YA NO SÉ QUÉ MÁS HACER, NADA TIENE SENTIDO
RECUPERAMOS la carta de Suz, una lectora que nos confió su interior. Si la recuperamos a día de hoy es porque tenemos muy claro que la pérdida vital de esta chica está íntimamente ligada con el rol social de mujer que tiene que acarrear. Lo que siente va por un lado pero lo que debería sentir y hacer va por otro.
Suz está siendo la clara víctima del patriarcado y su rol como mujer hace que deba acatar un modelo de comportamiento. La educación social y normalizadora es la responsable directa de hacernos pensar y sentir cosas que no sentiríamos ni pensaríamos por nosotros mismos.
Suz, gracias por confiarnos tus adentros, significa mucho para nosotros llegar a impactar de este modo a alguien y nos alegra que, dentro de tu desesperación, puedas encontrar un rincón en el mundo que te arrope como lo es CEC.
FRASE DE PARA ESTA CARTA De Alejandro Dumas:
¿CÓMO PUEDE SER QUE LOS NIÑOS SEAN TAN INTELIGENTES Y LOS HOMBRES TAN ESTÚPIDOS? DEBE SER COSA DE LA EDUCACIÓN
LA CARTA
Querido equipo CEC,
Si os escribo es porque ya no sé qué más hacer, he llegado al límite de aguante y nada puede ya salvarme del pozo de desesperación. Si me dirijo a vosotros es porque entre vuestras líneas encuentro consuelo y compañía. Sois lo que me da ilusión cada día y por ello quería daros las gracias y pediros ayuda (no puedo castigaros con semejante responsabilidad) o consuelo. Que conste que podéis hacer de estas líneas lo que consideréis oportuno, tenéis permiso para publicarla o dejarla en el cajón del olvido. Por si tenéis alguna duda, no tengo tendencias suicidas ni nada por el estilo, espero que os quedéis más tranquilos a pesar de lo desesperada que pueda parecer.
Mi vida es un tormento en el que reina la desesperación de no ver salida por ningún sitio. La tristeza se ha instalado en mi casa y parece que esté condenada a vivir lo mismo día tras día. Las personas que me rodean no me aportan absolutamente nada, las miro y siento rabia e impotencia por la facilidad que parecen tener para subsistir. Mientras tanto, mi interior implosiona. He llegado a la edad adulta pensando que mi camino estaría trazado y sería feliz, pues siempre fui una niña alegre. Pero esa tierra prometida se va alejando a medida que pasan los años.
He hecho todo lo que se supone que tenía que hacer. Me he independizado, tengo una pareja con la que comparto vivienda y aficiones, y sin embargo... no puedo evitar sentirme encapsulada y vacía. No estoy preparada para la maternidad, que es el próximo paso lógico, porque no soy feliz. No puedo condenar a nadie a sufrir este mundo, a sentir su soledad, su frialdad y enajenación. No me parece justo por mi parte. No puedo, no quiero. He descubierto que la maternidad y las hipotecas de diversa índole son también una manera de enmascarar el sinsentido de la existencia y constituyen la manera de tener "algo que hacer" y la razón por la cual vivir, uno se encadena a estas obligaciones y ya no piensa en la absurdidad existencial.
El tiempo parece haberme enseñado que todo acaba inevitablemente en donde empezó: en motas de insignificante polvo. Todo tiene un principio y un final que tienden a confundirse, es ley de vida. No importa la lucha, la fuerza o la dedicación, el tiempo se lo lleva todo...
Creo que me rindo y a la par os escribo como última tentativa de revivir. ¿Por qué a vosotros? Porque sois los únicos capaces de entender las entrañas del ser humano. Hay algo en vuestros textos que inspira sabiduría y libertad, y en donde hallo consuelo. Me he puesto en manos de todo tipo de terapeutas y ninguno ha sido capaz de leerme. Están los que quieren medicarme porque dicen que sufro de depresión, están los que quieren hacer terapia regresiva (más regresivo que este punto no puede haber), están los coachs (nueva moda que otorga poder a aquellos que no creen en el sistema y, sin embargo, siguen siendo los siervos del mismo). Como punto en común diré que me siento empujada a retomar las vías de la normalidad, como si tuviera que enderezar algo que no tiene arreglo porque es mi interior el que sufre.
Quiero a mi familia pero no puedo participar de su enferma cotidianedad, de las tonterías, de las habladurías sobre los vecinos. Me parece todo una gran pantomima y no puedo atizar el fuego de la estupidez humana. No puedo formar parte del cuadro.
He intentado tener mi propio negocio pero ya se ha encargado el sistema de deshabilitar cualquier salida posible. Cual chupóptero me sorbieron hasta el alma y me vi forzada a tener un trabajo normal, con un horario normal, rodeada de gente normal que se sonríe por delante y se apuñala por detrás. A pesar de hacer oídos sordos y la vista gorda, todo acaba por afectar. Cumplo con mis 8 horas religiosamente y me vuelvo a mi cotidiano mundo, donde se posterga el aburrimiento, el vacío y el desinterés.
Estoy con una persona que parece dormitar sobre su presente. No hay signos de vida. No hay tema de conversación o palabras amables. Parece que viva con un fantasma que no tiene opinión y al que no parece afectarle nada. A veces me pregunto si está conmigo por amor o por interés y es lamentable haber llegado a este punto de incertidumbre casi certera. Lo difícil es asumir que es interés.
¿Qué me queda si no sé ni quién soy ni lo que quiero? Sé lo que no quiero y es precisamente todo lo que tengo. Necesito más... no sé qué debería hacer para no sentir que tengo ganas de llorar cada día. Quería compartir mi desconsuelo con vosotros para que sepais que sois lo mejor de mi día a día y que gracias a vosotros puedo, todavía, sumirme en el mundo de la ficción, en el que mi cabeza puede descansar y no estar abrumada por tantas preguntas.
Gracias de nuevo por todo el trabajo que realizáis a diario, por la compañía y esa alegría y jovialidad que os sale de debajo de las piedras.
Suz, una lectora fiel
Gracias a todos por vuestros mensajes, todos bien intencionados y sin un solo atisbo de toxicidad socializada o educacional. Gracias por querer ayudar y compartir vuestras experiencias y pensamientos.
CEC también es esto, un lugar humanista, y en un futuro esperamos poder bifurcarnos en 2 alas: una, la cultural, por la que hemos sido más conocidos. Otra, la de dar servicio y querer ayudar, por la que siempre que hemos sido identificados. Ambas interrelacionadas, íntimamente encadenadas.
Porque si en el mundo real todo es una rueda que nos somete a los círculos del vacío, en nuestro mundo de ficción todo es una cadena para contrarrestarla y, finalmente, superarla.
Felicidades a todos, Suz incluida, por querer salir de esa rueda en la que nos meten desde niños, y querer ser vosotros mismos, personales e intransferibles. Nadie está loco por ser uno mismo, la verdadera locura es querer ser otro con el que no tienes nada que ver, y además en favor de algunos interesados a los que nuestra putrefacta sociedad siempre les reirá sus supuestas gracias.
Bienvenidos siempre a CEC, un portal que siempre apostará por la independencia de todo y de todos.