Nigel Olsson a la batería (en muy buena forma), Davey Johnstone a la guitarra (un gran profesional en todo momento muy bien avalado por un curriculum de veteranía trabajando como músico habitual al lado de un artista de la talla de Elton John), teclista, bajista, percusionista, una escenografía colorida tras la que está David LaChapelle, y coordinándolo todo, la obra y la figura del viejo Elton John.
Porque anoche disfrutamos del Elton John más añejo, con un repertorio de 17 canciones (se hizo corto) muy basado en los primeros 5 años de los 70, varios hits de la segunda mitad de esa década, y otros tantos de los 80. Escasez de temas recientes, incluyendo los 90. En definitiva, lo que se anunciaba como un repaso a 32 años de hits, se quedó en algo menos.
Pero toda crítica sobra, y no lo decimos sólo porque nosotros no queramos entrar en la guerra de críticas especializadas (es bastante penoso que hasta el momento la mayoría de periódicos cuenten solo con una nota de EFE que debe haber sido escrita por un becario), sino porque, a pesar de los miles de matices y objeciones que se le pueden hacer al show que vimos ayer en Barcelona, cerrando la gira actual del Sir, podemos calificar todo lo que vimos y oímos de 'correcto' en su global.
En una noche muy otoñal en la Ciudad Condal, fuimos a ver un concierto de Elton John y eso es lo tuvimos. Ni más, ni menos. No hubo más que música, bien interpretada por la voz y los instrumentos del artista y sus colegas de fatigas musicales, y eso es lo único que deberíamos demandar. Mucho se había hablado del montaje de David LaChapelle, pero lo que la gente realmente quería era escuchar sus canciones. Fue un concierto de canciones, y siempre que eso ocurre, se echan en falta algunas. Ayer no fue la excepción, pero el repertorio fue satisfactorio y agradecido por una audiencia que permanecía tan serena como lo era la actuación que teníamos delante de los ojos.
La nota de la agencia EFE y de cuyos argumentos se sirven los portales de los periódicos hoy, dice que la mayoría de gente que acudió al concierto superaba los 50 años. No estamos de acuerdo: había gente de todas las edades, aunque sí resaltaba, si lo comparamos con otros espectáculos, un perfil adulto. Pero de ahí a que todo el mundo superara el medio siglo de edad, hay un mundo.
Quizás muchos de los que asistieron fueron en otra época seguidores de los Sex Pistols, pero ayer tuvimos con nosotros un público calmado, sereno, que podía parecer frío, pero que demostró disfrutar cuando los aplausos estaban cantados y que, sin lugar a dudas, se quedó con ganas de más, si hacemos caso a la ovación y sensación final que transmitió. Hubo también agitación en momentos en que se reconocían las primeras notas de algún tema, como sucedió con "Nikita", un tema que a los responsables de este blog no nos acaba de convencer, aunque la versión oída ayer no fuera tan popera y sin sustancia como es habitual, lo cual agradecimos.
Insistimos en que cada uno de los asistentes se iría a casa con el recuerdo de las canciones interpretadas, con las que más le llegaran, con aquellas que forman incluso parte de la banda sonora de su vida, y echando de menos temas como "Crocodrile rock" o "Sacrifice", por poner dos ejemplos muy distintos. Pero tuvimos un "Rocket Man" atrevidamente alargado y variado con respecto al conocido, donde Elton se permitió una improvisación que resultó muy dinámica, con subidones y vueltas a la normalidad que agradecimos.
Lo sabíamos ya, pero quedó nuevamente demostrado que las baladas como "Sorry seems to be the hardest word" o "Candle in the wind", por citar un par de ellas, se le dan mucho mejor que los temas más rockeros. Fueron magníficas también las interpretaciones de "Guess that's what they call it the blues", "Someone Saved my life tonight", "Don't Let The Sun Go Down On Me", "Goodbye Yellow Brick Road", "Believe" o "Daniel". La archiconocida "I'm Still Standing" sonó en todo momento muy compacta.
Sin embargo, no ha estado tan acertado en la interpretación de algunas de las canciones más movidas de su repertorio, "The Bitch Is Back" sonó poco cuidada, así como también decepcionó un poco a nivel vocal sobre todo el "Saturday Night's Alright (For Fighting)", que interpretó muy por debajo de sus posibilidades, exhibidas en multitud de ocasiones anteriormente. En cambió sorprendió gratamente con una inspirada interpretación del tema de los Who "Pinball Wizard" que en su dia grabó e interpretó para la película Tommy y su banda sonora.
Fue precisamente en este momento, ya al término del concierto, y justo antes de la genial "Your song", que cerró el concierto, cuando los artistas dejaron subir a parte del público para bailar al ritmo de las notas y del vídeo que todos pudimos ver en una pantalla que emitió imágenes durante todo el concierto, sin conseguir ningún resultado destacable. Como era de esperar, en lugar de bailar al ritmo demandado y ceñirse a complementar la actuación, los humanos que subieron al escenario no pudieron evitar acercarse al cantante y a su piano rojo, engulliendo para el resto del respetable lo que en todo momento pudimos ver sin problemas: un Elton maestro al piano y con la voz en su punto, que sólo estuvo por debajo de sus posibilidades en contados momentos.
Pero ya sabemos qué sucede con estas cosas. Estábamos en un concierto de masas, y si encima te piden subir al escenario y tener a un artista tan cerca, el ser humano pondrá inevitablemente en práctica dos de sus múltiples defectos: la mitomanía y la teoría de Andy Warhol sobre los minutos de gloria que parece que todo integrante de nuestra especie necesita. Aún así, el público de ayer no era de los peores que podemos encontrarnos: no había tantas cámaras molestando, maleducados empujando o agregados presenciando algo que no les interesa, solo por aquello de hacer algo y "yo estuve ahí". Pero lo dicho: no hacía falta, hubiésemos preferido escuchar "Saturday Night" mejor interpretada a tanto intento de fiesta inútil.
No fue lo único que no aportó nada. La gigante video-pantalla que en muchas de las canciones emitían una especie de videoclips (poco currados), no era necesaria. Fue un alivio cada vez que se apagaba y nos quedábamos con lo que realmente se nos estaba ofreciendo: un directo. No había concepto, ni nada que comunicar a través de ellos, y algunas imágenes, como las de una Marilyn postiza, sobraban. Parece que estos artistas que tanto llenan estadios siempre tengan la obligación de llevar mucho arsenal adicional en sus conciertos, a nivel espectáculo, y que sólo Bruce se pueda permitir el lujo de no complementar sus directos con todo tipo de parafernalias y salir a tocar sin nada más que su música. Créenos, Elton, ampliando tu repertorio de canciones y creando una atmósfera más cálida, todos nos hubiésemos ido más que contentos, incluso apasionados.
El tono colorista tampoco supo realmente transmitir lo que pretendía. En ningún momento se respiró un ambiente de fiesta, a pesar de los esfuerzos de Elton, que tampoco fueron muchos. En definitiva, un buen concierto de canciones que no decepcionó en lo musical pero algo disperso e incompleto, con algunos detalles que sobraban pero tampoco molestaban en exceso, porque lo único que queríamos era saber cual sería la próxima canción que íbamos a disfrutar, algo que terminó quizás un poco antes de lo esperado pero que a la vez dejó a la audiencia satisfecha y por si acaso vuelve, seguro con ganas de más.
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