Sexo, religión, incomodidades sociales y temas tabú.
Sin ahondar en por qué los temas sexuales han sido el punto de mira de la Iglesia a lo ancho y largo de su historia, Mc Ewan esboza el retrado de una sociedad lastrada por la incomunicación, debida en parte a la corrección a la que obligan los preceptos cristianos.
Como de costumbre, no es gratuito el hecho de transcribiros el resumen de la contraportada del libro. Es necesario saber cuál es el esqueleto de la novela para pasar a discutir sobre su magnificencia:
"Tienen poco más de veinte años, y se conocieron en na manifestación en contra de las armas nucleares. Florence es una chica de clase media alta, su padre un exitoso hombre de negocios y su madre una activa profesora universitaria, y viven en una casa donde se comen quesos franceses y yogur, un alimento exótico para la época. Edward, en cambio, pertenece a una familia que apenas se sostiene en la zona baja de la clase media; su padre es maestro y su madre, tras un ínsolito, imprevisible accidente, vive desde hace años en una nebulosa. Y en su casa no hay comidas caras o extranjeras, las camas nunca se hacen, las sábanas rara vez se cambian, ni se limpian los lavabos. Florence es violinista, y Edward ha estudiado historia. Y ambos son inocentes, y vírgenes, y se aman, y tras uno de esos largos cortejos de tira y afloja, donde el chico siempre tira y la chica nunca afloja, se han casado. Es un día de julio de 1962, un año antes de que, según Philip Larkin, en Inglaterra se empezara a follar, cuando El amante de Lady Chatterley aún estaba prohibido y no había aparecido el primer LP de los Beatles...
Edward y Florence van a pasar su noche de bodas en un hotel junto a Chesil Beach, una playa de guijarros de distintas formas y texturas, y de diferentes eras geológicas, unas piedras que dibujan en el suelo un mapa del tiempo. Y lo que sucede esa noche entre estos dos inocentes, estos jóvenes esposos de una clase social y unos años donde hablar sobre problemas sexuales era imposible, es la materia con que McEwan construye su chejoviano, delicadísimo, terrible mapa de una relación, del amor, del sexo, y también de una época, y de sus discursos y sus silencios."
Desde luego que, a simple vista, uno ya percibe todo el material con el que Mc Ewan se predispone a deleitarnos. En vez de eso, la lectura se acaba con nuestra boca abierta y sólo deja paso a la reverencia. "Ese tipo de lecturas son las que deberían ser obligatorias en las aulas" pensé. Si bien es cierto que trata de iluminaros una época concreta, también quiere que pensemos más allá de las palabras. No sólo se trata de esa época histórica sino que el modelo social sigue siendo vigente hoy en día. El sexo y los problemas que acarrea en la psique de las personas continúan siendo de rabiosa actualidad y es que Mc Ewan se caracteriza por tratar de temas universales, anacrónicos y complejos.
Muchas de sus novelas han sido adaptadas al cine: Expiación que trata del sentimiento de culpabilidad que se arrastra durante toda una vida, El jardín del cemento que habla sobre el delicado tema del incesto, El placer de los extraños que deja entrever los traumas y debilidades humanas y sus consecuencias en las parejas que se crean a raíz de ellos y El inocente. Películas, por otra parte, que recomiendo ver en versión original, por supuesto. Se mantienen fieles a la realidad, sin distorsión alguna. Cosa, por otra parte, que también deberían fomentar en las escuelas en vez de tanta tontería con los idiomas y tanta historia que no logro entender. ¿Doblamos las películas y luego quieren que los niños hagan una hora más de inglés en la escuela? Vaya contradicción más estúpida.
El contexto de la historia se sitúa en plena guerra fría y de soslayo nos permite tratar indirectamente el tema de los bloques tanto del comunista como del capitalista. Creo que, de nuevo, nos hallamos frente un autor que quiere reivindicar las atrocidades que los comunistas cometieron:
"Dijo que la Unión Soviética era una tiranía cínica, un estado cruel y despiadado, responsable de un genocidio en una escala que incluso superaba a la Alemania nazi, y de una vasta y apenas comprendida red de juicios de cara a la galería, de la censura y la inexistencia de un Estado de derecho. La Unión Soviética pisoteaba la dignidad humana y los derechos básicos, era una asfxiante fuerza ocupante de países vecinos [...], era imperialista por doctrina y había que hacerle frente, como a Hitler. Si no se le plantaba cara, porque no teníamos tanques ni hombres para defender la llanura de norte de Alemania, entonces había que disuadirla..."
Entre estos temas políticos y controvertidos, como ya se ha visto, McEwan narra la noche de bodas de estos dos jóvenes que nada saben del amor ni del sexo más lo que, en el caso de Florence, han leído y, en el caso de Edward, escuchado de boca de otros. Naturalmente, el segundo de los casos es de lo peor puesto que, en cuanto se trata de contar trofeos, el hombre siempre miente al alza y la realidad queda distorsionada por el ansia de querer destacar sobre los demás.
Florence, debido a sus lecturas, desarrolla una total aversión al sexo. Edward, en cambio, despliega una apremiante necesidad de descubrirlo. ¿Qué puede ocurrir cuando dos personas cuyos intereses son tan sumamente discordantes? ¿Qué representaba el matrimonio en la época? ¿A qué obligaba? ¿Realmente obligaba a consumarlo en la noche de bodas o aquello podía esperar? ¿De qué trata en la actualidad el matrimonio? ¿Por qué una institución de este calibre continúa vigente hoy en día?
La genialidad de McEwan reside en los malabarismos narrativos que realiza y es que, de un mismo hecho como la noche de bodas, se remite a las vivencias de él y de ella sobre dicho hecho y, además, estos sentimientos personales de cada uno de los personajes son la excusa para remitirse al pasado y a los orígenes de la relación. Cosa que, por otra parte, le conviene para ir desenterrando todo cuanto desea sacar a la luz. Para más inri y como colofón del orgásmico desarrollo narrativo, juega con los hechos pasados para ir pasando la pelota a un personaje o a otro de forma que la manera en que se conocieron es primero vivida por uno con el consecuente desarrollo de sentimientos y, posteriormente, por el otro para, en las siguientes líneas denunciar un hecho.
Es de lo mejor que he leído y reitero la necesidad de leer este libro a todo el mundo. Es una obra de arte, perfectamente escrita y tan fluidamente estructurada que es imposible no llorar de gozo al deslizarse nuestros ojos por cada una de las líneas que él escribió. Nunca, NUNCA, había visto tanta soltura y desparpajo en la escritura como la he visto en Mc Ewan a parte del inegable talento para tratar temas peliagudos de una manera que despierta nuestro cererbro y nos obliga a pensar.
De cualquier modo... los tengo presentes, por supuesto...
Te propongo algo... ¿por qué no abres tú mismo el tema de la improvisación en la escritura mandándonos, a cualquiera de nosotros, un texto? Me parece genial como debate pero, ya que lo has propuesto, acótalo y argumenta lo que entiendes por improvisación en la escritura y las razones por las cuales estás en contra.
Por supuesto queremos hablar de escritura! Todo se andará... poco a poco, sin prisa alguna. Aquí estamos y de aquí no nos moveremos!!!!!