Si la primera temporada de 'Slasher' ya estaba cogida con pinzas, 'Guilty Party' es la prueba definitiva de que la serie debe acabar en esta segunda temporada.
Cierto es que vuelve a reunir todos los ingredientes que hizo que el género slasher triunfara durante la década de los 80, pero el déficit de calidad, los pobres guiones y una historia de lo más disparatada, convierten a este “esperado” regreso en un sinfín demencial que roza constantemente el telefilme familiar.
Si la primera temporada jugaba con los clichés del cine de asesinos en serie, ponía a prueba nuestra capacidad para aguantar la tensión y los litros de sangre, todo ello mientras nos decidíamos por quien podría ser el asesino, 'Guilty Party' resuelve las incógnitas demasiado deprisa para dar paso, en los capítulos finales, al tedio más absoluto y la risa fácil, en absoluto intencionada.
Esperemos que los creadores paren aquí o bien se encierren en su casa para engullir giallos a mansalva, porque Argento y Craven sentirían vergüenza ajena del rumbo que le están dando a este tan maltratado subgénero.