Taxi Driver (Photo credit: Wikipedia)
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"Todos tenemos una relación más o menos difícil con nuestra propia mierda (...) y disociar nuestra conciencia de nuestra propia mierda es el efecto del amaestramiento más radical para poner todo en orden"
Peter Sloterdijk en su 'Crítica de la razón cínica'
Martin Scorsese dirigió en 1976 uno de los grandes clásicos del cine moderno. A pesar de ser una película más que reconocida por crítica y público, "Taxi Driver" no es un plato de fácil digestión para muchos, y en especial, para los que quieran iniciarse en el buen cine por esta película. Cuesta lo suyo entrar y entender en toda su grandeza este obra de Arte con mayúsculas, para un servidor el mejor filme que ha visto de Scorsese, un director que podemos considerar irregular en su carrera a pesar de su inmejorable reputación. Sin embargo, y a pesar de su malsana naturaleza, visionarla es un ejercicio saludable para cualquiera y de máximo disfrute para aquellos que consigan y quieran comprenderla.
Angustias colectivas e individuales, traumas sin superar, la condición humana en su versión más primaria... Así somos todos y también Travis y el mundo que habita, esa Nueva York infectada no sólo por las criaturas de la noche, sino también por las que pululan inmaculadas, con sus trajes y sus disfraces, durante el día...
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Un hecho marca poderosamente a nuestro protagonista, y éste no es otro que el tan experimentado "amor no-correspondido", fuente inagotable de traumas en toda la historia de la Humanidad. Travis invita a una chica a ver una película porno sin plantearse que ésta, bajo la influencia de la hipocresía dominante en la sociedad, se sentirá insultada por no coincidir con los cuentos románticos que desde siempre nos han explicado. ¿A quién se le ocurre? No había ninguna doble intención por parte del personaje que interpreta Robert de Niro, pero la chica, condicionada como estamos todos por la moral global dominante, intuye los peores presagios y huye de las "peligrosas" garras de un chico que podemos considerar como realmente enamorado de ella.
Es a partir de ese rechazo, una de esas múltiples cosas que los humanos llevamos tan mal, que Travis irá transformándose en un ser cada vez menos tolerante y más resquebrajado por su propio abismo. La herida no se cierra sino que va haciéndose más grande a medida que se relaciona socialmente (algo a lo que su trabajo como taxista obliga), y es que sólo cabe partir de un mal momento para irse encontrando con todo tipo de situaciones en la vida de una gran urbe como Nueva York, sólo hace falta irse fijando para irse uno agriando por dentro hasta convertirse, seguramente, en un auténtico nazi o hijo de la gran P.
Taxi Driver (Photo credit: Wikipedia)
El poder de la conducta humana derivado del poder de la psique humana, aunque pueda resultar previsible ésta, se manifiesta en cada relación entre humanos en todo momento. Pero en Travis, que habla menos de lo que expresa (genial Robert de Niro con sus miradas pero a la vez uno de los factores que convierte a este film en no-accesible para todo el mundo), las cosas no son tan previsibles: si bien el ser humano normalmente no sabe ni rectificar ni perdonar, sí sabe autoengañarse para seguir tirando, viviendo o sobreviviendo. Pues bien, Travis ni tan siquiera tira por la vía común de esas necesarias capas de autoengaño y observa su mundo con el asco que éste merece.
Por un lado sigue esa línea normal, en la que tu cabeza se va llenando de mierda porque te van pasando cosas a lo largo de la vida que no sabes encajar o que no entiendes o que te traumatizan, como es el caso de la cita con la chica como punto de partida, pero por el otro, deja de autoengañarse para empezar a ver las cosas tal cual son y actuar por impulsos que éstas le sugieren. En efecto, pueden adivinar el mal negocio que esto conlleva...
Ya sabemos que si todos dejáramos de mentir a nuestro prójimo, este mundo sería inhabitable, y que si matar no fuera penado, se cometerían muchos más crímenes de los que ya tenemos a diario. Pues tan importante como todo esto es el autoengaño, del que Travis carece. Y seguramente, como humano que es, incluso deforma las cosas exagerándolas en su mente y le dan más repulsión de las que ya por sí suscitan, pero ya no puede evitarlo: su mente está enfocada de una manera que no hace más que desenfocarle. Ha emprendido un camino de no-retorno que tendrá su punto culminante en esa escena en la que se mira al espejo preguntándose a sí mismo ese antológico "Are you talking to me?" con el que se inaugura el thriller moderno, dejando en claro que ni él mismo puede soportar su propia mierda. Es ahí donde reconocemos en el personaje que todas esas acciones, sentimientos de odio, etc, son los 'medios' del ser humano para reconciliarse consigo mismo y que le sirven para alejarse del miedo que le provoca caer en la no aceptación propia.
"Loneliness has followed me my whole life, everywhere. In bars, in cars, sidewalks, stores, everywhere. There's no escape. I'm God's lonely man." Robert De Niro as neo-noir antihero Travis Bickle in Taxi Driver (1976). (Photo credit: Wikipedia)
No diremos más para no aguar la gran fiesta que les espera a quienes aún no la hayan disfrutado, y nos limitaremos a recordarla y recomendarla diciendo que Scorsese sabe en todo momento transformar un poderosísimo guión del gran Paul Schrader (del que también recomendaremos esa rara avis que es "El placer de los extraños"), en unas imágenes tan desgarradoras como meláncolicas en su ambientación que no todo espectador podrá asimilar con facilidad.
Jodie Foster y el gran Harvey Keitel hacen sus pinitos en esta obra magna del séptimo arte que hay que degustar lentamente y con los sentidos bien activados, con la mente muy predispuesta y con las ganas que siempre alentaremos de auto-aprendizaje, pues todos podemos irnos de un extremo demasiado inocente a otro punto demasiado extremista, valga la redundancia.
Taxi Driver ganó la Palma de Oro en Cannes 1976.
Artículo encadenado: Thin Lizzy-Farewell Tour
