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En 1976, escandalosamente, "Rocky" ganaba el Oscar a la mejor película, dejando a uno de los clásicos contemporáneos más potentes, "Taxi Driver" sin premio alguno.
"Forrest Gump" arrebató, ya en la década de los 90, el Oscar a otro clasicazo: "Pulp Fiction".
Todos podemos imaginar las razones por las que películas como "Rain Man", "Braveheart" o "Una mente maravillosa" se llevaran estatuilla.
Y que una película como "Titanic", que carece de guión, se llevara las estatuillas que se llevó, deshonra a essta "fiesta del cine" para siempre.
No hace falta hacer un listado de todos aquellos artistas, de máximo nivel, que se han quedado sin ninguna estatuilla. Sólo citaremos un nombre: ALFRED HITCHCOCK.
Y dentro de unos años, las dos últimas películas que han ganado los Oscar, "En tierra hostil" y "El discurso del rey", serán tan incomprensibles para las nuevas generaciones como lo son hoy para algunos de nosotros los ejemplos antes citados.
Para que tengan algún dato, aquí lo dejamos, para siempre, y el tiempo ya se encargará de dar la razón, pues hoy esta visión será discutible, porque como cada año, habrá la mitad a favor, y otra mitad en contra, de haber premiado al filme ganador.
"El discurso del rey" es una buena película, pero no de Oscar. No es una indiscutible. Pero queda muy bien premiarla, y además, a qué otra podían premiar? Repetimos, una vez más: el año 2010 fue un año nefasto para el cine, y el 2011 lleva el mismo camino.
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Las nuevas generaciones, al encontrarse dentro de 20 años con estas dos últimas "mejor película del año", deberán relacionar estos 730 últimos días de cine a una crisis económica global que le está haciendo dar palos de ciego a toda la industria. Una industria que ya no sabe qué hacer para reactivar el séptimo arte. Se prueba con el 3D, para intentar atraer más público, y por otro lado, se queda bien con todo el mundo y el momento actual que atraviesa escogiendo, el año pasado, una película que habla de un conflicto social, y este año, una película con un presupuesto ajustado, pequeña y sencilla.
Con todo ello se contribuye más a dispersar a todos, que no a darle un empujón a la industria que, no lo olvidemos y dejémonos de romanticismos, para eso existen los Oscars de Hollywood. Los premios otorgados esta noche no tendrán ningún tipo de relevancia en el futuro, como olvidados están ya los del año pasado, una vez superadas las primeras semanas de división entre críticos y público. Por supuesto, un elevado número de personas irán a ver esta película, pero la inyección resulta, a todas luces, insuficiente y sigue dejando a la industria del cine donde realmente está: completamente perdida.