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Hay películas que empiezan a lo grande. Y este es el caso de “Buio” dirigida por Emanuela Rosi y que tiene en el personaje de Stella, al que da vida de manera impresionante Denise Tantucci, su motor y razón de ser.
Tratando algo que no es novedoso, porque ya hemos visto con ciertas similitudes en películas como “Calle Cloverfield 10”, el agobio y la tensión que se palpan desde el inicio son brillantes. Apoyándose también en una fotografía y un sonido que parecen respirar al ritmo que lo hacen los personajes. Todo para retratar el “encierro” de tres hermanas con su padre en una finca. Encerradas por su propio bien, en palabras de un padre enloquecido, dando como motivo un desastre climático que curiosamente sólo permite a los hombres salir fuera de las viviendas. El motivo que se alega es una cuestión de fuerza. Lógicamente tal y como vamos viendo en los episodios de este cuento, porque “Buio” no deja de ser un cuento, separado por capítulos a los que da inicio unos brillantes ilustraciones, la desconfianza dará paso a la desobediencia y a nuevos escenarios.
Y es en el momento en el que la película deja de “vivir” sólo en la finca cuando empieza un poco el desajuste en el guión. Es como si naciera una nueva película, con las nuevas inquietudes/descubrimientos del personaje de Stella. Y aquí la película de Emanuela Rosi empieza a naufragar volviéndose blanda. Consigue que toda la tensión acumulada con escenas que invitan a lo más despreciable del ser humano, se vaya diluyendo por ejemplo con bailes que funcionan como metáfora. Sus intentos de sorprender con giros de guión no ayudan, para acabar ofreciendo un final que no está a la altura de lo que el espectador podía augurar durante gran parte de la película.
Una lástima. Eso sí, recuerden el nombre de Denise Tantucci, el futuro del cine es suyo.