Cover of The Station Agent
"The station agent" es una pequeña obra, simpática si se quiere, que nos regala momentos inolvidables, repletos de ternura. Es una película que me ha encantado porque en su sencillez nos cuenta la historia de personas que sufren. Indivíduos que son diferentes, que están solos, y cuya soledad les causa dolor, dolor que hay que mitigar como se pueda...
Algunos, teniendo en cuenta cómo de cruel es el mundo, se refugian en su caparazón y crean una fortaleza a su alrededor e impiden a otros acercarse. Es propio de seres lacerados injustamente por su entorno. Es propio de seres con malformaciones congénitas que han desarrollado la capacidad de vivir en soledad y autónomamente porque el mundo ya les enseñó, desde el principio, lo que en realidad era un caldo de cultivo de ira reprimida que al soltarse siempre topa con los más desfavorecidos por la naturaleza. Eso incluye, por supuesto, no sólo a los que han heredado malformaciones sino a los que se supone que no cumplen con el cánon social estipulado. Sin llegar a representar la crudeza de la raza humana como lo hizo Lynch en "El hombre Elefante" el director, Thomas MC Carthy, sí que atina con la descripción de la masa social sin necesidad de profundizar demasiado.
Estos seres maltratados llegan a ser distintos. Sin lograr ser ellos íntegramente (¿Y quién puede teniendo en cuenta que no hay nada que pueda ser puro? ¿Acaso la pureza reside en la impureza?) son de una determinada manera que rompe con los moldes sociales y a la vez que, en su día, la sociedad se cebó en ellos también es cierto que atraen precisamente a aquellos que los repudiaron.
Ya sabemos que los niños son una raza cruel, LA raza cruel por excelencia pues no tienen todavía los límites sociales bien encajados en su cabeza. Y precisamente es durante la infancia cuando desarrollamos los traumas que nos van a acompañar el resto de nuestras vidas aunque los sepamos reconocer y, por lo tanto, controlar, pues el primer paso es tomar conciencia de los mismos.
Nuestro diminuto personaje principal, Fin, se ha construído un muro y no depende ya de nadie para nada pero su vida cambia el día que su amigo se muere. Hereda una propiedad inservible a la cual se muda. Es una antigua estación de trenes. Allí se instala y es en ese lugar apartado del barullo de la gran urbe donde conoce a dos personajes que, cada cual a su modo, se encuentran también solos. Por supuesto, éstos no lo están por ser deformes sino que la vida les ha ido llevando a esa solitud desesperanzada.
En el caso de la magnífica Patricia Clarkson, un hecho significativo en su vida la llevó a alejarse para sanar la herida que aquello le causó. No parece afectarle lo que debiera y ella, voluntariamente se aparta del mundo. No sabe lidiar con las relaciones personales, le falta práctica, se ha encerrado en sí misma para contener una pena que no quiere dejar salir porque, si la dejara salir, perdería el recuerdo, se curaría. A veces, las personas, quieren mantener vivo el recuerdo de alguien y se aferran tanto a él que se alejan del exterior.
Personalmente, opino que no es nada malo alejarse de la masa siempre y cuando ese alejamiento no sea causado por un dolor. El problema es que uno se aparta cuando no se siente aceptado y todo cuanto sea la no aceptación causa un sufrimiento en el ser humano. Pero, sinceramente, no hay nada peor que ser aceptado porque gozas de la legitimación de la masa y eso no es buena señal teniendo en cuenta los gustos y preferencias de la misma (hay que fijarse en los índices de audiencia de ciertas cadenas de televisión)
El tercero de los personajes es el entrañable Joe, al principio un saco de patatas con el que hay que cargar. Siempre está aburrido y continuamente hablando por teléfono para matar ese tedio vital que le supone vender "perritos calientes" sin tener clientela. Busca, busca alguien con quién compartir algo. No le importa si es una cerveza o si es un paseo. Necesita del calor de otro ser humano pero lo que encuentra en el exterior no son más que lazos sin atar. Y, de alguna manera, el que está atado al exterior así, como Joe, se comporta también de tal forma que resulta complicado llegar a confiar en él. Estas personas con una actividad social demasiado ajetreada no son una compañía recomendable porque son tan inconstantes como lo son para ellos los demás. Reproducen lo que ven.
En cualquier caso, es una película maravillosa que se acerca al dolor de la individualidad que hace una fuerte apuesta por ser uno mismo, por el refugio en uno mismo porque es ese refugio el que nos protege de las agresiones externas. Sólo nos podremos abrir ante alguien como nosotros. Y esa rareza que es tan criticada durante la infancia/adolescencia representa una fuente magnética al cabo de los años, para los adultos, pues cada uno de ellos ha probado el jarabe de palo que les ha dado la vida y buscan lo que Joe, alguien especial que logra comprender el sentimiento de dolor que acarrean. Persiguen la sombra de un ser humano capaz de escuchar a un prójimo y no sólo a sí mismos.
De verdad que es una película diminuta pero de un inmenso talento. Una joya en toda regla de la que se tienen que alejar todos los que se vean inmersos en la corriente masificada, todos los que gocen de un estatus elevado y todos los que buscan historias de amor hollywoodienses que no enseñan nada más que las mentiras y frustraciones de los hombres y las mujeres.
Es un diamante en bruto porque hubiese podido llegar a la genialidad si hubiese querido ahondar en el sufrimiento y sus causa pero, en vez de eso, se propone crear en el espectador una sonrisa y una incontrolable ternura hacia cada uno de los personajes. Nos recuerda que cualquiera de ellos podemos ser nosotros.