De la humanidad olvido,
sobre mí no tengo nido,
cayeron ramas marchitas,
dejen contarles mis cuitas:
Se me ha acabado la vida,
presagio de una partida,
soy madera resecada,
convirtiéndose en la nada.
¿De que me sirven mis brazos,
si perdí sus verdes lazos?,
si todos están bien secos,
contaminados y chuecos.
Soy un palo disecado,
de corazón ahuecado,
ya no sé lo que es bonito,
mis entrañas son un mito.
En vías de extinción, que es gris,
me pongo blanco, sin gis,
esa ausencia de color,
negro pinta mi dolor.
Así, sigo aquí sembrado,
soy un ser muy desolado,
ya no conozco ni el agua,
hierve sabia, lenta fragua.
Raíz de suelo polvoso,
tronco agreste, tembloroso,
convertido en una vara,
percha de forma muy rara.
Yo fui un árbol, el más sano,
corteza de cortesano,
hoy, . . . soy estéril, vil migaja,
solo espero mi mortaja.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda