Contracrónica del concierto, crítica musical y un destacado entre los teloneros: GHOST.
1-. CONTRACRÓNICA DEL CONCIERTO, TELONEROS Y ESPECTÁCULO
Frío, mucho frío en el Estadi Olimpic, en una tarde/noche de domingo en la que Metallica volvía a Barcelona, con motivo de “Hardwired… to self-destruct”. Esa era la excusa, pues este trabajo ya lo habían presentado en el 2018. Y, por si había dudas en lo de la excusa, se disiparon del todo cuando el propio James Hetfield anunció que iban a sonar muchos clásicos.
Una alegría para el público que llenaba (aunque sin agotar el papel del todo) el emblemático estadio, y que pudo disfrutar de dos teloneros que cumplieron el expediente de manera más que eficaz. Estamos hablando de Bokassa y, en especial, de Ghost. Lo de este grupo (más allá de sus máscaras, del escenario con forma de iglesia y de un cantante que disfruta moviéndose por el escenario), es música de la buena. Aún no son unos Dioses en esto de la música, pero pagaríamos a gusto el precio que vale una entrada para poder disfrutarlos. Bokassa suena bien, pero necesita tiempo y quizás un poco más de carisma, algo de lo que los Ghost andan sobrados.
Tras los teloneros, empezaba la cuenta atrás hasta la aparición de los Metallica. Un momento ideal para ir a por cervezas y algo de comida, aunque también era posible entretenerse con la ola humana secundada por todos los asistentes hasta que empezara a sonar el clásico de Ennio Morricone: no hace falta decir que esa es la señal de que el concierto del mítico grupo va a empezar. Todo listo para el espectáculo.
Y así fue: la banda de Hetfield, secundado por Trujillo, Hammett y Ulrich, vino con las ideas muy claras, apoyados con unas mega pantallas situadas a sus espaldas que en ocasiones se fusionaron en una sola imagen, en otras ofrecieron animaciones brutales (como en su reinterpretación de “One”), y en otras se dividieron la misión de seguir a los miembros del grupo por el escenario. Algo que debe ser de locos para los cámaras, porque quitando lo obvio -Ulrich en la batería-, el resto se pasearon por todo el escenario e incluso bajaron hasta donde están los que ocupan el Golden Circle y la zona VIP, tocando delante de sus narices.
Por si lo de las pantallas no te dejaba con la boca abierta, en su espectáculo también hay fuego, láseres y fuegos artificiales. Por lo tanto, lo de la boca abierta aquí no es una expresión, sino una realidad literal.
2-. CRÍTICA MUSICAL
A nivel musical, pues lo dicho anteriormente: los clásicos modernos de la banda empezaron a sonar pronto con “The Memory Remains”. Posteriormente irían cayendo otras joyas, siendo testigos de un “Master of Puppets” que se antoja eterno. Pero es tanta la calidad y pasión musical en el escenario, que podrían tirarse una hora con ese tema y nadie se quejaría. Algo similar pasa con “Seek and destroy”. Y es que el grupo de Hetfield es gato viejo. Sabe poner el listón alto, y mantenerlo sin ningún tipo de problemas. Sin preocuparse de que tal vez sus temas en directo duren más de lo que estamos acostumbrados cuando los descubrimos en un cd o una emisora de radio. Y no les preocupa que duren más, porque disfrutan con ello y están seguros de lo que hacen.
También hubo unos instantes para lo anecdótico, y para intentarse tomar un descanso. Fue ese momento en el que Trujillo y Hammett homenajearon “El muerto vivo” de Peret. Sonrisas entre el público pero poca relajación, porque ya en el siguiente tema quedó claro que aquí se vino a disfrutar del rock duro de la banda.
Hubo tiempo para los bises, y es allí donde “Nothing else matters” hizo acto de presencia. Pero una vez más la tranquilidad no es la prioridad para el grupo, sino la épica: 38 años de carrera y ningún rastro de fátiga ni de que estén actuando con el piloto automático.
Y se agradece, porque hubo frío, pero también fuego: el que recordarán todos/as los que disfrutaron de la épica, pasión y profesionalidad de estas leyendas vidas de la música.