Extraño lo que ha pasado con Wicked City, una serie con una inversión importante tanto en su producción como en la campaña de promoción.
Lo cierto es que con pocos episodios ha sido cancelada de su emisión es Estados Unidos después de haber puesto toda la carne en el asador.
Cierto es que su argumento podía estar un poco fuera de tono en un canal como la ABC, una cadena en abierto que en este caso no filtró esta historia de un asesino en los años 80 que después de matar a sus víctimas, abusaba sexualmente de ellas.
A esta premisa le podemos añadir todo tipo de excesos en la época más decadente de Hollywood en la que era fácil conseguir una mamada de una joven aspirante a actriz a cambio de una raya en el asiento trasero de un coche.
Wiked City se ha llevado el record del mínimo de audiencia y las desastrosas críticas que ha recibido no han hecho más que empeorar su delicada situación en tan sólo tres episodios, con lo que la ABC ha tomado la decisión de recortar 3 capítulos para dejarla en 8 en lugar de los 11 que tenía previstos.
De esta manera se precipitaría un final incoherente que definitivamente no terminará en nada bueno.
Esta vez la dinámica de las series por reclutar a actores más o menos acabados, Jeremy Sisto, Erika Christensen, no ha hecho más que jugar en contra de la previsiones. Lástima por Taissa Farmiga, pues tiene un prometedor futuro tanto en la pequeña como en la gran pantalla. Esperemos que esto no lo ensucie.
¿Realmente es tan mala y maldita Wiked City? Yo pienso que no. Realmente no ofrece nada nuevo, pero tiene algo de adictivo por su estupenda ambientación, los constantes guiños al cine y la música de una época en un lugar concreto.
El problema es su intento de thriller ochentero en un momento en el que las series de televisión están a un nivel muy superior al de hace diez años. Quizá un producto así hubiera calado más en pantalla grande debido a la moda de volver a realizar ese tipo de cine y el error, les ha costado uno de los batacazos más grandes de la reciente historia de la televisión.