Masoquismo cinematográfico ADICTIVO
La CLAVE para disfrutarla es NO SABER NADA de la película. ABSOLUTAMENTE NADA. Críticos spoileadores, buscad otra película para fastidiar al personal
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Carlos Vermut, ese señor que hace películas incómodas y brillantes por igual. Vermut, al que le importa un bledo la taquilla, los premios y toda la parafernalia que va asociada a hacer una película. Carlos, ese señor que nos voló la cabeza con “Magical Girl” y “Diamond Flash”.
Carlos Vermut, ¡¡¡joder con Carlos Vermut!!! Y joder con “Mantícora”: crea una incomodidad adictiva. Una especie de masoquismo cinematográfico, porque lo que es risas y sonrisas... como que no apetece en ningún momento de la película.
Me fastidia no poder contar mucho del argumento de “Mantícora”. No es “Commando”, de la que puedes contar que Arnie va a una isla a rescatar a su hija y se lía una ensalada de tiros, hachazos y demás… En ese caso al espectador le da igual saberlo, y casi diría que se frota las manos sabiéndolo. Pero en “Manticora” es clave no saber nada. Absolutamente nada. Así que: "críticos que hacen spoilers de películas, buscad otra película para fastidiarle la experiencia al espectador”...
Lo que sí puedo decir es que, siguiendo la marca de la casa, Vermut vuelve a eirigirse como un especialista en mostrar lo más oscuro del ser humano: sus debilidades. Y que estamos ante un descenso a los infiernos en toda regla. Todo ello magnificado por la brutal interpretación de Nacho Sánchez: se come la pantalla, te hechiza y te hace cambiar la percepción de su personaje de una manera brutal. Y todo ello de un modo muy contenido; nada de histrionismos y gestos exagerados.
Carlos Vermut, ese señor que te pega un santo puñetazo, y que provoca que salgas de la película con ganas de otro, directo al estómago.