Susanne Bier (The Night Manager) logra perturbar al espectador gracias al excelente trabajo de Nicole Kidman, Hugh Grant y Donald Sutherland.
Ayer tuvimos la oportunidad de asistir a la premiere de la nueva serie de HBO "The Undoing" protagonizada por dos pesos pesados de la industria cinematográfica como lo son Hugh Grant y Nicole Kidman. Ambos se han pasado al formato serie, como era de esperar que pasara y han sabido redirigir sus respectivas carreras hacia un producto de calidad.
En "The Undoing" vemos a una Nicole Kidman transformada en Grace Fraser, una psiquiatra neoyorquina casada con Jonathan Fraser (Kidman y Hugh Grant), un oncólogo infantil. Viviendo el sueño americano, la feliz pareja se desenvuelve estupendamente en lidiar con la vida cotidiana y vencer a la rutina que suele empobrecer las relaciones.
Grace y Jonathan son el modelo de dicha y prosperidad. El hijo de ambos, Henry (Noah Jupe), asiste a una de las escuelas más prestigiosas de Nueva York, Reardon. Grace está en la junta parental que organiza una recaudación de fondos para familias que no pueden costearse la selecta educación de sus hijos. A razón de 50 000 dólares el curso escolar, difícilmente una familia como la de los Alves puede costearse la buena educación del pequeño Miguel (Edan Alexander). La madre de Miguel, Elena (Matilda De Angelis), una atractiva y enigmática mujer, aparece en escena desatando un sinfín de preguntas sin respuestas evidentes.
CRÍTICA DE LA SERIE THE UNDOING - CEC SERIES
Los dos primeros episodios de "The Undoing" son excepcionales. Se requiere, no obstante, paciencia porque ante nosotros se está construyendo una intimidad a la que Bier ya nos tiene acostumbrados. Nos llegan efluvios de aquella "Cosas que perdimos en el fuego" del 2007 pero ni mucho menos presentando aparentemente el mismo contenido. El adverbio tiene su razón de ser, dudamos que Bier dé puntada sin hilo por mero entretenimiento de su público y por lo tanto se dedicará a sembrar en los inicios para recoger los frutos más tarde en la temporada.
Kidman, absolutamente espléndida en su papel de Grace, es impenetrable como buena psiquiatra. De una franqueza y claridad en su percepción de las motivaciones ajenas, sorprende su falta de perspicacia y análisis de las fuerzas psicológicas en terreno emocional propio o de sus allegados. Incluso en algún momento nos convence de su falta de su cordura: Llorosa y desanimada en un momento y al siguiente a la defensiva, toda una montaña rusa emocional que nos extraña. Eso provoca adelantar acontecimientos que nunca llegan porque no va de lo que nos hacen creer que va.
Por deformación profesional, Grace lleva al terreno personal la capacidad de comprender a todo el mundo, aceptarlo y así, deja de tener un criterio propio sobre ciertas situaciones que son, a la vista del espectador, obvias e incomprensibles. No entendemos que una mujer como ella pueda estar involucrada en una junta escolar que es un criadero de víboras donde se discute de nimiedades que insultan a la inteligencia.
Por su parte, Hugh Grant interpreta con convicción las dos caras de una Jonathan que no queda claro si es un gentleman absolutamente fascinante u otro sinvergüenza encantador de serpientes.
Sutherland está grandioso como Franklin, padre de Grace en lo poco que hemos podido ver y le auguramos un papel de peso en el comportamiento de su hija porque las semillas de la duda ya se han implantado en nuestras mentes igual que en las de Grace.
El denominador común de todas estas actuaciones es su imprevisibilidad. El público no tiene la más remota idea de lo que está a punto de suceder con cualquiera de estos personajes, de lo que son capaces porque, como en la vida misma, nada es tan obvio como pretende ser.
Los primerísimos primeros planos se cuentan por docenas en este drama intimista cuyo devenir deberemos analizar convenientemente dejando de lado la simpatía que nos provocan los actores o la misma Bier.
The Undoing plantea cuestiones obvias relacionadas con la clase y el origen étnico pero veremos si es lo que realmente pretende. Elena, una artista latina que vive en Harlem con su esposo y sus dos hijos, claramente no posee las mismas ventajas que las otras madres de Reardon donde todas ellas disponen de un acomodado sistema de vida que las invita a la no reflexión, a escudarse en las apariencias y hacer buen uso de los etiquetados sociales más de moda como el de la "solidaridad", "igualdad", "benevolencia", etc. A la hora de la verdad veremos realmente quién es quién.
Para ser sinceros, nos preocupa que se quede en un mero drama de investigación policial sin más que empieza bien y termina como todos, encontrando al culpable.
