Una reseña de Enrique Menéndez (CEC Cine / CEC Música)
4 años después de su debut con “The Art of Self Boycott”, Sigmund Wilder, la banda de David Martínez vuelve con “Desorden”. Musicalmente 4 años únicamente interrumpidos por el EP “The day that David Bowie died”, una manera de recordar a sus fans que seguía en el mundo de la música, un “ey, aquí estoy”. Y ha valido la pena seguir teniéndolo en cuenta, recordar que efectivamente sigue aquí.
Porque “Desorden” supera la dura reválida de cualquier músico, que tras un trabajo con buenas críticas debe demostrar que no ha sido flor de un día. Aunque la reválida no es algo que parezca preocupar a Sigmund Wilder. Porque todo en “Desorden” se desmarca de “The Art of Self Boycott”. Uno encuentra en sus 10 temas, una luz, una vida. Características, cuya ausencia, podía llegar a parecer motivo para presumir en el trabajo anterior. No nos engañemos, tampoco el oyente va a encontrar temas alegres, ritmos de fiesta ni nada de eso. Pero hay más limpieza a nivel musical. También es justo reconocer que utilizar el castellano como lengua motor de este trabajo, ayuda y mucho. Porque permite dotar 100% al oyente la oportunidad de disfrutar más la comunión música+letra.
Un buen ejemplo para mostrar esa idea de vida, la encontramos en el tema “Sin ti fue invierno”. El sencillo que ha servido para dar a conocer “Desorden”. La voz parece mandar sobre unos instrumentos que la acompañan sin tener un segundo de descanso. Y la vida también se nota por ejemplo en la “travesura” que supone ese piano que parece volverse loco en “14 segundos”. Que aparece de la nada, sin pedir permiso, como las cosas que pasan en la vida…
La excepción al tono general de “Desorden” lo encontraremos en “Ángeles”. Tema triste/nostálgico al que se le otorga sin dudas un tramo final destinado a ser épico cuando suene en cada uno de los conciertos que el futuro depara a esta banda.
Es quizás la pequeña concesión que Sigmund Wilder ofrece a un trabajo con musculo. Que no desfallece con el paso de las canciones. Un trabajo que se merece respeto, porque respeta la música. Y vuelve a demostrar que Sigmund Wilder se toma en serio el hacer canciones. No ofrece hits, ofrece temas con sentimientos y pasión. Y eso no tiene precio.