Folk-pop con toques de poesía y psicodelia
JUEVES 27/02/2020 - SALA APOLO - GUITAR BCN 20
Parece un jueves cualquiera si no fuera porque hoy toca Núria Graham en la Sala Apolo, una compositora que entró fuerte en la música desde muy joven. Éste es su tercer álbum, Marjorie (2020), con su ritmo folk-pop con toques de poesía y psicodelia.
Núria llega con su traje chaqueta de cuadros, su voz impecable y sus melodías de lo más personales. Entra con fuerza y deja al público embelesado con esa aparente calma que desprende su imagen. Después de unas pocas canciones, empieza a hablar para presentar la noche y agradecer a todo el público, a su familia y amigos, su presencia. Comenta lo feliz y nerviosa que está, por varias cosas, entre ellas por ls caras conocidas que han venido a verle. Es una chica muy natural y se nota su juventud y sus ganas de darlo todo, es una noche especial, y nos lo hace notar.
Y canta “Marianne”, para dejarnos en trance. Un cruce de focos iluminan su cara para que la silueta de su rostro con el micro, se quede reflejada en la pared contraria, como si se tratara de la imagen de una media luna, como si nos quisiera llevar hasta allí. Y poco después nos presenta “Marjorie”, un nombre con encanto y potente, del cuál dice que era el nombre que quería ponerse como nombre artístico, pero que al final se quedó con el suyo, dice entre risas, y finalmente le ha puesto nombre a éste disco y dándole nombre a esta canción en homenaje. Es una canción suave, es soñadora, es como si te hiciera volar, Marjorie es ella, una chica sencilla, suave y delicada.
Le acompañan, de izquierda a derecha, Sam Berridge (teclado, guitarra y voz), Aleix Bou (batería), Jordi Casadesús (bajo) y Artur Tort (teclado y voz) en un escenario sencillo con las luces justas para crear un ambiente perfecto para crear un ambiente relajado y dejarnos guiar por su música viajera. Toca algunos temas antiguos, no quiere dejarse nada importante que mostrarnos, y ésto nos hace profundizar en su mundo folk de maravilla. Suele empezar con algunos acordes, para después acompañarlos con su aterciopelada voz y el sonido del resto del grupo que crean una atmósfera de lo más relajante. Va haciendo parones para ajustar la guitarra entre canciones y hace burla con el público diciendo que pareciera que se hace la interesante, se nota su naturalidad juvenil, su ilusión y su inocencia, ella es pura encima del escenario, se le ve tan delicada que parece etérea en la imagen que refleja , con los contrastes de luz sobre su silueta. Empieza “Cloud fifteen” y se equivoca con los acordes del principio haciendo un momento divertido, toda la sala ríe, y empieza de nuevo.
Dice que no le gustan las despedidas y que no le gusta alargar las cosas, así que se despide en éste instante: “Gracias por comprar la entrada” se dirige con su marcado acento de la Costa Brava. Todos los asistentes estallan entre aplausos y sílbidos, ella muy emocionada, presenta a sus músicos y agradece el trabajo de todo el equipo que le acompaña. No se olvida de sus amigos y familia, de los que les remarca su gran apoyo. “Tenéis el disco en la entrada si lo queréis, yo vendré a saludar porque estoy muy sociable últimamente” se burla haciendo un guiño para los que ésta noche le acompañan. “Ens veiem pels puestos”, dice divertida, y finaliza la noche con una canción que era de su tío, del cuál nunca se imaginó que ésta fuera a sonar en una sala como el Apolo y le hace especial ilusión recordarlo. Un juego de focos cruzan por todo el escenario, como si se tratara de reflejos de espejos, y así, entre espejismos y reflejos, acaba una noche íntima y un descubrimiento para los amantes del folk.
Marta Llatjós
