Una entrevista de Enrique Menéndez para Culturaencadena.com
Cada cierto tiempo sale al mercado musical algún artista que se lanza al ruedo sin buscar el aplauso fácil ni la canción del verano. Es simplemente la pasión por la música y ser fiel a unos principios lo que hace que la aventura se ponga en marcha.
Ramón Aragall vuelve con “Kamikaze”, un fiel reflejo de lo anteriormente expuesto. Y charlar con él sobre esa aventura, sus inquietudes y lo que la música ha influido y sigue influyendo en su vida, es todo un placer.
CEC: Cuando alguien ha trabajado con grupos como “Dorian” o “Els Amics de les Arts”... ¿sacar un trabajo en solitario es una especie de reivindicación, o más bien un desafío personal? ¿Una manera de demostrarte que en solitario puedes tener un nombre y repercusión en el ámbito musical?
RA: Una reivindicación no, pero sí una necesidad interna mía. Llevaba mucho tiempo trabajando para otras bandas, haciendo de instrumentista y defendiendo canciones que no eran mías. Y llegó un momento en que pensaba, “bueno, ya no soy solo batería, llevo cantando durante bastante tiempo, tengo la carrera de música, sé tocar el piano... Me gustaría hacer mi música y ver hasta dónde puedo llegar”
CEC: Leyendo la biografía de tu web me parece muy curiosa la manera en que hablas de tu padre, el tenor Jaume Aragall. Lo gracioso es que, musicalmente, vuestras carreras no pueden ser más distantes. ¿En algún momento tuviste la tentación de intentar seguir sus pasos?
RA: No. Con 13 o 14 años ya me llamaba la atención la batería. Llevo escuchando música clásica y ópera toda mi vida, y es una gran influencia a la hora de componer, a nivel artístico y personal. Pero a la hora de plantearme si seguir la carrera, no... Me interesó la música moderna y salir al escenario a expresarme, ya fuera con la batería o cantando.
CEC: Escuchando “Perfil” y “Kamikaze”... Me fijo en la composición de las canciones y los estilos. Parece que haya un poco de cada banda en la que hayas podido trabajar. Como los escritores que siempre dejan algo de lo vivido en sus escritos.... Como compositor, ¿has hecho lo mismo? ¿Has bebido un poco de lo que hayas podido ver tanto en “Els Amics de les Arts”, “Dorian” y otros grupos?
RA: De forma consciente no, pero seguro que en el fondo sí. Con “Dorian” estuve 4 años, me sentía uno más, y viví y aprendí muchísimas cosas. Con “Els Amics de les Arts” ya ni te cuento, llevo desde el 2009 trabajando con ellos. Y ya no son sólo esas bandas. Pantaleón, Carlos Cros, ahora Cepeda... de todas se aprenden muchísimas cosas. “Perfil” fue como una especie de cajón desastre de todo lo que tenía hasta ese momento, y es un poco más disperso. Pero ahora, con “Kamikaze”, la verdad es que me he encontrado bastante a mí mismo, en una parcela en la que estoy bastante cómodo.
CEC: De acuerdo, hablemos de “Kamikaze”. Lo primero, la portada. Yo tengo mis sospechas de que el niño que disfruta disfrazado de superhéroe eres tú. Cuéntame un poco la historia de por qué has decidido poner esa portada. Y si tiene alguna relación con el nombre del disco...
RA: Totalmente. Hacia el mes de mayo estaba dándole vueltas al tema de la portada. Tenía claro que el disco se titularía “Kamikaze”, porque para mí era la palabra que definía lo que es sacar un segundo disco en este momento, con la que está cayendo a nivel musical. Es muy difícil, la gente está saturada en oferta de discos. Salen 400 discos cada día, y es muy difícil llamar la atención de la gente.
CEC: Pero... perdona que te interrumpa... ¿Crees que esa saturación musical es una ventaja porque es más fácil darte a conocer de cara a sacar un trabajo?
RA: Yo creo que no.
CEC: ¿Entonces, es una desventaja porque hay demasiada oferta y es más difícil que se puedan fijar en lo tuyo?
RA: Creo que es una desventaja. Además me da la sensación de que mi disco no es de primera escucha. Es un disco que se merece un ratito. Pero con esta saturación, la gente tiene millones de ofertas. Se levanta por la mañana, abre el Spotify y tiene un sinfín de opcioes para dedicarles probablemente dos minutos mientras están delante del ordenador trabajando. Es complicado eso...
Volviendo a lo de la portada, yo le daba vueltas al tema este de “Kamikaze, kamikaze”, a lo difícil que es salir adelante con un disco ahora. Y más viniendo del background que vengo yo, que tengo que hacerle entender a la gente que no soy un batería. Que soy músico, compositor, y que esto no es un capricho ni un juego. Estoy aquí para quedarme. Y estaba en casa de mis padres, en una cena familiar, y pensaba “ojalá tuviera la energía de cuando era pequeño, aquella ingenuidad de no importarte nada, de que realmente te hace ilusión algo, y con aquella inconsciencia tiras para adelante: sin miedo ni vergüenza ni nada”. Y caminando por la casa, entré en mi antigua habitación y encontré esa foto. Y, de repente, ya tenia portada.
CEC: Has comentado que no es un disco de una primera escucha. Yo he notado, por ejemplo, que “Relojes a cero” rebaja de golpe toda la energía que encuentras en temas electrónicos como “Punt i Apart”. Y luego temas como “Será mejor” que encajarían en un disco de “Radiohead” o música experimental. Esta mezcla de estilos ayuda a evitar que seas encasillado en un estilo concreto. ¿Has buscado eso, que no se te pueda catalogar?
RA: No lo he buscado deliberadamente. Yo me siento delante del piano o el mecanismo que utilice para componer, ya sean bases programadas o la batería. Me pongo a trabajar y busco hacer el disco que me gustaría escuchar. La gente me está diciendo que es muy definido, que tengo un estilo que se reconoce rapidamente, y que tiene personalidad. Y yo estoy encantado, porque esta es una de las cosas más difíciles: que identifiques al artista con 30 segundos de canción. Creo que, a pesar de una mezcla de estilos, realmente hay un hilo conductor en todo. No sé si con esto me encasillarán o no, pero de eso ya no me puedo hacer responsable.
CEC: El tema que da nombre al disco, “Kamikaze”, tiene una letra bastante triste. He llegado a notarlo un poco como la historia de una persona que encuentra placer en equivocarse. Que sabe que se va pegar la ostia, pero tira hacia adelante igual,casi en bucle.
RA: Bueno, eso lo hemos hecho todos, ¿no?
CEC: Si, pero me parece curiosa la manera en la que lo has enfocado. Y luego otra letra como “Asesinos”, que tampoco es que invite mucho al optimismo. Me da la sensación que es un disco en el que en ningún momento has buscado crear -por decirlo de alguna manera- himnos o letras sencillas para corear en un concierto. Un disco para ti, no para que sea coreado.
RA: Te lo vuelvo a decir: cuando me pongo a componer, quiero hacer el disco que a mí me gustaría escuchar. Mentiría si te dijera que me importa un huevo que a la gente no le guste, porque quiero que les llegue. En el fondo son sensaciones y sentimientos universales que todo el mundo ha vivido. Dime si alguna vez en tu vida no has sentido que estás haciendo algo mal. Y todo el mundo te está diciendo que la estas cagando, pero a base de bien, y tú continuas, y continuas, y continuas… Y sabes que lo que te están diciendo es correcto, pero necesitas un tiempo para experimentarlo, cometer el error y, a toro pasado, decir: “vale, sí, teníais razón, pero tenía que pasar ese proceso”. Eso es “Kamikaze” para mí: sentimientos en los que la gente se pueda sentir identificada.
CEC: Si, pero lo que quiero decir es que no encuentro en todo el trabajo, ni en este ni en “Perfil”, una estrofa, unas rimas fáciles que son las que la gente corea. Me parece curioso que no hay ningún tema “muy comercial”
RA: Y eso ¿tú lo ves bueno o malo?
CEC: Sinceramente, lo veo bueno... y valiente. Antes hablábamos del tema de que hay mucha saturación. Me da la sensación que gran parte de la saturación es debida a que hay muchos músicos buscando eso: un pelotazo, una rima fácil, una letra que se coree fácil. Personalmente, lo veo bueno.
RA: Mira, tío... Yo lo de buscar un pelotazo no lo sé hacer. No me lo he planteado nunca. Cuando acabé, tenía unos 13-14 temas, e hice un descarte natural en el proceso de las canciones con los productores. Decir “bueno, pues estas están ganando más peso que las otras”. Y con 10 canciones ya teníamos el single “El primer intento”, pero no de forma premeditada. De repente te encuentras con una canción que piensas que puede comunicar más o menos que otra... Lo más importante es que sea una propuesta honesta. Me cuesta un montón cantar una letra que no me creo. Tiene que ser, silaba por silaba, algo que entienda o haya vivido o asimilado, y de alguna forma que me lo pueda haber hecho mío de alguna manera. Si no, no puedo cantar las letras: tiene que ser de verdad.
CEC: SI te pidiera un adjetivo que definiera la mayor diferencia entre “Perfil” y “Kamikaze”, ¿cuál sería?
RA: Madurez compositiva. En “Kamikaze “he encontrado una parcela en la que me siento realmente cómodo. Escucho el disco y pienso “ostias esto se acerca bastante a lo que yo quería hacer”. Uno tiene una idea en la cabeza de lo que tiene que ser un tema y a donde tiene que llegar. Y entre eso y lo que luego acaba resultando a veces hay diferencias. Me gustaría poder pensar que realmente me puedo considerar ya un compositor. En el sentido que he encontrado mi parcela de trabajo, mi zona de confort donde me siento cómodo. Sigo escuchando mucha música e investigando. Me levanto por la mañana, me vengo al local, que es como mi oficina. Y me paso el día tocando el piano, estudiando batería, componiendo, lo que sea. Eso implica una evolución, que probablemente se notará haciendo el tercer disco. Que no sé dónde me llevara, ni cuando lo haré ni nada, ahora es pronto para decirlo.
CEC: “Kamikaze” lo presentas en Razzmatazz en la sala 3. Tú ya has colaborado con grupos grandes, con lo cual entiendo que lo que es el vértigo por tocar en salas, sitios importantes ha desaparecido. Pero ahora que juegas en solitario ¿hay algo de vértigo?
RA: Y tanto que hay vértigo. No tiene nada que ver salir a un escenario y ponerse a tocar la batería que lo llevo haciendo desde los 14 años, a ponerse delante del púlico con un micro. Además yo siempre he pensado que el cantante es un poco el enlace entre el resto de la banda y el público. Todos los ojos casi siempre van fijados al cantante. Hay un cierto vértigo, pero lo superan bastante las ganas de salir a tocar. Tengo una banda con la que estoy disfrutando un montón, estoy feliz de la vida de que estén allí. Estamos empezando a ensayar y es una gozada cantar estos temas con ellos. Porque los están reproduciendo de una forma que están cogiendo vida, llevándolos a su parcela y con propuestas nuevas que me gustan un montón.
CEC: De acuerdo, una última pregunta. Revisando tu Twitter, leí una declaración que hacías, sobre el tema de que hubiera edición física en el FNAC de tu trabajo. Y ponías “todo es tan digital”. ¿Se está muriendo el romanticismo de antes? Comprar un vinilo, tener una estantería, colocarlo e incluso clasificarlo. ¿Nos estamos cargando la parte romántica de la música?
RA: No creo que nos las estemos cargando porque el vinilo está teniendo como un resurgir. Pero se está volviendo minoritario. La gran mayoría de público que está escuchando tus canciones, lo hace a través de las redes digitales. Yo mismo compro pocos discos. Todo es bastante digital, independientemente de que la gente disfrute de que montes un stand de merchandising y haya un vinilo.