"UN BOLO GRANDE"
Lo de Vetusta Morla es algo inaudito en nuestro país. Si ya habían marcado una era allá por el 2008 con su interminable gira de “Un día en el Mundo”, llama la atención qué en una época de inmediatez y corrientes musicales, los madrileños hayan ido poco a poco haciendo una apuesta por el folklore patrio, que viene a ser lo mismo que a lo que llamamos folk en otros países y que tan de moda se ha puesto, pero que, al ser de aquí, muchas veces tachamos de trasnochado, caduco o incluso rancio.
Por ello merecen todo el respeto del mundo, no sólo por su valentía a la hora de investigar nuevos terrenos musicales y escribir textos que poco o nada tienen que ver con sus primeras andaduras, sino por conseguir que sus fieles sigan desde el primer día y además cada vez se unan nuevas generaciones.
La noche del 1 de diciembre volvió a ser comunión, como cuando nos veíamos en salas más pequeñas, pero con mucha más gente y con un despliegue de medios que nada tiene que envidiar a otras bandas. Fue lo que llamamos en Madrid, un bolo grande.
Momentos irrepetibles como Finisterre, Copenhague, con la que compartieron escenario con Leiva cerrando así un círculo generacional que había empezado con Juancho de Sidecars y había seguido con un montón más de músicos durante todo el verano.
En 23 de junio Pucho danzó acompañado volándonos la cabeza a los allí presentes y Los Días Raros cerraba una vez más, una gira en la que se golpeaba la mesa de pan, la percusión de Jorge y la batería del Indio en el que fue quizá, el momento trance de todo el concierto.
No sabemos que nos deparan ahora estos chicos, pero lo que está claro es que empieza un nuevo ciclo. Siempre lo empiezan.