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En la Suecia contemporánea se desarrolla todo este thriller cuyo protagonista es el Joven Kurt Wallander (Adam Pålsson) recién salido de la academia.
Su amigo, Reza Al-Rahman (Yasen Atur), está a punto de ser promocionado cuando estalla un incidente en el vecindario de Wallander. Un joven sueco llamado Hugo es encontrado de madrugada atado a una verja con una granada en la boca.
La iniciativa que ha demostrado Kurt y la conveniencia de su residencia en pleno gueto de Rosenbarg, lo hacen merecedor del ascenso de Reza y, gracias a la confianza que el detective Hemberg (Richard Dillane) deposita en él, es encargado de investigar el caso.
Junto a su compañera, Frida Rask (Leanne Best), se zambullen en la búsqueda del asesino de Hugo. Todos los indicios apuntan a Ibra (Jordan Adene) cuya enemistad con la víctima era por todos conocida pero, como de costumbre, lo obvio es lo menos probable a pesar del empecinamiento que demuestran los altos cargos de la policía, apresurados por zanjar la cuestión.
Hemberg, un corazón rebelde aunque maduro, apostará por las teorías de Wallander aunque su puesto de trabajo esté en jaque. Remontarán la corriente de los acontecimientos hasta llegar al origen de todo.
Crítica de la serie El joven wallander - cec series
"El joven Wallander" no es más que una banal historia de investigación policial como ya se ha visto en un millar de ocasiones con la particularidad de que Wallander ya es casi un clásico. Poirot, Marple, Pepe Carvalho, Wisting, Wallander, etc... deben atrapar y seguir vendiendo por el personaje. Son fenómenos para los cuales no hallamos explicación racional. ¿Emocional quizás?
Hallaremos las pistas en las palabras de Erik Barmack, Vicepresidente de Series Originales Internacionales de Netflix, las novelas de Wallander han vendido 40 millones de copias, han sido traducidas a más de 40 idiomas diferentes y al mismo tiempo siguen siendo relevantes para la novela negra sueca que Mankell ayudó a construir. Las series de Yellow Bird también han tenido fantásticos éxitos globales y locales. Desde Netflix estamos encantados de continuar con esta tradición y ofrecer nuevas versiones de los grandes legados fantásticos que Mankell y Yellow Bird han creado.
"Vendo copias ergo existo" sería el nuevo corolario del siglo 21. "Existo ergo tengo algo diferente, impactante, novedoso" y por deducción lógica: "Vendo copias ergo tengo algo diferente, impactante, novedoso" Pero lo cierto es todo lo contrario. Este ejemplo puede extrapolarse a cualquier cosa que haya hecho uso de la fórmula de éxito. No podemos meternos con la literatura de Mankell pues no hemos tenido, ni tendremos, el interés de averiguar la calidad de sus escritos pero el fondo de la historia que nos presenta Netflix es trivial.
En este caso Wallander es considerado como el alter ego de Mankell. Es inspector de policía en la pequeña localidad de Ystad, cerca de Malmö, en el sur de Suecia, tiene la misma edad que Mankel, es aficionado a la naturaleza y a la ópera, sufre por la maldad del mundo, melancólico, solitario y simpático. Su padre, pintor, se opuso al hecho de que fuera aceptado en la Academia de Policía es por ello, que en la serie, Kurt aparece como sin familia y hace referencia expresa a este rechazo paterno en un par de ocasiones.
Adam Palsson borda la pesadumbre y el desamparo. La simpatía la dejaremos en afabilidad y de trato fácil. Percibimos incipientes atisbos de empatía pero en ningún momento se nos remueven las tripas. Sentimos profundamente decirlo pues el chico nos gustó en otros papeles pero no en este. No sabemos si es el guión, si es el idioma o el personaje pero no acaba de estar del todo engrasado. Repetimos, Palsson nos gusta.
El guión es mediocre, de los baratitos. Parece hecho a contrarreloj y sin cuidado pues las piezas de la historia no acaban de encajar a lo largo de la temporada hasta el final, por supuesto. Aún así, al pretexto que lleva a la granada en la boca de Hugo, no acabamos de encontrarle la lógica. Con demasiadas perogrulladas y a la vez excesivos huecos rellenados con fórmulas al uso, la serie se queda hueca.
La narración en sí no tiene gancho, es sencillamente lo mismo de siempre. Un telón de fondo muy sueco sobre los inmigrantes guetizados, que recibe un tratamiento muy inglés, sin broma pero sin profundidad. Siguiendo el hilo de la investigación nos encontramos con tráfico de armas y drogas para terminar en una trifulca personal de un degenerado mental.
Desde su inicio la historia es previsible y también lo es el hecho de que no será aquello que pensamos que es. Así que lo pronosticable es incluso la falsedad de nuestros pronósticos.
La historieta de "amor" es especialmente molesta con la Mona (Ellise Chappell) vestida de seda. Ahora resulta que te parten la boca y para curarte necesitas quitarte la camiseta. El personaje femenino es accesorio pero había que meterle un poco de salsa entre líneas.
6 capítulos y ninguno de ellos ha logrado captar nuestro interés. Final cerrado con un hermoso lazo y a seguir, por si acaso no la renuevan. Por nosotros que no quede. Prescindible en su totalidad.
¡¡¡ATENCIÓN SERVICIO REVOLUCIONARIO, DE MÁXIMO ÉXITO!!!
