UN ARTÍCULO ORIGINAL Y EXCLUSIVO de CEC SERIES
El miércoles 18 de marzo se estrena en la cadena FREEFORM TV "Motherland: Fort Salem", el nuevo drama sobrenatural estadounidense de 10 episodios que nos situa en un mundo distópico 300 años atrás en el que el gobierno de EEUU a través de un tratado con las brujas puso fin a la cacería de éstas.
Las brujas, bajo promesa de usar sus poderes en favor de la nación, se libraron de los juicios que se estaban llevando a cabo en Salem y se convirtieron en guerreras. Una estirpe de mujeres guerreras y poderosas defendiendo a su país que son entrenadas en Fort Salem, de ahí el nombre de la serie.
Las protagonistas son 3 mujeres jóvenes interpretadas por Taylor Hickson como Raelle Collar, Jessica Sutton ("The Kissing Booth") como Tally Craven y Ashley Nicole Williams como Abigail Bellweather que desde su entrenamiento básico en combates de magia hasta sus primeras misiones están sometidas a rankings diarios que acrecentan la competitividad entre ellas y con las demás. El odio ancestral y las nuevas amenazas como los "Spree" un grupo de despiadados, salvajes indetectables que operan en secreto. ¿Cómo luchar contra ellos si ni siquiera pueden saber quién forma parte de ellos?
"Motherland: Fort Salem" es sin lugar a dudas una serie que vuelve a inyectar feminismo en la sociedad adolescente invirtiendo los roles tradicionales de género y poder. Volvemos a ver mujeres convertidas en soldados, empoderadas no solo socialmente sino sobrenaturalmente y luchando en primera línea contra amenazas terroristas.
De nuevo observamos la prescindible figura masculina en todos los sentidos dejando al descubierto un feminismo que sabemos que no es la clave en la lucha en favor de la igualdad. Un contrapeso en el extremo opuesto y en respuesta a los años o milenios de subyugación sexual con este continuo oleaje de ficción inundada de fortaleza y orgullo femenino.
Una marejada de desigualdad a la contra de la que las mujeres ahora son protagonistas haciendo una discriminación positiva pero discriminación a fin de cuentas. Nada más pernicioso para la salud de una sociedad en reconstrucción que volver a incurrir en los mismos errores del pasado pero esta vez imponiendo la supremacía matriarcal.
Los mismos pecados y pecadores de la misma religión: la reacción a la contra tan humana y disculpable que la pereza se asentará excusando esa soberbia e ira que con envidia del falo, la gula se cebará en esa vanidosa lujuria haciendo gala de hermosa avaricia sin saber cuándo ni cómo parar.