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Viernes, 10 Abril 2009 07:18

Escena seleccionada de "Amores Perros", de Alejandro González Iñárritu.

Escrito por  Publicado en Selección de escenas de películas
Amores perros

Amores perros (Photo credit: Wikipedia)

Estrenamos la sección en la que seleccionamos una escena de una película y la diseccionamos y analizamos para hablar de temas que propone su guión en profundidad, a modo de texto de aprendizaje, que nos sugieren los diversos golpes de inspiración en guiones tan brillantes como lo es el presente, firmado por Guillermo Arriaga y filmado por el gran Iñárritu, que pronto volverá a nuestras retinas con su nueva película, "Biutiful", que seguirá un orden cronológico, a diferencia de sus anteriores filmes.

AMORES PERROS. PRIMERA PARTE DE LA QUE PODRÍAMOS LLAMAR LA

TRILOGÍA DEL DOLOR Y DEL AMOR (por Iñárritu y Arriaga)

ESCENA PRETENECIENTE AL TRAMO FINAL, ESCENA PROTAGONIZADA POR EL CHIVO.

Una necesidad: el dinero

Un defecto: el humano

Una consecuencia: abandonarse al olvido de la razón

Se crea un paralelismo entre el personaje, el Chivo, que mata por dinero, y su perro, y queda recogida la dicha de que "cada perro se parece a su dueño", típico tópico, sin duda, que en este caso es relevante no pasar por alto. Es necesario, para hacer reaccionar al personaje, un hecho crucial, como lo es la muerte a manos de su perro de sus otros fieles compañeros, que le hará verse reflejado en su perro y por el cual cambiará su modus vivendi.

Magnífica escena que plasma sublime y sutilmente la manera en que un factor externo llega a tergiversar toda una vida aunque, sea dicho de paso, en este caso es necesario para la toma de consciencia que experimenta el personaje de los derroteros por los que ha sido encauzada su vida.

 

En una primera lectura el hecho en sí puede ser percibido como una lástima y se puede, como el vagabundo, sentir una terrible ira y un odio que puede desembocar en expulsar al factor externo de nuestra vida. No obstante, tras una inspiración profunda, el personaje cae en la cuenta de que todo aquello no es más que una mera imagen de él mismo. Un mercenario que mata por ser su oficio y, como en todo oficio, el hombre es el responsable de adiestrar, por una parte, y de compensar el esfuerzo con una compensación económica.

Tanto él como el animal, han sido adiestrados para matar. La única diferencia estriba en la causa. La suya, directa (le pagan los humanos para que mate) la del perro, indirecta, los humanos lo utilizan como herramienta y como fuente de ingresos en las peleas de perros callejeras. El caso es que ambos han desarrollado un instinto asesino automático sin cuestionarse el porqué de sus actos, sin ir más allá en sus reflexiones.

La vida te va llevando hacia un sitio u otro pero el dejarse llevar depende se uno mismo. En el caso del perro, el animal actúa por impulso, es el de supervivencia pues mata o le matan, el hombre no. Es la mayor diferencia entre el uno y el otro, la capacidad de razonar. No obstante, los humanos son pintados como meros animales que se abandonan al tiempo y a los hechos que van sucediendo. Sucumbimos a las presiones externas. Aprendemos a reaccionar en función de unas pulsiones y de unos impulsos que la sociedad trata de enmascarar con la supuesta civilización pero que, al final, al ser inherentes al ser humano o al ser vivo, acaban por salir o manifestarse de un modo u otro. Y, de repente, te encuentras en el ocaso de tu vida, maldiciendo tu pasado, arrepintiéndote por haber tomados ciertas decisiones, lamentando haberlas adoptado a oscuras o bajo el influjo de unas emociones no educadas y que no han sabido gestionarse adecuadamente.

Con esta escena, se nos comunica que cada uno es artífice de su propia tumba. Pocos son los que se dan cuenta de esto a tiempo. Pocos son los que llegan a parar la inexorable, y aquí recojo una visión muy David Lynch de lo que es el mundo, rueda azarosa de la vida.
El resto, como vemos al final de la película, perros nacieron, perros son y perros permanecerán. ¿Serán por ello más felices? Dejo que seáis vosotros que juzguéis tras analizar el film conveniente y detenidamente. No lo lamentaréis.