Festival de Cannes 2009, estreno de "Antichrist"
Aislado del jaleo de la Croisette, en una de las cabañas frente al mar del exclusivo hotel Du Cap, el realizador conversa afable, visiblemente tembloroso y aún afectado por su enfermedad.
Pregunta. Como usted dice, ¿el caos reina?
Respuesta. Sí, creé muchas imágenes en mi mente y las uní. Me interesaba hacer una historia en la que intervinieran sólo dos personajes. Al estilo de Escenas de un matrimonio, de Bergman, a mi modo. Era magnífica. Pero el descenso infernal de esta pareja resultó más cercano a Strindberg, a pesar de que siempre he tenido una mirada más romántica que la suya hacia la batalla de los sexos.
P. Si es así, ¿por qué las protagonistas de sus películas son todas maltratadas, casi martirizadas? ¿Odia usted a las mujeres?
R. No, al contrario. Me gustaría decir que si hay alguien en quien me siento retratado en mis películas es precisamente en las mujeres, incluso en Anticristo. Creo que los retratos que hago de mis personajes femeninos son mucho más detallados que los masculinos, y sus historias son mucho más interesantes. Puedo observar mucho más de mí en ellas, porque los hombres aparecen como estúpidos todo el tiempo. No las veo tampoco como mártires, porque soy estrictamente antirreligioso, y me alejo de esos conceptos y todo lo que involucran.
P. ¿Por qué el título Anticristo?
R. He tenido durante años en mi mesilla el libro de Nietzsche y nunca lo he leído. Sin embargo, me atrajo mucho su título. No su contenido. En un principio no lo vi así, pero creo que la mujer es el Anticristo, ya que la religión dice que el hombre ha sido creado por Dios.
P. ¿Insinúa entonces que la mujer fue creada por Satanás?
R. Podría interpretarse así, pero prefiero no profundizar sobre el asunto. No creo que se le deban dar tantas lecturas filosóficas a esta película porque eso sería restarle su magia natural. Debido además a mi actual estado mental, prefiero dedicar mis esfuerzos a trabajar y no a dar explicaciones de los resultados.
P. Los tres mendigos que incluye el descenso a los infiernos de la historia, ¿son fruto de su imaginación?
R. Sí, provienen de las jornadas chamanísticas que he vivido a lo largo de mi vida. Son producto de mis viajes fantasiosos a mundos paralelos. Allí, los animales son importantes. Tanto es así que me pareció oportuno que el zorro tuviera una línea en el guión: "El caos reina". Si las cosas pueden existir como pensamiento, también pueden existir como imagen en mis películas. Obviamente, como padre no es lo que pienso cuando mis hijos están viendo violencia en la televisión. Pero como artista, necesito tener la mente como un lienzo blanco muy receptivo. Ése es mi modo de trabajar.
P. Usted hace una especie de "cine de género", contando siempre la misma historia, pero con variaciones y desde diversas perspectivas. ¿Cuál es su relación con los géneros cinematográficos?
R. Los géneros son en sí una inspiración. Y mi historia de partida es prácticamente siempre la misma, soy consciente. Por eso, no podría entrar en algún género específico porque creo que mi historia contiene ya todos los géneros existentes.
P. ¿Se ve usted como el Anticristo del cine tradicional, con su célebre manifiesto del Dogma y su innovación con el vídeo digital?
R. Sí, confieso que me gusta innovar y siempre provocar, que la gente quede tocada emocionalmente con mis imágenes. El cine es un pálido espejo de la realidad. Mi inspiración se encuentra en mis propios miedos y emociones, que luego pasan a ser de alguien más: el público. Si algún espectador se asusta en una cierta situación, probablemente se deba a sus miedos subconscientes. Quizá ésa es la ventaja de hacer cine: una vez que enfrentas a tus propios demonios, ellos pasan a asumir otro papel, son inspiradores. En cuanto al vídeo digital, está aquí para quedarse. Con esta tecnología avanzada todo es posible y eso es intimidante para cualquier tipo de expresión artística. Es necesario ponerte límites a ti mismo. En ese sentido, la parte técnica de esta película fue frustrante, porque no pude manejar la cámara como siempre hago. Me gusta que mis imágenes sean tan expresivas como pueda. Pero mi situación mental, una vez más, me lo impidió.