Cuando YouTube con su servicio Premium presentó la primera temporada de “Cobra Kai”, había dudas sobre cómo podía funcionar el hecho de volver a personajes que fueron icónicos en los 80.
Y ahora, un tiempo después, seguramente gracias a las buenas sensaciones que ha dejado el boca a boca, es Netflix quien pone la carne en el asador. ¿Cómo lo hace? Subiendo directamente la primera y segunda temporada y anunciando una tercera. Se intuye que Netflix va a querer rentabilizar el éxito de ese ejercicio de nostalgia combinado con dramas juveniles que es “Cobra Kai2. De hecho, en su catálogo ya podemos encontrar “The Karate Kid”, la película que lo empezó todo.
Pero vayamos a la serie y los motivos que han hecho que sea un triunfo total de audiencia. Para empezar es fácil engancharse a un producto, si la duración de sus “raciones” no corre el riesgo de ser excesivo. Es decir, en menos de 30 minutos, es difícil cansarse o perder el interés. Bastará con que la “ración” esté bien cocinada, sin grandes inventos, sin querer contentar a los paladares exigentes. Si tiene elementos conocidos será aún más fácil. Y no se puede negar que cualquiera que tenga más de 30 años sabe de que va “The Karate Kid”. Los más fans habrán visto la trilogía original, sabrán que Hilary Swank era la protagonista de una fallida cuarta parte. Y pensará que demonios hace el hijo de Will Smith en ese remake que protagonizó junto a Jackie Chan. Jackie Chan “copiando/homenajeando” el papel del sr. Miyagi que inmortalizó Pat Morita.
Los capítulos cortos facilitan que, si te gusta la serie, en uno o dos días te hayas merendado una temporada, y en una semana las dos. Doy fe de ello. Y es que si tienes 40 y pico, ver la inteligente jugada que es ponerse en la piel del “malvado” Johnny Lawrence es apetecible. Más cuando ves que el tiempo no le ha tratado bien y que quizás no era tan “malvado”. Queda claro en el primer capítulo de la primera temporada que nunca una patada cambió tanto el destino de alguien.
“Cobra Kai” ofrece una primera temporada donde juega mucho con la nostalgia. En una especie de “¿Qué fue de…?” consigue casi de manera muy efectiva, ver que ha sido de Johnny Lawrence y también de Daniel LaRusso. Y hace que le pilles cariño desde el minuto uno a ese “malvado”. Porque en el fondo no deja de ser alguien, que fruto de unas decisiones erróneas en su juventud, no ha conseguido levantar cabeza. Con el paso de los capítulos, veremos que esas decisiones quizás venían derivadas de una situación personal nada fácil, aunque pudiera parecer el típico niño pijo sin problemas. Es decir, en “The Karate Kid” Daniel era el “pringado”. Pero ¿y si realmente el pringado fuera Johnny? Así que el resurgir de Johnny nace cuando encuentra a un “pringado” tipo Daniel LaRusso. Y decide ayudarle. Sin querer hacer spoiler, decir que la inclusión de personajes jóvenes, con vidas/comportamientos similares a las que vivieron nuestros protagonistas hace más de 30 años, es un acierto y abre nuevas tramas en la serie.
La serie cuenta también con un sentido del humor que rezuma en muchas de las escenas que comparten Lawrence y LaRusso. Es decir, se odiaban de jóvenes, desconfían el uno del otro en el presente y aún así cuando comparten plano hay momentos brillantes a nivel cómico. Aunque eso sí, aquí hay cal pero también hay arena.
Y hay nostalgia y mucho homenaje a los 80. Esa obsesión por “Águilas de acero”, esas canciones, el coche de Lawrence… El guión se aprovecha de esa fuente que es “The Karate Kid” y ofrece incluso una versión 2.0 del famoso torneo de kárate. Hay nuevos alumnos, con nuevos problemas y muchas “confusiones” que permiten que la serie siga sumando capítulos. Porque seamos sinceros, en la vida real, nada se lía tanto como para llegar a ciertos extremos. Todo esto hace de la primera temporada un producto muy interesante, con un final mucho más oscuro de lo que se podía esperar y una aparición final que deja desconcertado al espectador.
Hasta aquí todo perfecto, pero claro cuando una serie funciona… no se para… Y llegó la segunda temporada de Cobra Kai. Y quien esta crítica escribe, ya no disfruta tanto. Porque los “líos” se convierten en demasiado rocambolescos. Se acaba pensando “parecen imbéciles, mira que es fácil decir esto o aquello…” Hay nuevos personajes, que se suman a los que anteriormente “repetían” las vivencias de nuestros protagonistas iniciales y que no cuentan nada que no sepamos cómo va a acabar. Y hay un malvado, que nadie entiende, como dejan que siga siendo malvado. Como me está costando no hacer spoilers… Se ha perdido toda la novedad de la primera temporada, la nostalgia empieza a no funcionar, a pesar de un sexto capítulo que es un homenaje en toda regla y que no disimula serlo. Es más, el cariño con el que se debe haber rodado ese capítulo traspasa la pantalla y emociona al espectador. Yo solté una lagrimilla y más entendiendo después el por qué de dicho capítulo.
Y llegamos a un final de segunda temporada, horrible en mi opinión, esto de no poder hacer spoilers… Y que deja claramente abierta la puerta a esa tercera temporada que llegará en 2021 a Netflix, y que invita a pensar que se recuperarán más personajes de la saga original. Y eso acabará jugando en contra de la serie. Bueno, eso y seguir generando situaciones inverosímiles para mantener la maquinaria engrasada. Y no hace falta la verdad, porque el buen sabor de boca que dejó la primera temporada ya era suficiente. Porque ver a William Zabka retomar ese villano y conseguir que le deseemos lo mejor, ya era suficiente. Porque pillarle manía al Daniel LaRusso que vuelve a interpretar Ralph Macchio, ya era suficiente. Uno entiende que se quiera mezclar nostalgia con sangre nueva (esos alumnos, esos dojos…), pero hay que saber parar. Y Cobra Kai corre el riesgo de seguir perdiendo interés, como pasó con la saga original. Que tras una primera y segunda entrega más que aceptables, se fué al traste con una tercera totalmente prescindible. Y no contento con ello, nos trajo a Hilary Swank repartiendo galletas en “El nuevo Karate Kid”. La de Jackie Chan y el hijo de Will Smith, lo dejamos para otro día, que tela también…