El Festival de Sitges 2017 ha sido la plataforma para presentar “Indiana”, película de Toni Comas, que comparte guión con Charlie Williams.
Cualquier persona que asistiera al pase de la misma habría leído en su sinopsis la palabra “paranormal”. Y lo primero que le vendrá a la cabeza serán conceptos como “espíritus”, “posesiones”, “ruidos inexplicables” y otros conceptos similares que ya forman parte del arsenal cinematográfico en lo que a mundo paranormal se refiere.
Con esa idea, se habrá sentado en su localidad dispuesto a pasarlo mal, llevarse unos cuantos sustos, y salir de la sala con esa sonrisa nerviosa que te queda cuando lo has pasado mal, aunque en el fondo hayas disfrutado con ello.
75 minutos después, lo que sucede es que sales de la sala con una sensación totalmente distinta a la que esperabas. Personalmente, satisfecho de no haber encontrado lo que esperaba...
Porque Toni Comas ha conseguido enganchar al espectador, sin darle lo que esperaba. Ha sido como ir a un restaurante con la idea de comer un chuletón de ternera y acabar probando un risotto por sugerencia del chef. Y menudo chef, porque aquí la película se ha cocinado con amor y, sobre todo, con coherencia. Sin perder el rumbo en ningún momento y siendo coherente desde el primer minuto uno, en el que ya se intuye que no vamos a ver lo que tantas veces habíamos visto en la gran pantalla.
75 minutos lentos, sin trucos visuales, sin pretender horrorizar, sin giros de guión "totalmente inesperados". Sin sustos, ¿para qué los quieres? ¿Para que te saquen de la película y acaben con su coherencia y saber hacer?.
Porque 'Indiana', en esos 75 minutos "lentos" y con silencios, toca lo paranormal, pero sobre todo toca las crisis personales, toca el planteárselo todo. Y lo hace cargándose, sin ningún tipo de vergüenza o arrepentimiento, lo que teníamos asimilado de otras veces.
Esos conceptos que al inicio les comentaba, son conceptos que aquí se sustituyen sin nuestro permiso para ofrecernos una experiencia cinematográfica valiente. Porque hay que ser valiente para no buscar el aplauso fácil, sino la reflexión profunda. Y mostrarnos la sensibilidad de unos personajes peculiares (esos looks deportivos, ese estilo rock…) que en el fondo ya tienen sus propios fantasmas.