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DOSSIERS DE CINE Y ESTUDIOS DE PELÍCULAS A FONDO, EN CEC CINE.
Es la historia de la vida, es un viaje a ninguna parte, una calle sin salida que toma un formato peculiar donde nada es lo que parece.
Para apreciar la película hace falta, sin duda, haber reflexionado mucho sobre la vida en todos sus aspectos y haber tenido un enfrentamiento con el “YO” y con el “ELLOS”.
La genialidad de esta película radica en que, pese a demostrar que el ser humano está dirigido constantemente porque lo necesita, incluso en el más íntimo de sus momentos, esta obra te deja libre completamente a interpretar lo que quieras y creo que, cuanto más se extrae, más rico es tu “espíritu”. Y probablemente habrán muchas cosas de las que voy a plasmar a continuación muy personales e intransferibles, fruto de mis propias cabilaciones pero ¿No es acaso maravilloso que te exhorte a pensar, que dé rienda suelta a tu imaginación y que tú mismo te exprimas el cerebro intentando comprender las metafóricas escenas de esta obra, que dicho sea de paso, es de arte en estado puro?
Me ha sorprendido el haber leído que el jurado de Cannes la dejó por los suelos pero finalmente, digo yo: normal. Es una conducta típica humana: el rechazo de todo aquello que no comprendemos. Que si es un bodrio, que si es aburrida, que si no transmite... aprovecho para insertar una frase de Frank Zappa que me dejó huella: quien no la entienda es porque no tenía que entenderla. También pone en entredicho al mismísimo jurado y a todos aquellos a los que se puede extrapolar esta conducta de llenarse la boca
También he leído en muchas ocasiones aquello de que: “Vincent Gallo es un egocéntrico”. Perdonen ustedes mi pequeña aportación... si hay algo de lo que se le puede acusar es de ser un ególatra. Pero: “Y QUÉ????” sí, si, sí... ¿Qué más dará que al chico le guste su cara? ¿Qué más dará que al muchacho le gusten los primeros planos de su belleza? Va venga... ¿Cuantos de los que han afirmado lo anterior están exentos de ello? ¿Cuantos de los que han alentado las acusaciones nunca han sentido ganas de ser (ad)mirados por otros, el alma de la fiesta, o la superestrella de la noche? Seamos un poco menos hipócritas... y como dijo Jesucristo (el tío tenía alguna que otra frasecilla que le daba ese puntillo enrollado, y eso que no soy fan): Que tire la primera piedra quien esté libre de pecado... Pues eso. ¿Qué más dará lo que sea o lo que deje de ser si la películ es de calidad?
Y aquí dejo la introducción...
Cover of The Brown Bunny
Es una película de una hiriente genialidad poética que muestra la cruda realidad de un “yo” perturbado por un mundo gris y triste. Alguien que se siente culpable que se auto-engaña culpando a quien no debe culpar y eso le genera un perpetuo malestar y una búsqueda constante de... ¿de qué? De nada y a la vez de todo, de ella que ya no está pero a la vez de él y de la verdad. Se entiende, por supuesto, que no todo el mundo la haya sabido apreciar.
Desde mi humilde e inexperto punto de vista, la genialidad radica en el ofrecimiento de una fatalista visión nihilista de la vida en contraposición con todo lo que de ella se desprende. Es decir, los hechos “per se” no se van a poder combiar, todos vamos a acabar del mismo modo y todos seguimos, más o menos, el mismo camino labrado por otros antes, la diferencia está en quien puede leer más allá de lo evidente y esa es la película: unos dicen que un bodrio, otros decimos que una genialidad.
Todo está basado en la constante búsqueda de algo: la nada. De hecho Bud no busca nada, doble negación, ergo busca algo. Buscar nada ya es buscar algo, la nada es algo de por sí.
Es una de esas contradicciones de la vida que la película trata de comunicar tan acertadamente, igual que queda plasmada la brecha entre la velocidad enfermiza a la que se mueve el mundo industrial representado por las urbes que se van succediendo en la pantalla y la lentitud mental del ser humano. ¿Cómo es posible que el artífice del mundo veloz sea tan lento desplegando en intelecto? Es una película que llega a poner en tela de juicio que el ser humano pueda pensar.
Ofrece la visión de un mundo creado por nosotros mismos, completamente automatizado y hecho para no tener que pensar jamás, tan sólo hay que seguir al de delante nuestro.
Vemos que, a lo largo del film, la velocidad es una constante, la velocidad y la carretera, sobretdo la carreter y los caminos señalizados que indican cuando y cómo tenemos que circular por la inmensa carretera de la vida. Y la vida es eso: una infinidad de autopistas y caminos por los que nos desplazamos a una velocidad vertiginosa, parando en aquellos STOPS señalizados que debemos respetar si no queremos tener accidentes. Son los caminos de una vida marcados por el hombre los que, igual que a Bud, nos llevan a ninguna parte. Es el circuito cerrado del mundo que nos hace dar vueltas entorno a lo mismo una y otra vez. Son carreteras limitadas tanto en largada como en anchura que nos limitan la libertad impidiendo que salgamos de ellas. Es una crítica a este proceder. Pero ¿Qué ocurriría si no tuviésemos carretera alguna que delimitase un camino previamente trazado que tan sólo tuviéramos que seguir? Pongamos, no por casualidad, un desierto de sal donde no existen los límites porque no hay caminos, donde hay una total libertad por él estar solo allí.
Contrariamente a lo que deberíamos estar pensando, la ausencia total de senderos es algo que todavía limita más nuestra libertad, es más angustioso que el seguir un camino ya establecido de antemano. En el desierto total no exite norte, sur este u oeste que valgan. En el desierto total, no importa hacia donde vayas, el hacia donde te diriges es desesperante porque tires hacia uno u otro sitio ninguno lleva a ninguna parte, vayas donde vayas no existe, en tonces ¿Para qué moverte?
De lo anterior debemos extraer una visión totalmente suicidada de la vida donde la prisión de las carreteras, el circuito cerrado que nos ofrecen, es la única manera de poder trazar un recorrido porque la decisión que hay que tomar, en dicho circuito, está situada en un marco finito de opciones; sin embargo, la ausencia total de camino, nos mantiene indecisos pensando en “de qué va a servir tirar hacia un lugar u otro si de todos modos me voy a morir en medio de este desierto?” y la vida tiene un poco de eso también: un desierto de carreteras ya trazadas que nos mantiene indecisos, parados en el mismo punto, abrumados por la necesidad de tomar una decisión entre infinidad de posibilidades y sin poder decidir la dirección puesto que vayamos hacia donde vayamos, iremos hacia el mismo lugar: ninguna parte. Es por esa misma razón que el hombre inventó las carreteras (véase las reglas sociales y convencionalismos, esas cosas), los caminos prefabricados, porque de no haber sido de este modo, permaneceríamos inmoviles todavía.
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Así pues, el hombre ante la libertad total es incapaz de actuar porque no está influido por nada y, sin estar influido, NO se mueve.
Es, sin lugar a dudas, una visión devastadoramente poética y dolorosa, poco alentadora de nosotros mismos pero tan cierta como que dicen los expertos que son las emociones las que nos mueven.
Por ello, necesitamos interactuar con otros para poner en marcha esas emociones motores ellas todas de nuestras acciones. Somos los siervos de nuestras emociones. Vincent Gallo se mueve entre habitaciones vacías que retratan esa ausencia de personas. Paredes blancas, ventanas sin cortinas que expresan la melancolía del vacío total. El desierto le entristece pero ¿Qué hacer cuando el vacío nos vacía y cuando la necesidad de otros es necesaria para movernos pero resulta patética?
Allí donde va se le hace esperar ¿Qué esperar de quiénes te hacen esperar?. Hay un sillón delante de una casa: “siéntate y espera” y el sillón, una vez terminada la película se entiende a la perfección, no es fortuito y adquiere todo el sentido del mundo.
Película extremadamente bien cuadrada donde todos sus elementos están perfectamente calculados y se presentan por alguna razón. Nada es porque sí.
Antes de adentrarnos en su particular contacto con los humanos, resaltar el hecho de que los nombres de las mujeres que se va encontrando por el camino, o por lo menos de las que el se para a saludar o para hablar con ellas, tienen nombre de flores: violeta, Lilly (lila), Rose, Daisy. Anda buscando otra margarita como la primera (Daisy) pero tan sólo encuentra más de lo mismo: tan sólo una burda semejanza pero de distinto tipo.
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No es casualidad que el primer contacto humano del que somos testigos sea, pues, una chica llamada Violeta. Vemos cómo busca sacarla de su mundo y llevársela a su terreno pese a la negativa de ella. Finalmente cede. De ello se deriva la primera de las conclusiones: La mujer es débil, crédula e imbécil y el hombre, egoísta, se aprovecha.
Es una crítica a todas aquellas relaciones fugaces que empiezan de forma ridícula, que no tienen recorrido, que al empezar ya tienen fecha de caducidad porque lo que debería ser un “rollo” se convierte en relación. Son vículos vacíos donde lo que impera es la cara bonita, dónde los “te quiero” son incluso violentos, donde nada significa nada, donde no existen valores. -
Su segundo contacto humano es con unas ancianas que viven en un barrio impoluto, pulido, pulcro, ordenado. El sueño de cualquiera que se tercie. No es casualidad que su coche NEGRO aparque, delante de una casa BLANCA donde, al picar a la puerta de la perfección, de lo esperado socialmente, la respuesta que obtienes es la demora. Es chocante la facilidad con la que dejan pasar a un extraño. Cruzamos el umbral de lo exterior a lo interior demasiaso deprisa, no hay una preservación del interior. Y ¿Qué hallamos en el interior? Un lugar deprimente representado por una pareja de abuelas/abuelos (llegados a una edad realmente poco importa, todos nos acabamos pareciendo y no sólo fisicamente.) marchitos.
Así es el interior de las perfecciones sociales: decrépito. Así es el interior de los sueños americanos (mundiales): viejos y putrefactos.
La conversación que se lleva a cabo dentro de la casa con los abuelos es deprimente, no hay conversación alguna más que un diálogo de besugos, la repetición una y otra vez de las mismas preguntas con las mismas repuestas que giran en círculo. Es también, como la vida, un circuito cerrado.
Hay que destacar la facilidad con la que se puede manipular la mente de estas personas desprovistas de opinión, de convicción. Es tan fácil como repetir una afirmación 3 veces para que, el incrédulo inicialmente, acabe creyendo que aquello que le afirman con cierta rotundidad, existe u ocurrió realmente. El espíritu beligerante y decrépito del ser humano es el que se pone de manifiesto. ¿Cómo no van a ganar la partida las multinacionales que mienten más que hablan? -
De su tercer contacto humano se desprende una dualidad actitudinal en las personas. Las hay de 2 tipos: las que expresamente paran a tomar café y las que siempre están paradas. Saliéndonos de toda metáfora y traduciéndolo a un lenguaje más comprensible, están los que, de vez en cuando, se paran pese a que la vida siga velozmente su curso y están los que SIEMPRE permanecen parados y van un poco a remolque de los acontecimientos. Éstos ni siquiera esperan nada de la vida y, de lo pasivos que son, ya no son ni pasivos.
Esta escena quiere manifestar la desesperación de los humanos y cómo de hechos polvo estamos todos.
Los activos, como él y cómo se descubrirá al final del film, lo están porque reaccionan ante unos impulsos que les vienen de fuera (aunque también veremos que es una constante búsqueda la de este personaje) lo cual implica que no están realmente activos sino que lo están pasivamente. Me explico: la reacción activa se produce porque ha habido interacción con otros que son los que producen unas reacciones internas que nos mueven emocionalmente.
"Tendría que volver a verla,
cada fotograma intenta transmitir mucho más que una simple
imagen": esta es la clave. Si la vuelves a ver en otro momento de tu vida, te transmitirá muchas otras cosas. Un peliculón, digan lo que digan, que siempre defenderemos en CEC. Gracias, JJG