Hay un dicho que reza que “Querer es poder”. Pero en esta ocasión, el que estas líneas suscribe siente tener que decir que no siempre es así...
Seguramente las 60.000 personas que llenaban el Wanda el pasado domingo puedan, en mayor o menor medida, darme la razón.
Vamos por partes... ¿Qué hacen 60.000 personas una tarde con los termómetros a tope en el Wanda? Pues disfrutar de la única actuación en nuestro país de Bon Jovi. Antes de la salida a escena de los ídolos de la afición pudimos disfrutar del directo de Marea. Las guitarras, batería y esa voz tan particular de su cantante Kutxi Romero, hicieron la espera muy agradable. Es evidente que los de Navarra tenían claro que no eran el plato fuerte, pero joder sonaron como si lo fueran. Y durante todo el rato que el escenario fue suyo, sin olvidar en las bromas de su cantante que eran los teloneros, hicieron un concierto que ya quisieran grandes figuras de la escena musical. Un concierto que sin ningún tipo de dudas hará que su gira “El Azogue” gane espectadores.
Vamos a lo gordo. Vamos a Bon Jovi y a esa frase inicial que iniciaba este escrito. Con una puntualidad que se agradece, señal de que eso del divismo no va con ellos, a las 22:00 horas la banda arrancaba con un “This house is not for sale”, disco que justificaba esta gira. Quedo claro que desde el minuto uno Jon y sus chicos iban a darlo todo en el escenario. Pero amigos, la intensidad no acompañó a la pasión. Me explico, se rumoreaba mucho de que la voz del cantante estaba sufriendo con el paso de los conciertos. Que donde antes llegaba con facilidad pasmosa, ahora necesitaba apretar los dientes, rezar a sus santos y conseguir un efecto igual o muy parecido. Y a veces no era ni muy parecido.
Un ejemplo es que seguramente de todos los conciertos que servidor ha podido disfrutar los chicos de Nueva Jersey, este es sin ningún tipo de dudas, en el que Jon ha delegado en más ocasiones las letras al público o propios compañeros de grupo. Temas como “We weren´t born to follow” y en especial “Bed of Roses” mostraban las carencias vocales de Jon. Y uno se sentía triste cuando ese “Wanted dead or alive” sonaba y uno se transportaba al Rock in Rio Madrid del año 2010. Ya no está Richie, pero su sustituto Phil X es una máquina. Y no está la potencia de Jon. Esa potencia que hace 8 años enloquecía al público. Y aquí llega lo que un servidor saca de positivo de todo esto.
¿La falta de calidad disminuye la fe de su público? Para nada, donde la voz de Jon no llegaba, lo hacía la de todo el mundo que llenaba el Wanda. Porque un concierto de este grupo, es una liturgia. Todo el mundo canta, si Jon cede el turno al público este lo hace sin desgastarse ni un segundo (ese “Lay your hands on me”…). Si hay que saltar se salta, si hay que gritar se grita y si hay que reconocer que su voz no llega, pero su pasión y energía física se nos come a todos con patatas, se hace y punto.
En definitiva, ni de lejos el mejor concierto a nivel vocal que uno recuerda de Bon Jovi. Pero también en definitiva, ni de lejos encontraréis otra banda con unos fans que disfruten como lo hicieron los que esa calurosa noche de domingo, se olvidaron de tecnicismos y virtuosismos vocales, para acabar disfrutando como enanos.
