heather es una constante muestra de destreza dialéctica que expone los argumentos ordenadamente. Es la más sabia, la más mayor, valiente y madura que, en la mayoría de casos, logra aparcar los afectos humanos en el umbral de la entrada en razón. La decisión es ya radical: Heather es clarísimamente nuestra opción número uno.
A punto de empezar su sexta temporada como ser humano, decide romper con todo. Tras 20 años de matrimonio deja al inútil de su marido y a sus dos hijos y se marcha a vivir con un grupo de solteros. Y ¡Sopresa! No sólo ella evoluciona sino que las larvas parasitarias que creíamos incompetentes, se vuelven crisálidas para finalmente emprender el vuelo como mariposas.
Esto nos devuelve a un cuento mencionado en "Está bien no estar bien" de Netflix: "El rape y la mano". Ya dijimos que la serie de Netflix no nos convencía pero que tiene puntos muy favorables. No en vano la vimos entera y recuperamos lo que es aprovechable.
La comodidad se revela como enfermiza porque esclaviza, ata e impide el desarrollo. Los roles se dibujan y se asumen de tal forma que quedan fijados en el cerebro y aceptados como parte natural de la existencia. Así, cada uno puede enquistarse en su zona de confort sin necesidad de explorar otras facetas dejando que éstas se atrofien. Ocurre automáticamente porque la sociedad y el día a día invitan a la no reflexión, la inercia propia lo que también asumimos como el transcurso natural de la existencia y la inherente vagancia del ser humano que tiende a buscar la comodidad.
La primera ley de la termodinámica dictamina que la materia y la energía no se pueden crear ni destruir, sino que se transforman, y establece el sentido en el que se produce dicha transformación. Es decir que en un sistema cerrado como lo es la familia de Haether, cada integrante tiene una energía potencial que de no ser utilizada, se transformará en otra cosa. De igual modo, la niña rape tiene una energía potencial como son sus manos y sus pies que se atrofian al no ser utilizados y esa energía se transfiere a mayor esclavitud de la madre.
La segunda ley de la termodinámica que dice que para un sistema cerrado (en este caso la familia de Heather), con parámetros externos constantes (el trabajo, la escuela, los sueldos mensuales asegurados, los gastos, etc) y entropía (por lo general asimilada a la noción de desorden. LA ENTROPÍA DESCRIBE LO IRREVERSIBLE DE LOS SISTEMAS o como definió Woody Allen en "Si la cosa funciona" la entropía es lo mismo que sacar la pasta de dientes del tubo de dentífrico, no se puede volver a meter dentro), la energía interna disminuirá hasta acercarse a un valor mínimo en el equilibrio.
O lo que es lo mismo: cuando llegamos a nuestro equilibrio o zona de confort, la energía que utilizamos es la mínima.
Cavilaciones de cada uno que seguramente seguirán porque no hemos acabado de encontrar nuestro propio equilibrio que es el de compresión total del funcionamiento de todos los sistemas cerrados.
El segundo puesto es para Ben que, a pesar de ser un guaperas rompebragas y un inconsciente total altamente odiado desde el principio de la serie, es el único que sabe separar el grano de la paja y centrar la atención en aquello que realmente importa. Así durante la evolución de la trama nos sorprendemos adorando esta faceta de Ben que tiene la clarividencia necesaria para focalizar aquello que hace especiales a las personas.
El tercer puesto es para Liz, la zorra despiadada y abogada sin escrúpulos. Odiosamente egoísta hasta que un incidente la deja sin trabajo y sin hogar. Verse en una situación límite y la respuesta de su entorno hará que su personaje florezca. Todo lo que huela a evolución y toma de conciencia nos despertará simpatía y Liz se ha ganado la nuestra.
Harry es el carácter más utilitario. Un comodín del que se sirven los guionistas para lanzar el mensaje de la crisis de identidad. No nos despierta demasiada simpatía por la obviedad de su papel: indio y gay, doblemente marginado. A pesar de ser un médico de renombre cuya labor es la de salvar vidas, su trayectoria personal sigue siendo la de un niño que vive con el miedo en el cuerpo sobre la reacción de su madre al comunicarle su homosexualidad. Parece mentira que la imagen de Harry en el exterior sea tan incongruente con su yo más profundo. Nuevamente nos encontramos ante uno de los temas que deben incluirse sí o sí en las producciones contemporáneas. Sin embargo, contrariamente a todo lo que llevamos viendo, esta vez lo vivimos con naturalidad y verosimilitud. Muy bien engrasado, no deja de ser la historia de un tipo corriente que, llegando a la treintena y con una carrera profesional respetable, todavía no ha sabido hacerse honrar en su casa.
Finalmente está Ainsley, nuestra preferida en los primeros episodios que rápidamente relegamos a última posición por plasta insoportable. Un personaje amoroso que se vuelve patético por no aprender y tropezar con la misma piedra un millón de veces. Ella "erre que erre" hasta que claro, de tanto ir el cántaro a la fuente al final se rompe. A ver si espabila en la segunda temporada porque es lamentable.
En definitiva, y ya para terminar, decir que "Five Bedrooms" es una serie que demanda paciencia, no es inmediata y de hecho nosotros mismos hemos tenido dudas a lo largo de los dos primeros episodios sobre si seguir o no. No queríamos repetir una estupidez remasterizada de "Friends". Le dimos la última oportunidad en el tercer episodio y estamos agradecidos de que la poca paciencia que tenemos la sigamos utilizando intuitivamente.
Nos ha gustado y la recomendamos por el trasfondo humano que intenta, y logra, comunicar. Lo mejor: Heather tanto el personaje como la actriz, por si no había ya quedado suficientemente claro.
