UNA ENTREVISTA DE ENRIQUE MENÉNDEZ PARA CULTURAENCADENA.COM
Recuperamos esos 40 minutos. Culturaencadena.com disfrutaba de 40 minutos charlando con Christina Rosenvinge sobre su libro “Debut. Cuadernos y canciones”, que seguimos recomendando.
Sobre “Un hombre rubio”, el pasado, el presente y lo que traerá el futuro. Un futuro que, en breve, nos permitirá disfrutar de su música en la Sala Apolo como fin de gira de un trabajo que no ha decepcionado. Gracias por esos 40 minutos, disfruten de las palabras de una mujer que es historia de la música en este país.
CEC: “Debut. Cuadernos y canciones”. Más allá de ser un recopilatorio de las letras de tus temas y escritos varios, explica en algunos casos la inspiración de esos temas. Como fan fascina conocer el origen de los mismos. Aunque elimina la magia de que cada uno saque sus propias teorías sobre ese origen. ¿Has sacrificado esa magia por la necesidad de contar la verdad?
CR: He sido muy consciente de que estaba creando otro relato paralelo al de las letras, pero tampoco he querido destripar las canciones. Los relatos complementan las letras, de hecho, forman parte de cosas que empecé a escribir en el momento de los discos. Aunque no era con esa intención, eran más como notas. ¿hay alguna canción que te parezca lo que dices, que he contado demasiado?
CEC: No considero que hayas contado demasiado. Por poner un ejemplo, cuando vas a ver una película y el final no queda claro, te gusta fantasear con lo que tú interpretas. No es que cuentes demasiado o no. Es que como escritora no hayas querido dejar el gusanillo ese de “no acabo de contarlo todo” y que tus lectores saquen sus propias conclusiones.
CR: En el libro las historias no están contadas hasta el final. Hablan mucho de lo que estaba pasando en los días en los que se escribieron las canciones. Pero los relatos hay que interpretarlos. Creo que hay suficiente ambigüedad como para dejar espacio para el lector. De hecho el libro acaba con una reflexión, la pieza final del puzzle, la tiene que poner siempre el público no la puede poner el artista. Hay suficiente margen, no sólo para que la gente interprete, sino para que se encuentren a sí mismos también. Porque no se trata de mi historia, se está hablando de la naturaleza humana, de nuestras debilidades, acciones y profundo sentir.
CEC: Cuando alguien con una larga carrera en el mundo de la música se plantea escribir un libro donde habla un poco sobre lo que ha vivido/cantado... ¿hay una cierta sensación, igual que cuando haces un recopilatorio, de punto y aparte? ¿De estar ante una especie de reseteo, de reinicio a nivel musical?
CR: El libro lo tenía en la cabeza desde hace tiempo. De hecho, cuando empecé a escribirlo pensé que lo iba a publicar antes que “Un hombre rubio”. Eso siendo muy optimista porque yo con mi velocidad soy muchísimo más lenta para trabajar. Pensé que iba a ser muy chulo publicar las letras antes de que la gente oyera las canciones. Pero finalmente acabé el libro mucho más tarde, gracias al editor Claudio López, que me alentó para llevar a cabo este reto de crear, de hacer un experimento literario juntando las letras con relatos que recreaban los días en los que se escribieron.
CEC: Planteas que uno recuerda más lo inesperado, la sorpresa. La monotonía, a pesar de lo agradable que puede llegar a ser, nunca es digna de estar en un ranking de recuerdos. Para alguien que lleva toda la vida en un escenario ¿Qué te llevarías a ese ranking?
CR: Sobre esta reflexión, me puse muy contenta cuando leí artículos de neurólogos que explicaban el porqué. Por ejemplo, que en los nuevos métodos de enseñanza los profesores lo que intentaban era emocionar a los alumnos porque cuando una emoción es asociada a un recuerdo, éste queda fijado. Entonces había maestros que primero sorprendían a sus alumnos con algo completamente inesperado, positivo o negativo de forma que la memoria cambiara en ese momento. Lo que ocurría después es que si les explicaba una fórmula matemática, esa fórmula matemática quedaba tatuada en la memoria. Lo mismo ocurre con las canciones, en el momento en que uno la escribe o da con una canción que le parece que no es una canción más, que ha conseguido algo que no sale todos los días, la emoción y la adrenalina es tan fuerte que ese momento, aunque sea un momento completamente ordinario, queda tatuado en la memoria. El escenario es una emoción intensísima pero en el momento que esa emoción intensa sucede muchísimas veces, ya no te queda un recuerdo tan nítido de cada actuación. Es muy curioso, el funcionamiento de la memoria es prácticamente una máquina de crear infelicidad por esto. Recordamos más lo desagradable que lo agradable.
CEC: Hablas de los 90, que “la vida empieza a parecer vacía, aunque tengas de todo”. Empezada la segunda década del siglo, ¿piensas que en esa época tuviste la suerte de poder controlar esa vorágine? ¿ o siempre te has caracterizado por tener la cabeza bien amueblada?
CR: De lo que estoy hablando, es de que esa época era una época de excesos, con mucha drogadicción a mi alrededor. Luego lo volví a ver en los 2000. Es algo que me llama la atención. Como una generación se droga y sufre las consecuencias. La siguiente generación normalmente es más cuidadosa, porque ha visto a los hermanos mayores, pero luego la siguiente vuelve a olvidar y vuelve a caer en lo mismo.
CEC: ¿Como un bucle, como las modas que vuelven?
CR: Es un bucle, he estado toda la vida alrededor de gente que se drogaba y bebía muchísimo y yo no lo he hecho. Por una cuestión a lo mejor, de que tengo tan poca fortaleza física que no puedo permitirme el lujo de tener bajones. No los soporto, no es que tenga nada moral contra esto, es una cuestión de salud. Lo malo de acostumbrarse a medicarse o hacer auto terapia con sustancias, es que estropeas tu capacidad de imaginarte solo. Es decir con las cosas que te gustan.
CEC: En pleno pelotazo de “¡Chas! Y aparezco a tu lado”, te planteas que todo eso no va contigo. Que la lista de los 40 Principales no pega con tu concepto de lo que es ser músico y vivir de ello. Pegas un puñetazo y reseteas. Visto desde la distancia ¿Volverías a pasar por ello sin ningún tipo de dudas, sabiendo que a pesar de ser algo que no te gusta, te abrió muchas puertas?
CR: Es una pregunta difícil y no tengo una respuesta clara para esto. Por un lado es verdad que “¡Chas! Y aparezco a tu lado” me puso en el mapa. Por otro lado, sobrevivir a un éxito de esa magnitud es complicado. Gracias a renunciar a esa canción he podido tener todo lo demás. No habría podido hacer lo que hago ahora y al final del concierto tocar esa canción. No se podría integrar con la carrera que he tenido. No quiere decir que la rechace, es una canción que me gusta muchísimo y estoy orgullosísima de que este tan viva. Pero es muy difícil tener una carrera larga en base a una canción como esta.
CEC: En la Sala Apolo cierras la gira de “Un hombre rubio”. Si de 500 asistentes, 15-40 van con la idea de volver a oir clásicos tipo “Voy en un coche”, “Mil pedazos” e incluso “¡Chas! Y aparezco a tu lado”, ¿no da rabia? ¿no te queda la sensación de que a veces la gente recuerda/busca más, lo que tú ahora ves con una cierta frialdad?
CR: No, no. Me parece estupendo que lo deseen secretamente y también me parece estupendo que yo no se lo dé. Si que he tocado “Voy en un coche” en conciertos en esta gira. Sobre todo, porque toco mucho en Sudamérica y allí esta canción es tan importante que no la puedo esquivar. Pero cuando la he tocado en España, recuerdo en Joy Eslava, no te creas que a la gente esa canción le gusta más que “La muy puta”.
CEC: Pero en los conciertos hay mucho concepto de nostalgia. Si voy a ver a Amaral, me pueden gustar los temas de ahora,. Pero en su concierto la mayoría de gente está esperando temas como “Moriría por Vos” o “Toda la noche en la calle”. Es un componente de nostalgia, que entiendo que a un músico le puede fastidiar. En plan “vale, está muy bien, pero es que después de esto he sacado 10 discos más!!!
CR: Bueno, me pasa que voy a ver a Bob Dylan y toca “Like a Rolling Stone” y flipo. Pero te diré que también en su caso, percibo su desgana tocándola.
CEC: O sea, que lo tocas más por concesión, regalo/homenaje al público.
CR: No. La suerte de tener un producto con muchas canciones, es que puedes tener los éxitos en rotación. Si solo tienes uno y lo tienes que tocar en todos los conciertos, acabas odiándolo. Pero si tienes varias canciones, pongamos 10 canciones que a la gente le gustan mucho, en una gira tocas dos, luego les das un descanso de tres-cuatro años, luego tocas otras dos, las vas transformando. Otra cosa que hago con las canciones y que hace mucha gente para mantenerlas vivas es no tocar siempre con el mismo arreglo.
CEC: Entiendo por esa regla de tres, que tu nunca harías como Massive Attack o Texas que anuncian una gira y el principal reclamo es que van a tocar íntegramente “Mezzanine” o “Southside”. Esto no va contigo.
CR: Bueno eso es un desafío. Pero un concierto de nostalgia, con todos tus hits, tocados exactamente como eran y para gente que solo está ahí por nostalgia, es un poco matar el presente. Si no tuviera ahora mismo el nervio de vivir el presente, me parecería estupendo eso, pero no es mi caso. Además ten en mi cuenta, que mi carrera no ha sido como Amaral en ese sentido, o otras bandas que han sacado un disco, han tenido una supergira de la leche, luego han sacado otro y otra supergira. Yo he tenido una carrera muy irregular, donde he cambiado de país, he tenido épocas mucho más oscuras y he estado muy desaparecida. He tenido también muchos años de poder tocar muy poco en directo, porque estaba criando hijos. Entonces ahora mismo, me quiero dar el gusto de hacer lo que sé hacer.
CEC: Pero han pasado los años y sigues picando piedra. Es decir lo tuyo es hacer canciones, no buscas ser la banda sonora de un anuncio ni tener top en reproducciones en Spotify. Habrás visto muchos proyectos de “lo que va a ser la nueva estrella que la música necesitaba”. Nuevos músicos que luego simplemente se han quedado en un buen disco o en un buen tema ¿Cómo se lleva ver tanta entrada que desaparece con tanta rapidez?
CR: Pues es verdad. Veo mucha gente que sale quemada en poco tiempo. Es una cuestión sobre cómo funciona la industria. Que no te ve ni como persona ni como un artista. La industria es un negocio, quiere fagocitar y rentabilizar cuanto antes su inversión. Entonces tienes que jugar con el negocio, para que ellos trabajen para ti, en vez de trabajar tu para ellos. También hay que hacer las cosas en la medida de tus posibilidades y aspiraciones. Llenar estadios nunca ha sido mi objetivo. Mi objetivo era tener una carrera larga con discos interesantes, que pudiera escuchar después con cierto orgullo.
CEC: ¿Echas un poco de menos el concepto de la industria musical, también a nivel fan de los 90? Es decir, las cintas, los cds, que la música fuera algo más físico , no un simple archivo.
CR: Bueno, de hecho los vinilos han vuelto con muchísima fuerza. Y han vuelto de otra manera. Yo los vinilos que tengo de los 90, son vinilos finitos que se destrozaban con nada. Los que se hacen ahora son otra cosa, están hechos con mimo, con buen papel, con buen gramaje, es un objeto muy deseable. Creo, viendo las nuevas generaciones, que el lujo de poder apagarse, es decir que la música que quieras escuchar no esté dentro de tu teléfono, va a volver. De hecho ha vuelto y se va a masificar otra vez. La posibilidad de apagar el teléfono se va a considerar un lujo.
CEC: Yo lo que veo sobre lo que comentabas que el vinilo había vuelto con fuerza, es algo que veo en gente a partir de 30 años. Es decir no veo un chaval de 18 años comprándose un toca discos, un vinilo. Lo veo como una cosa de nostalgia.
CR: Bueno, para empezar a las generaciones de menos de 30 años no les podemos pedir que compren vinilos, porque para empezar tendrán que poder tener un trabajo bien pagado y una casa donde poner el plato y ordenar sus vinilos.
CEC: También es verdad.
CR: Antes de eso está el trabajo y la casa. No es que no inviertan en cultura, porque invierten muchísimo, pero el dinero que ellos invierten en cultura, se va en pagar el teléfono, internet y suscripciones a Spotify y lo que sea. A esta generación desde luego no se le puede pedir ese romanticismo. Pero tampoco quiero ser tan estúpida o conservadora o ingenua, como para pensar que los chavales que consumen música de otra manera, no viven las cosas con la misma intensidad y trascendencia con que la vivimos nosotros en su momento. También creo que hay que tener mucho cuidado en glorificar tiempos pasados.
CEC: Tenía 17 años cuando me compré “Que me parta un rayo” y en ese momento sentía que estaba ante una rebelde, una chica mala del rock and roll que cantaba incluso frases tipo “hasta los polis besan mis pies”. Ahora tengo 44, viendo tu carrera y esta conversación, veo que estoy ante alguien con mucho vivido, que mima mucho las letras y sin esa actitud macarra, que podía haber antes. ¿La rebeldía se ha calmado con los años o está allí escondida?
CR: Fíjate que rebelde es una palabra muy desprestigiada. Va de inconformismo. Y no creo que el inconformismo se haya apagado, todo lo contrario, se ha cimentado. Si no pensara de la misma manera, probablemente habría jugado mis cartas de otra manera y ahora tendría una vida más cómoda. No estaría cargando con mi amplificador, con mi teclado para no sacrificar la independencia de pensamiento. Creo que no tengo la sensación de haberme doblegado. Tengo la sensación de haber perdido la ingenuidad para bien. Porque ese tipo de frases ahora me hacen mucha gracia, pero también me dan un poco de bochorno.
CEC: Bueno, esto es como si lees una poesía que escribes con 14 años. Hay algunas rimas que de lo evidente que son, son ridículas.
CR: Claro, para mi esa canción me hace gracia. Porque ese disco entero realmente es eso. Que yo estaba resituándome y jugando con el papel de ser chica en el mundo del rock. Estaba un poco saliéndome de lo que se suponía que tenía que ser una chica en el rock.
CEC: En “Debut” hablas de “Bicho” (Ray Loriga). “Bicho” fue la inspiración para muchos jóvenes que tras leer sobre todo “Héroes” descubrieron un amor por la lectura y unas ganas de escribir que todavía no había nacido en ellos. ¿Christina Rosenvinge tiene la sensación que sobre todo desde los tiempos de “Mi pequeño animal” también ha sido una inspiración? Para la gente que quería hacer música sin venderse a las radio formulas y las rimas fáciles.
CR: Tengo que reconocer que he tenido muchos momentos de crisis personal. Hay ciertos momentos a dia de hoy que me hacen una oferta super bien pagada por algo que no quiero hacer y que considero que es ceder en mis condiciones y rechazo esas ofertas. A veces me miro en el espejo y pienso “eres imbécil, ¿a quién le importa tu integridad?”.Entonces pienso que tengo hijos y que a mis hijos tampoco les importa mi integridad y que debería estar pensando en su seguridad más que en mi integridad. Sin embargo como contrapartida, cuando alguien ha tomado decisiones en contra de su familia o de lo que parecía sensato en ese momento, inspirándose en algo que yo he dicho o he hecho, en esos momentos es cuando dejo de sentirme idiota. En esos momentos me doy cuenta que es importante transmitir la idea de que no podemos tomar todas nuestras decisiones en base a lo que se espera de nosotros. Me alegro de lo que dices, es bonito servir a la gente de puerta. Sobre todo porque lo que hay detrás de la puerta es todo un mundo, toda una forma de vivir que hace la vida mucho más soportable.
CEC: De acuerdo, “Un hombre rubio”, del que cerraras la gira en la Sala Apolo, contiene temas potentes, como “El pretendiente “ y “Niña Animal”. Es como si quisieras no olvidar la que fuiste en tu trabajo “Mi pequeño animal”. Sin embargo, ya en la misma portada de “Un hombre rubio” veo mucha tranquilidad, madurez, reflexión. ¿Hay una conciencia del paso de los años en cada uno de tus trabajos?
CR: Las portadas no te puedes imaginar hasta qué punto son fruto un poco de la casualidad y las circunstancias. La portada tanto del libro como del disco, las ha hecho Pablo Zamora, que es un fotógrafo amigo mío.. Y las ha hecho él, por que cuando he hecho sesiones de fotos con profesionales, que no me conocían, han salido fotos que me parece que no reflejaban quien era. En este caso la foto es fruto de la casualidad. Se iba a usar otra foto, que luego usamos de promo, en la que yo estaba vestida con ropa de mi padre y subida a un montículo en Navacerrada, que era el sitio donde le gustaba ir a pasear. Dices que transmite tranquilidad, pero yo no la veo como una foto dulce.
CEC: No dulce, sino de tranquilidad, como “ya ha vivido muchas cosas”, “ahora veo las cosas de otra manera”, “he reflexionado mucho”… Justamente hoy mientras preparaba la entrevista, mirando portadas veo la de “Un hombre rubio” y la de “Mi pequeño animal”. Y son totalmente distintas. En “Mi pequeña animal” se ve más fuerza, más energía y en esta se ve más tranquilidad.
CR: Hace poco tuve una estudiante finlandesa que estaba haciendo aquí una tesis sobre la imagen de las mujeres del rock en España. Estaba utilizando mi carrera un poco de guía. Y nos dimos cuenta que en las fotos que pongo en las portadas, nunca se me ve la cara bien . En ninguna foto se me ve la cara entera. Entonces ella me digo que no hace falta ser un psicólogo para darse cuenta que en realidad no quieres salir guapa en ningún portada. Estas resguardándote de alguna manera y de no querer exponerte a que te juzguen.
CEC: Y después de tantos años dedicándote a la música ¿aún tienes un poco ese miedo, ese escudo?
CR: No, no tengo miedo, no tengo las inseguridades que tenía cuando era joven por supuesto. Además , en relación a algo que estabas diciendo antes, en el 2008 empecé a dedicarle mucho más tiempo a escribir las letras. En “La joven Dolores” es donde empieza ese cambio. Yo antes escribía las letras de una forma más inmediata. Escribía, las reescribía durante dos o tres días y ya estaba. A partir de “La joven Dolores” me vuelvo muchísimo más meticulosa con las letras Es cuando me doy cuenta que voy a dedicarme a tocar durante muchos años. Y que las canciones que estoy tocando tienen que gustarme dentro de diez años. Que las letras tienen que sujetarse ahí durante mucho tiempo. Y que no me puede pasar como con esa frase de “Voy en un coche” que tú has citado. Una frase que cuando la canto ahora con 50 años pienso “que juvenil es ¿no. Realmente fue en el 2009, cuando empecé a componer este disco, después de una gira fantástica con “El labio superior”. Que es la primera gira buena que hacía en más de 10 años.
CEC: Hablando de giras. ¿Qué pasará en el momento que vuelvas al camerino tras cantar la última canción, ese 16 de enero en la “Sala Apolo”? ¿Qué empieza a partir de ahí?
CR: Es algo de lo que escribo en el libro. La vuelta a casa es muy dura, además cuando no tienes pareja más todavía. Porque entras en la casa y está como fría, oscura, la nevera está vacía. Es muy difícil, por eso entiendo a gente como Bob Dylan, que no vuelve nunca a su casa, que está siempre de gira. Es que la vida de gira es una vida idónea, cuando te gusta hacer música. Aunque para mucha gente es una pesadilla, porque son horas de conducción, comer en sitios irregulares, para mi la vida de gira, es la vida ideal. Entonces la vuelta a casa es un aterrizaje dificilísimo, viene una crisis ahí normalmente, pero también hace falta para poder recogerte y escribir otras cosas. Y estar con los tuyos, recuperar tus amistades y tu vida.
CEC: Entonces, el día que no vuelvas a casa, porque ya estés en casa, ¿Ese día te asusta?
CR: Si, no me lo puedo imaginar. Ahora mismo ni me lo planteo. Me gusta después de estos conciertos, que me voy a retirar una temporada a escribir. Bueno he hecho una cosa distinta, el año pasado en verano, se rodó una película donde soy protagonista, que se llama Karen. De una directora que se llama María Perez que solamente había hecho un documental, “Malpartida Fluxus Village” y tengo que componer la música de esa película. También tengo unos encargos para otros intérpretes, canciones que tengo que escribir. Hacer eso me gusta muchísimo también. El estar días y días en pijama en el piano escribiendo canciones me encanta. Lo que me resulta muy difícil a mí y a todos los que nos dedicamos a esto, es volver a tu casa y salir con la lista de la compra a comprar artículos de limpieza, ir al banco a ver qué pasa con la tarjeta, ¿sabes?. Pero bueno, es la vida normal con la que tienes que lidiar como todo el mundo. El contraste después de volver de conciertos y estas cosas, es duro, Como que te tienes que acostumbrar, descomprimir como los astronautas.