Recientemente, recomendada por un amigo, fui al cine a ver la película Animales Nocturnos, que me hizo pegarme al asiento y contener el aliento durante las casi dos horas de película.
Hacía mucho tiempo que ver una película no despertaba de forma tan intensa esa mezcla de tensión, angustia, rabia, reflexión y que además tuviera un final hasta poético, de esos que crean debate en las cervezas de después.
Una mujer ambiciosa, atrapada en una vida personal al borde del abismo, recibe la novela finalizada de su ex marido, al que abandonó por su falta de ambición y carácter. A partir de aquí, la trepidante y dramática historia literaria se mezcla con la vida de los personajes, hasta que el espectador pierde la perspectiva sobre donde empieza una y termina la otra.
Si a un argumento elaborado le sumas las sobresalientes actuaciones de Amy Adams, Jake Gyllenhaal, Michael Shannon y Armie Hammer, el resultado es sublime y totalmente recomendable.
Tanto me enganchó la película que investigué un poco sobre su director, Tom Ford. Y, para mi sorpresa, se trata de un afamado diseñador de alto standing norteamericano de reconocido éxito en su campo (si, posiblemente tenga que ponerme más al día en moda, porque al parecer el hombre es bastante famoso), que ya había triunfado con su obra debut, Un hombre soltero.
Así descubrí que es su segunda película y me animé a ver su primera peli, Un hombre soltero, y de nuevo me pareció una gran película: con un argumento sencillo, pero capaz de transmitir emociones. Con una interpretación magistral de Colin Firth, y una banda sonora genial.
El argumento, un maduro profesor universitario, gay, y su emotiva historia de pérdida y resurgimiento. Ambientada en los Estados Unidos durante la guerra fría, tiene un final que tampoco deja a nadie indiferente. También muy recomendable.
Pues nada, que ya estoy a la espera de la tercera película de Ford, que espero no se haga esperar tanto como Animales Nocturnos.
