Español: Aspecto del escenario para los conciertos de U2 en el Nou Camp de Barcelona (España) (Photo credit: Wikipedia)
Colas interminables, laberíntica fórmula para comprar entradas, servidores colgados, reventa ilegal y despiadada con el bolsillo, teléfonos que comunican, ordenadores que se cuelgan, precios desorbitados, presentar el carné de identidad, drogas campando a sus anchas, acumulación de seres humanos por todos lados, empujones, cámaras en mano que impiden ver el concierto a los de al lado (y cuyas grabaciones sirven de bien poco debido a la poca calidad de los vídeos colgados luego en youtubes y otros portales que juegan tranquilamente con lo ilegal), festivales que provocan la asistencia de personas que no saben cual es el grupo que está tocando...
¿De qué estamos hablando? De lo que debería ser una fiesta para el espíritu: asistir a un concierto.
Mientras en el Royal Albert Hall de Londres nadie te pide nada, y encima te tratan de forma privilegiada, dándote las gracias por asistir y recordándote que para cualquier cosa, ellas están ahí (esas señoras azafatas de avanzada edad que llevan ahí una vida entera), en nuestro país la cosa va de mal en peor.
No sólo eso, sino que, como siempre, nadie protesta. Nos vemos obligados a ir a un concierto de dos en dos y con el carné de identidad en la mano, por no decir en la boca, y ponérselo en la cara de un tío para que te deje entrar. ¿Qué será lo siguiente? Les mandarás una foto, y pondrán tu foto en una entrada, y encima habrá algún descerebrado que dirá:" !qué bien, aparece mi foto en una entrada de U2¡". Seguro que muchos han mirado el siguiente vídeo de U2, grabado en Barcelona, para ver si veían asomar su careto, en la interminable búsqueda de esos momentos de gloria que Warhol atribuía, con muchísima razón, al ser humano.
Si a todo esto le vamos juntando más circunstancias, como el hecho de que ya no se puede fumar en algunos conciertos, pero se puede esnifar hasta el escenario, que cada vez hay menos locales para hacer directos y que algunos de los sitios donde sí se hacen conciertos son horribles, o que ya no se puede ir tranquilo a ningún espectáculo porque la gran masa ha hecho suyo esos espacios con la única intención de "ir a algún sitio"o "de hacer algo este fin de semana", acompañados de sus drogas de distintos diseños ( léase Benicassim, por citar sólo un ejemplo), sólo podemos llegar a la conclusión de siempre.
El hombre se ha cargado otro de sus placeres, y el mundo global ha vuelto a hacer suyo algo que era muy íntimo. El espíritu y la esencia de los que aman la música ya no existe. Suma y sigue.