Partimos de la base de que la primera temporada de 'Fargo' fue un regalo para los ojos del espectador. No solo por lo extraño que era lo que estábamos viendo en pantalla, sino por el compendio de situaciones y personajes tan pasadas de vueltas que, curiosamente, terminaban encajando a la perfección con la película de los hermanos Coen del año 1996.
Y además estaba Billy Bob Thornton…
¿Cómo superar algo tan fino?
Una segunda temporada significaba una historia nueva y nuevos personajes. Eso es un trabajo arriesgado cuando dejas el listón tan alto. A veces es mejor dejar las cosas como están. Con una temporada de diez episodios ya nos valía...
Pero USA no es así y, un año después, nos llegaba una nueva entrega de Fargo. Mismo escenario, misma nieve, distinta época y distinto espíritu.
La segunda temporada nos narra una historia ocurrida dos décadas antes de la anterior y lo hace con el mismo humor negro. Pero de una manera tan oscura que te hace replantearte el espíritu humano.
Noah Hawley vuelve a dar en el clavo con un guión tan sarcástico como violento, dando mucho más juego a unos personajes de alma negra que deambulan por la historia con unos principios morales que cambian al antojo de sus intereses sin plantearse el vivir fuera de la ley.
¿Y qué decir de su ejecución? Pues Fargo no solo ha recreado la década de finales de los 70 y principio de los 80 con acierto, sino que su realización es tan brillante como su contenido, cuidando a la perfección la música, las cortinillas y las pantallas partidas que, en esta ocasión, tanto aportan a la historia que se nos cuenta.
La segunda temporada de Fargo es, sin duda, una de las mejores en series del 2015, y estamos ávidos de una tercera temporada, que llegará en 2017.