Anna Rosenfeld (Molly Blixt Egelind) es una niña rica a la que le ha picado el mosquito dadivoso y quiere ser enfermera. Acaba de romper con su novio Henning Salomon (Anders Heinrichsen), podrido de dinero, porque la estaba engañando con su secretaria.
Erik Larsen (Morten Hee Andersen) es un ex-soldado que decide ser enfermero pero no tiene dinero para costearse los libros. Para el vicio sí que hay por eso.
Ambos son aceptados en la escuela de enfermería que, a falta de mujeres, el gobierno danés decide, a modo de prueba, formar a hombres. Un grupo de 6 varones será entrenado junto a las mujeres como aspirantes a enfermeros.
Amor, enfermedad, salud y ansiedad por los exámenes en un hospital danés en los años 50. Un ambiente de trabajo arcaico donde las jerarquías se han aceptado con naturalidad. La estricta disciplina así como la ética intachable se venden como factores clave de éxito pero, como de costumbre, la norma general tiene sus excepciones.
CRÍTICA DE LA SERIE THE NEW NURSES - CEC SERIES
Cursi a más no poder, remilgada y ridícula a lo "Anatomía de Grey" esta producción danesa nos ha dejado con un palmo de narices y una profunda desilusión. Sinceramente, esperábamos otra cosa que chico conoce a chica, chico odia a chica, chica odia a chico pero terminan sintiendo una fatal atracción el uno por el otro.
Todo ello en medio de idas y venidas, ahora sí pero no, ahora bailan, ahora se repelen por cualquier malentendido absurdo como ver a Erik hablando con una mujer. ¿En serio? Así no vamos bien.
Ya de buenas a primeras, la extraña familiaridad con la que se tratan los personajes a las 24 horas de haberse conocido se hace insoportable. Por ejemplo: La enfermera rubia que se presenta en la habitación de Anna y compañía se toma una libertades que si, a día de hoy ya son chocantes, no queremos ni siquiera imaginar en los 50.
"hola soy fulanita, ¡Ay, me quedo con estas medias de nylon que si no me tengo que marcar la raya en las mías! Mañana la liamos parda con una birras, robaos unas cuantas de la planta de enfermos chicas que aquí la que corta el bacalao soy yo"
Anna es la típica pija guay por la que suspiran los babosos. Acaba de conocer a los 3 chicos, les pide ayuda para subir sus maletas a la habitación, le hacen un favor y encima la tal Anna se reserva el derecho de despotricar. ¡Anda mona y que te ayude tu padre!
Un personaje de lo más odioso. No nos extraña que Henning se acostara son la secretaria. Pero Henning es otro portento (se)mental que no cogita, sólo coge y agita. La secretaria es, si cabe, incluso peor que la prometida.
Erik está interpretado por un joven cuya mantecosa actuación deja a su personaje con una deformidad adaptable a la situación en la que se encuentre. Ni carácter, ni poder, ni decisión. Es más, diríase incluso que hay una incongruencia entre el papel y el actor. Erik es avispado, beligerante, desafiante, rompedor. Morten Hee Andersen es como Sam del señor de los anillos, de todo menos provocador. No sólo es el físico que recuerda demasiado al de Sean Astin, es el porte, la postura y la falta de aplomo y decisión en sus gestos.
Todas las anécdotas se desarrollan con una desmesurada vocación por el trabajo, un excesivo afán por cumplir con los cometidos y una exagerada presunción de responsabilidad comunicada a través de unos diálogos ñoños. A nosotros nos han provocado vergüenza ajena las situaciones recreadas.
No vamos a esperar un tercer capítulo para seguir confirmando la misma sensación que nos dejó "Sanditon". ¿A quién se la recomendamos? A todos los amantes de las series médicas, de época, de los culebrones.
La ambientación, la calidad de la imagen, la fotografía, el vestuario, etc, denotan pedigrí cinematográfico. Ahora bien, los diálogos que son para nosotros FUNDAMENTALES, han resultado un absoluto fiasco.
La historia de fondo no nos interesa y hacer uso de la fórmula "Sanditon", del "romanticismo" absurdo, del ahora sí pero ahora no, del beso que nunca llega, de los malentendidos constantes para hacer aumentar la tensión y demás artimañas del género, nos provoca sopor e indignación.
Lamentamos profundamente que haya salido mal, era de las que teníamos ganas de ver.
