El público necesitaba algo más que sangre y torturas para recuperar el interés
Cuando “Saw” surgió en el 2004, nadie podía esperar que estábamos ante el nacimiento de una franquicia que daría un total de 8 películas. El éxito de esa primera entrega radicaba -principalmente- en las trampas que se tendía a los protagonistas, esa música que ya todo el mundo (re)conoce... y un final totalmente inesperado.
Las 7 películas posteriores no consiguieron mantener ese nivel, algunas incluso son totalmente innecesarias y el interés radicaba simplemente en ver que nuevas trampas creaba Jigsaw. La saga había llegado a un agotamiento previsible por el empeño de los estudios en explotar la gallina de los huevos de oro.
Por eso, cuando se supo que Darren Lynn Bousman iba a volver como director, se podía pensar que íbamos a ver más de lo mismo. Idea que rápidamente se descartó al saber que el guión iba a ser obra de Chris Rock, el humorista que sorprendió a todo el mundo en la última temporada de “Fargo”.
Ese cambio de registro auguraba que, excepto humor, íbamos a encontrar de todo en “Spiral: From the Book of Saw”. Y si bien la película contiene algún diálogo cómico (esa escena en la habitación de un hotel), no son risas lo que obtendrá el espectador...
Review de la película “Spiral: From the Book of Saw”
Lo que encontrará es una película que bebe de la esencia de la saga “Saw”, pero la lleva a un terreno totalmente distinto. Empezando por el dúo actoral que forman Chris Rock y Max Minghella, que funciona perfectamente como Zeke y Williams, la pareja de detectives protagonista. Son sus escenas totalmente creíbles y se agradece que la película se tome su tiempo en madurar la relación entre los dos.
Porque a diferencia de otras entregas, no es el gore, no es el ingenio de las trampas, lo que el espectador más va a disfrutar. Aquí, un guión elaborado mantiene el interés por encima de lo gore. Se podría decir que de todo el universo “Saw”, en “Spiral: From the Book of Saw”, encontramos más profundidad en los personajes y en las relaciones entre ellos. Incluso la relación paterno filial entre Zeke (al que da vida Chris Rock) y su padre (interpretado por Samuel L. Jackson), se toma su tiempo.
Lógicamente, perteneciendo al universo que pertenece, la película se permite un guiño a todos los amantes de la primera entrega. Todo para llegar a un final, quizás menos intenso de lo que podíamos esperar, a nivel visual. Pero como guión es perfecto, deja satisfecho al espectador y hace que recuperemos la fe en una saga que necesitaba esta dosis de guión elaborado. ¡Qué inteligente ha sido Chris Rock! Ha entendido que el público necesitaba algo más que sangre y torturas para recuperar el interés y resucitar algo genial que empezó en el 2004.