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Viernes, 10 Junio 2016 12:52

Inicio de la campaña del 26-J. Carta a "nuestros" políticos, a los medios de comunicación que los encubren y a nuestros anestesiados conciudadanos.

Escrito por  Publicado en Editorial

LA HISTORIA (N)OS JUZGARÁ DURAMENTE: TENEMOS UN PAÍS DE VERGÜENZA

Empieza la campaña del 26-J, comienza la cuenta atrás, y asistimos al desfile de los mismos rostros, más que trillados, por todos los medios de comunicación -previo "pago" o "acuerdo" a cada uno de los canales de televisión y periódicos-, que les dan cobertura para maquillar o llenar de fango a unos y a otros, según convenga, y ya sin ningún disimulo ni pudor, pues todos sabemos que el periodismo también ha muerto.

Seguimos obviando que la verdadera crisis del siglo XXI no es económica, sino una crisis social global y vosotros, nuestros políticos, representáis todo lo que es vergonzoso en nuestra sociedad. Y sí, no somos inocentes, entre otras cosas porque todavía millones de personas depositan su confianza en los mismos que han vendido nuestro bienestar al mejor postor. Pero vosotros debéis asumir vuestra responsabilidad, mucho mayor que la nuestra.

Vosotros, los que nos pedíis esfuerzos, sacrificios, paciencia y obediencia, mientras vemos en el telediario vuestros despilfarros y vuestra vida de moralidad podrida. Pero si protestamos en el congreso, ese que habéis convertido en un teatro, somos nosotros los de cuestionable dignidad y necesitáis leyes mordaza. Las necesitáis para defenderos de nosotros, de nuestro hastío, de nuestra repulsa.

Vosotros, los que con una mano os indignáis ante el aborto y lo aborrecéis en todas sus formas, mientras que con la otra mano, le negáis la atención a personas dependientes o a aquellas que nacen con una discapacidad, que les impide hasta comer por sí mismos. Defendéis a capa y espada la vida dentro del vientre materno, pero justificáis el hecho de levantar muros que condenan a millones de personas a la muerte en todo el mundo.

Vosotros, que os habéis enriquecido de forma ilícita, ladrillo sobre ladrillo, ahora echáis a la gente de sus casas y los desterráis a la miseria. Mientras vosotros mandáis el dinero a Suiza, a Andorra, o al mundo, nosotros mandamos a nuestros hermanos, amigos, hijos para que puedan encontrar allí un futuro que les habéis hipotecado. 

Preferíis que os tomemos por tontos a declararos corruptos, porque al tonto no se le piden responsabilidades, y mientras los juzgados se llenan de manos derechas, las cabezas pensantes permanecen impasibles agarradas a su sillón, mirando hacia otro lado con cara de asombro.

Nos sentimos orgullos@s de una sociedad que presuponemos justa, y que asiste impasible a que un joven entre cinco años en prisión por robar 79 euros con una tarjeta de crédito falsa, mientras que aquellos que han estafado millones planean sus próximas vacaciones o se enfrentan a unas penas similares a ese chico que robó 79 euros hace cinco años. No creo que sea un castigo muy equitativo, y creo que no hay que estudiar derecho para verlo.

Nuestras fronteras en Europa se llenan de personas huyendo de la guerra, del hambre y de la muerte, el mismo fantasma que castigó a los europeos hace poco más de 70 años, y vuestra respuesta ha sido la demagogia, la indiferencia y la vergüenza de dejar morir a miles de personas en nuestras costas. La historia nos juzgará duramente.

Estamos a las puertas del 26-J y las encuestas nos dicen que el partido más votado en España volverá a ser uno de los más corruptos de la historia reciente de nuestro país. No existen mecanismos de control a los poderes públicos, no hay transparencia, el poder judicial está al servicio del poder y nos falta democracia.

Una democracia que se supone que podemos practicar cada cuatro años eligiendo a uno de los lobos disfrazados de corderos que nos presentan en las papeletas, con un programa que no cumplirán, algo por lo que ningún mecanismo del tan cacareado "estado de derecho" les pedirá explicaciones. Nos sobran razones para el cambio, pero nos falta valor para llevarlo a cabo.

Porque los grandes cambios suponen incertidumbre y requieren sacrificios, y no estamos dispuestos a que cualquier cambio en el status quo amenace nuestras vidas llenas de cosas que no necesitamos, pero vacías de valores como la solidaridad, la justicia social o el respeto a la vida de los demás.

Tal vez por esto, aquellos que tienen la suerte de no estar en el paro o tener un contrato temporaal de 2 horas diarias, poseen mejores coches, mejores teléfonos, más segundas viviendas, y también más dosis de prozac en su armario.