Con la "nueva normalidad" no pudo haber "Fiesta en el infierno", a pesar de la intachable profesionalidad de Alaska y Nacho Canut
Había ganas de conciertos en vivo. De recuperar la normalidad, o la “nueva normalidad”... lo que demonios sea. Y si a las ganas de música en vivo le sumas que sea un grupo como Fangoria quien te la ofrezca, todo se multiplica. El grupo de Alaska y Nacho Canut volvía a Tarragona, después de una ausencia de varios años. Y lo hacía en un Camp de Mart que ansiaba recuperar la música en directo.
Amparados por unos videos visualmente muy potentes y un grupo de bailarines que literalmente lo dieron todo en cada una de las coreografías, Fangoria se dedicó a ir combinando algunos de sus clásicos, con temas extraídos de sus últimos discos de versiones de clásicos.
Alaska se movía con elegancia encima del escenario. Sin excesos, sin pretender ser lo que no es. Es elegancia delante del micrófono, es dar los pasos de baile necesarios... Lo de las coreografías estratosféricas, lo dejamos para otras. Nosotros disfrutemos de ella, de su carisma, de su voz, de su saber estar y de su forma de cuidar de su público.
Al fondo, un Nacho Canut que sabe perfectamente estar en segundo plano. Pero si uno se dedica observar, disfruta viendo su profesionalidad y capacidad de trabajo.
Antes os hablaba de los bailarines... Cosa fina: más allá de todo el ritmo/clase/escuela demostrado en cada una de las canciones, se lucieron bailando en ese tramo del intermedio, y fue de lo mejor de la noche. Aplaudir era lo mínimo, a pesar de que hubo gente que aprovechó para ir a por una cerveza justo en ese momento. Hay que respetar a los artistas, ya sean cantantes, bailarines o músicos... A ver si aprendemos.
Volviendo al tema estrictamente musical. El arranque con “¿De qué me culpas?” ya dejaba claro, para descanso de algunos fans, que no habían prestado mucha atención a sus últimos dos trabajos y que habría espacio para todos. Para el fan de los inicios, para el que se volvía loco con “Fiesta en el infierno”, y para el que ve en “Momentismo Absoluto” una manera brutal de seguir en el candelero.
Y gracias a esa mezcla de hits de todas las épocas, dudo que cualquier espectador saliera decepcionado por el “menú musical” que Fangoria nos brindó.
Finalmente, y recordando ese momento mágico en el concierto en el que interpretaron “Fiesta en el infierno”, dejénme hacer una reflexión. Quien esta crónica escribe disfrutó de Fangoria la última vez que actuó en el Sant Jordi Club. Y ese tema, esa “Fiesta en el infierno”, fue una fiesta con todo un pabellón saltando. Y en esta ocasión, apenas podías mover brazos y piernas: todo muy sentado. Y eso da mucha pena/rabia. La música en vivo es para vivirla, todo el rato, no sólo alguna pequeña excepción. Que esa “nueva normalidad”, lo que demonios sea, nos devuelva lo que nos merecemos como público.