El bueno de Vincent pasó de la gloria de "
Billion Dollar Babies" y "Welcome To My nightmare" (grandísimos discos) a caer en cosas como "
Lace And Whiskey", que aunque no estaban mal del todo carecían de la inspiración imperante de antaño. Icomprensible, o no tanto, si sabes que el tipo se bañó casi literalmente en cualquier clase de alcohol y abusó de otras substancias durante esos escasos años de gloria.
Ya sabéis, los encantos tóxicos acaban por mermar a 8 de cada 10 estrellas. Y es que precisamente los artistas sanos y poco problemáticos no dan tanto juego como
Nikki Sixx, Ozzy, Keith Moon y compañía. Alice se pasó amorrado a la botella un buen número de años. Así que después de alguna resaca o vomitera de campeonato, decidió que ya era hora de parar e ir a una buena clínica de desintoxicación.
"From the Inside" es eso, la parte positiva del internamiento en un centro de desintoxicación; muchos artistas han podido extraer joyas directamente del fondo de sus particulares "descensos a los infiernos". Como si de los pasos de una pasión se tratara, y con la ayuda del letrista
Bernie Taupin (que aquí se luce igual o más que con
Elton John), Alice nos describe a través de canciones su paso por la institución.
Y lo hace centrándose en los disparatados personajes que pululaban por allí, mezcla de toxicómanos, locos de atar o simplemente almas extraviadas que acabaron allí por puro error, todos ellos con evidentes y graves problemas mentales. El disco es sencillamente magistral, un viaje en vagoneta de feria por ese castillo del terror que era la mente de Alice en esos turbulentos tiempos.
Cada detalle está empapado en alcohol, sudor y sangre, y todo bien galvanizado con ecos de electroshocks. La instrumentación para mi es magistral (que no virtuosa); todo ello gracias a que Alice logró transmitir su visión a los músicos y ellos la recondujeron a la audiencia con atmósferas y arreglos muy logrados. Predomina el sonido hard-rock con el que se hizo famoso junto a nuevas reminiscencias sonoras, pero sin himnos de la talla de "Elected" o "I'm Eighteen".
Se hacen notorias las influencias de todas las tendencias musicales que en aquel momento estaban en boga; desde el A.O.R. pasando por el funk con aires disco, aderezado con arreglos de cuerda sintetizados en la línea de la E.L.O. pero sin caer en la empalagosidad de éstos. También encontramos huellas de Elton John o ecos de la épica de Queen en los temas lentos del disco que son unos cuantos; todo envuelto en un aire más bien decadente y con un punto de cordura insana.
Dentro del equipo de colaboradores de Alice se incorporan Bernie Taupin como letrista,
Davey Johnstone,
Dee Murray (todos integrantes del séquito de Elton John) y
Steve Lukather de Toto, sin olvidar a otros habituales de sus discos anteriores como Dick Wagner; todo bajo el manto de la producción de David Foster que dota a esa obra conceptual de un sonido brillante y limpio sin perder fuerza ni frescura. La única nota negativa es que es muy corto.
Vayamos a desgranarlo tema por tema: "From The Inside" es un maravilloso inicio que tiene algo de funky en el trabajo realizado por la sección rítmica y también algo de cabaret malsano. Se oyen las puertas de la locura crujir muy lentamente, la voz de Alice comienza muy meliflua para irse irritando poco a poco. Se da cuenta que ya no está en un escenario, sino en algo que parece una casa de locos. Hay referencias a Jim Morrison, compañero de juergas de Alice.
Y lo peor, darse cuenta que ya no encuentra ni su propio maquillaje (maravillosa introspección en la que Vincent busca a su alter ego Alice). Dicho maquillaje está literalmente, dentro de él. "wish I Were Born In Beverly Hills" es el tema más comercial del disco, en el que las sonoridades propias de Elton John entran a dar un soplo de aire fresco a tanta peste a orín y a pastillas de colores. Las guitarras son fantásticas, y vuelve a reconocerse cierta cadencia funky.
El solo de guitarra nos devuelve a un Alice de tiempos pasados y la canción acaba en un fundido de dicho solo. A pesar de que pueda soprender a muchos Alice es un baladista de primera con un sentimiento sincero y nada ñoño; prueba de ello es "The Quiet Room". Éste nos presenta unos coros celestiales al inicio y como si de una pesadilla se tratase, dicho inicio ideal acaba roto por guitarras que entran a matar cuando Alice decide desnudar sus sentimientos más íntimos.
La sala donde lo encierran es tranquila, sí, pero es blanca y estéril como una tumba. Y en esa soledad obligada se ve arrastrado a una "dimensión desconocida" personal, un punto muerto donde no hay vuelta atrás. En esa encrucijada contempla la visión de una muerte dulce a través del suicidio. En una línea que me pone los pelos de punta dice "no logro conseguir que estas malditas muñecas sangren". Lo dice con tanta convicción que hiela la sangre.
Esto no es un disco de los Beach Boys, amigos. Incluso se diría que se pueden oir los correajes de la camisa de fuerza y dos tipos forzudos poniéndosela mientras sigue cantando esta especie de nana diabólica y enfermiza. "Nurse Rozetta" es otro de mis temas preferidos donde vuelven a asomar algunos elementos funk. En todo infierno hay un cicerone, alguien que vigila tus pasos y en este caso hay una enfermera, a medio camino entre la aspereza de la Señorita Rotenmeyer y un cuerpo que pondría verde de envidia a Mónica Bellucci.
Como buen hombre que se precie, a todos nos ponen las enfermeras, y sus vestiditos. En esos parajes Alice se entretiene, y no es una mala opción contando que hay que convivir con la locura, el suicidio y los demás inquilinos. Fantasea con acostarse con ella, y acaba por constatar que es Jezebel, enviada por el mismo Satán. La canción es lo más A.O.R. que el bueno de Alice había hecho hasta que luego llegaran "Constrictor" y similares. Lukather compone, y sus guitarras marca de la casa pueden oirse. Maravillosos coros.
"Millie and Billie" es uno de los temás más trágicos del disco cantado con un tono de desesperación absoluto. Es un dueto en la antesala del infierno. Una especie de Carpenters chalados, Millie y Billie hablan sobre el asesinato y el despiece del marido de ella para que pudieran estar juntos. El amor ya se sabe que hace cometer muchas locuras, pero ¿vale realmente la pena?. Marcy Levy pone la voz de Millie, con una dulzura y una técnica considerables. Me encanta como se pone en la piel de una desquiciada.
En "Serious" se nota que Lukather metió las narices por aquí, y se trata del rocanrol más sincero de todo el disco, lo más duro que se puede tratar siendo un disco tan introspectivo y poco dado a disonancias. Los coros finales, cargados de R&B acelerado, le sacan las telarañas a tus pies, que hasta ahora han estado clavados en el suelo. En ella, Alice reflexiona lo que ha sido la vida de estrella del rock: Beber, fumar y acabar inconsciente en el suelo de la casa de un amigo.
Todo un ciclo que se repite hasta la saciedad y por el que tantos otros ya han pasado o pasarán. Hay que romper el círculo. "How you gonna see me now" fue uno de los singles del disco y el que llegó más alto en las listas de éxitos; además en su cara B llevaba "No Tricks", tema que no fue incluído en el álbum. El título lo deja bien claro, está dedicado a su mujer y a la impresión que ésta va a llevarse una vez haya finalizado todo el proceso que conlleva la rehabilitación.
Dentro de la casa de locos, sólo tienes tiempo para pensar en tí mismo, en tus demonios, pero hay que recordar que siempre hay una puerta de salida. Y tras ella, los seres queridos y los amigos van a observar cada paso que des fuera de allí y realmente vas a tener que trabajar duro para recuperar tu imagen y credibilidad. Otra buena balada, muy lograda y llena de emoción con una parte instrumental majestuosa.
"For Veronica's Sake" guarda algo de sonido Elton John, salvando las distancias claro. Podría incluso decirse y llegarnos a imaginar al bueno de Elton sentado tras el piano y aporreándolo frenéticamente con pasión y lentejuelas. Fantástica canción que se pega al instante, aunque no es de las más memorables. El siguiente corte "Jacknife Johnny" es sinceramente el tema que menos me gusta de todos.
En él Alice nos muestra el retrato de un pirado ex-militar de carne y huesos con el que parece ser que hizo buenas migas. Los tiempos de la jungla, los cuchillos y las muertes dan paso a los pasillos de la institucion, que según se mire, son una versión aséptica de esas mismas batallas. Todo está dentro de la cabeza. "Inmates (We're All Crazy)" es la guinda del pastel y el tema que cierra el disco a modo de himno, una especie de "We're The Champions" con tono desquiciado.
Violines que saben a victoria porqué se acaba viendo la luz al final del túnel de un tren que se ha desviado en su camino, despues de que el propio cerebro se hubieran tomado por algun tiempo un viajecito en las montañas rusas. En la canción, los mismos locos oyen a la gente tratarlos como tales, pero todos se preguntan porqué; como si ser humano no incluyera ya de por sí un elevado elemento de locura intrínseca. Quizás todo es al revés, y los cuerdos son ellos.
No es extraño que la última frase del disco sea "We're all crazy", pues en eso no se equivoca. Con esto damos por finalizado el repaso a un excelente disco que inmerecidamente obtuvo nula repecusion y que de momento sólo se encuentra disponible en una triste edición en CD con el típico sonido de lata propio de las primeras masterizaciones. Esperemos que se reedite de manera más óptima tarde o temprano y se recupere tanto su sonido como su original diseño.
Es una lástima que se haya perdido todo el arte del disco, que ha sido pésimamente fotocopiado y maquetado para la ocasión, a diferencia del vinilo que reproducía fielmente uno de los mejores diseños creados y se abría con dos puertas frontales, que dejaban ver el sanatorio en su interior. Cabe decir que Alice no acabó del todo con sus malos hábitos hasta mediados de los ochenta, tras una etapa muy confusa en la que él mismo afirma no acordarse de como grabó ninguno de los discos editados.
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