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El "Robo del siglo" estrenada el viernes 14 de agosto en Netflix España se compone de 6 episodios que pasan sin sentir, con sus hitos y momentos difíciles, como suele pasar en cualquier maratón.
Inspirada en los hechos reales acaecidos en 1994 en Valledupar, Colombia, cuando un equipo de ladrones planeó y atracó el Banco de la República. La banda de criminales liderada por "Chayo" (Andrés Parra), "El Abogado" (Christian Tappan) y "Doña K" (Marcela Benjumea) ideó una estratagema que involucraba directa e indirectamente a 26 personas.
El resto de integrantes: el fiel "Sardino" (Juan sebastián Calero, "Distrito Salvaje"), el viejo "Dragón" (Waldo Urrego) al que ningún material se le resiste, el politoxicómano "Maguiver" (Édgar Vittorino) capaz de desactivar cualquier cuadro eléctrico, "Estiven" (Rodrígo Jerez) más corto que el rabo de una boina y el transparente "Doria" (Pedro Suárez). Además de los anteriores, tuvieron participación activa y clave el jefe de policía (Juan Pablo Barragán) y el coordinador del equipo de seguridad del banco interpretado por Ramsés Ramos.
Los asaltantes planeaban llevarse unos 15.000 de pesos pero a la práctica se contabilizaron 23.074 millones, el equivalente a 33 millones de dólares y 6 toneladas de peso.
CRÍTICA DE LA SERIE EL ROBO DEL SIGLO - CEC SERIES
"Robar está mal" o todo depende del color del cristal con que se mira. No podemos evitar sentir simpatía por estos sinvergüenzas. La serie se ve del tirón y es capaz de mantener la atención del espectador a lo largo de sus 6 capítulos. Para nosotros los primeros 3 han sido los más difíciles de aguantar porque recuerdan demasiado a "El último gran robo" disponible en Filmin.
Al tratarse de un asalto, los inicios son todos similares y cuando vemos 3 veces lo mismo estamos ya aburridos. Sin embargo, lo interesante viene después de haber abandonado el lugar del crimen. Una vez se tiene el dinero, ¿cómo se inyecta en el mercado sin levantar sospechas? Bueno, pues ahí está la gracia de la serie.
Por supuesto que dirigirse a una entidad financiera y querer hacer un ingreso en efectivo de una ingente cantidad de capital no es precisamente lo que se califica de movimiento inteligente. Ni qué decir tiene que fardar de atracador para impresionar a nuestra pareja siendo ésta policía es de nivel avanzado de estupidez. Acabar preso en un calabozo por liarla parda en una noche de desenfreno tampoco es mantener un perfil bajo.
El devenir de los ladrones más sagaces de Colombia produce hilaridad porque como siempre decimos, ser un hacha en algo no salva a nadie de ser un estúpido emocional, un bípedo con la inteligencia de una amoeba, un orangután cosumidor de plátanos. Es por ello también que no nos dejamos nunca deslumbrar por los titulares y vamos a indagar cavando la superficie. ¿De dónde viene? ¿A dónde va? ¿Qué ha hecho? Muchas veces sólo es necesario oír al personaje 5 minutos para tener una respuesta definitiva que confirma o desmiente la fachada.
En el caso de la pandilla de ladrones, no podemos considerar que tuvieran los hemisferios cerebrales especialmente desarrollados. Durante el golpe, se puede calificar de extraordinaria la gestión de la presión, el despliegue de efectivos y la capacidad de improvisación. Lo que fue a posteriori, es otro cantar que los traicionó tanto a varios niveles. El humano que todos llevamos dentro es el "corazón delator" de Poe.
Irónicamente, un insignificante detalle tuvo la mayor relevancia a la hora de inyectar el dinero en la economía. Las grandes empresas terminan derruidas por pormenores y de ello debemos tomar nota. No porque vayamos a robar un banco sino porque cualquier iniciativa de considerable magnitud puede acabar fallando por una china infravalorada en el camino.
Otra moraleja que podemos extraer de esta serie es que no importa el nivel de precisión con el que calculemos, siempre habrán imprevistos porque la vida es así: repentina e inesperada. Incluso cuando todo está milimetrado no se puede erradicar el factor del azar. Sí se puede disminuir al máximo pero, aún así, aparece un covid y te jode la planificación quinquenal con la que habías contado.
Pues como esto, el robo del siglo no contó con ese factor que hizo que los billetes fueran rastreables además de que las autoridades aprovecharon la buena baza del miedo del ciudadano.
Una serie muy entretenida que logra aportar valiosos aprendizajes siempre y cuando no consiga sembrar la fatalidad e inmovilidad mental. "Como de todas maneras todo saldrá mal, ¿Para qué esforzarse?" Y ciertamente podríamos ser de este parecer pero ¿Qué hacer durante los 70 años que tenemos por delante?
Quizás debemos dejar de pensar en el objetivo y disfrutar del camino, de la ilusión de trazar un sendero propio, de las dificultades y los retos mentales que supone. Sí, vamos a acabar todos muertos y enterrados y esa es la única fatalidad que debemos asumir, el cómo llegamos es la cuestión. Nuestra elección es la de evitar sentirnos atados, obligados, humillados pero es sólo una de las posibilidades. Las hay de todos los gustos y colores.
El robo del siglo es una buena propuesta a partir del tercer capítulo, hasta entonces es sólo un entretenimiento sólido y bien actuado en el que destacamos a Christian Tappan por encima de los demás. No obstante, todas las actuaciones son muy convincentes y dignas.
