OBRA MAESTRA
Alejandro Aménabar, tras la floja “Regresión”, se pone las pilas y nos trae “Mientras dure la guerra”. Proyecto que era evidente que, por su planteamiento, tendría fervientes defensores y detractores. Es lo que ocurre cuando alguien decide remover uno de los episodios históricos más importantes de este país. Y es que hablar de la guerra civil española, la ascensión militar de Franco, de la segunda República… todos estos son palos difíciles de manejar si se pretende no salir salpicado en el intento.
Sin entrar en las concesiones que haya podido asumir Amenábar para dotar a su película de mayor o menor carga narrativa, estamos ante una obra maestra. Salamanca se transforma totalmente para recrear unos días convulsos, los días en los que Unamuno se enfrentó a una situación política convulsa, donde los fusilamientos empezaban a ser el pan de cada día.
Para dar vida al filósofo y escritor español se cuenta con un Karra Elejalde que parece haber nacido para este papel. Lejos quedan los personajes de locura a lo “Airbag”. Aquí dota a su personaje de una forma de hablar, mirar, andar que convencerán totalmente al espectador. Que le convencerán de estar ante alguien que acaba siendo consciente que las cosas se están saliendo de madre y que quiera o no tendrá que “mojarse”. Y lo hará en un tramo final brutal de película, pero de eso ya hablaremos más tarde...
Hemos hablado antes de Franco, al que da vida Santi Prego. Un Franco que cuenta con una especie de escudero, el militar Millán-Astray. Y para ese papel Amenabar ha contado con un Eduard Fernández que ya hace años ha dejado de sorprendernos. Ya lo hizo con películas como “Son de Mar”, “Smoking Room”, “El hombre de las mil caras”... ¿puedo parar ya?. Aquí construye un personaje al que dota de un aire ridículo, alguien que se enorgullece de las cicatrices físicas que los combates le han dejado. Que se siente orgulloso de ser conocido como “el mutilado glorioso” y dotado de un fanatismo que usa como escudo cuando se siente sin recursos.
Brillante en ese aspecto la secuencia final en la que en un combate dialéctico con Unamuno, sólo sabe defenderse con un “Viva España”. Es esa secuencia, junto con la que habla de la “baraka” de Franco donde brilla con una intensidad que todo el que aspire a ser actor o dedicarse al teatro debería intentar reflejarse.
Serán ese combate dialéctico, ese discurso de Unamuno en el acto de “El día de la Raza”, esa mano de Carmen Polo y la “recomendación” de Millán-Astray en ese momento a Unamuno los mejores momentos de “Mientras dure la guerra”.
Una película que debería ser de visión obligada, independientemente de las simpatías políticas que pueda tener el espectador. El Amenabar más histórico, el de “Ágora”, se la juega y en opinión de quien esto escribe gana. Y lo hace ya de entrada, siendo valiente, porque pocos temas son tan espinosos como el que se refleja en esta película. Espero que la temporada de premios sepa agradecérselo. A él, al director de fotografía Álex Catalán (menuda gozada de luz solar abriéndose paso en las sombras) y a Errejalde y Fernández. Interpretaciones que no puedo dejar de alabar, son históricas, no lo duden.