Remarcamos, antes de empezar, que en esta web no hacemos críticas de conciertos. Detestamos las críticas musicales, ya sean de conciertos o de álbumes, pues siempre vienen llenas de prejuícios. Y si hablamos de un concierto "heavy", y además de los Metallica, la lista de tópicos y de prejuícios será, seguramente, extensa e intensa. Hoy se publicarán esas críticas del concierto del pasado sábado en los periódicos, así que quien quiera, ya sabe donde puede leerlas. Es de prever que se repetirá en ellas lo que ya hemos leído mil veces: que a partir del disco "Load" llega la decadencia, y que el último álbum, "Death Magnetic", no está a la altura. A parte de que no entendemos dichos argumentos, ni compartimos la demanda que se hace de los artistas de estar siempre al mismo nivel, pues todo depende de miles de factores que a veces son incontrolables, nosotros fuímos a ver un concierto, el del pasado sábado en el Fórum de Barcelona, y en teoría es de eso de lo que se debería hablar.
Hecha la aclaración, pasamos a narrar esta nueva contracrónica de un concierto que, según datos oficiales, superó los 40.000 espectadores. Lo cual duplicaría, por ejemplo, la cifra media de espectadores en el festival más "cool" de la ciudad, el modernísimo Primavera Sound, al que nunca hemos acudido. Este primer dato da ya una idea del poder de convocatoria de un grupo que también demostró su poder en el escenario. Se sienten seguros, más que en anteriores ocasiones, saben que son animales de escena, y saben transmitirte una energía nada impostada que se refleja al mismo nivel que el disfrute por tocar en el escenario.
El concierto empezó con la habitual banda sonora y escena de la película "El bueno, el feo y el malo", que, unida al "Fight Fire with Fire", desató la locura "heavy" entre el público. "Creeping death" y "No remorse" hicieron seguir el directo en la misma línea, provocando el delirio entre la audiencia que parece compartir un mundo con ellos y con otras bandas del mismo estilo. Pero en este concierto había personas de todas las edades, desde niños hasta personas de muy avanzada edad, e incluso pudimos ver algún que otro zombie que debió pedir su permiso para salir de la tumba y no perderse tan potente concierto.
Porque fue potente, digan lo que digan hoy los periódicos. Musicalmente, compacto, seco y duro. Sin concesiones a un público sediento de típicos aullidos heavies, a los que Metallica contribuyó en una ración muy pequeña, lo cual dice algo de ellos, que saben que, si sueltan un "Fuck them all", tendrán a su audiencia chillando y saltando como locos. Lejos de utilizar dichos trucos, el nivel de tensión se mantuvo durante las dos horas si lo que vas a ver es un concierto y lo haces sin prejuícios, y si los llevas encima, puede que te los quiten de un soplido. Metallica, conscientes de que su último disco también ha sido criticado negativamente por los "expertos", acalló bocas, e interpretó los dos primeros singles del disco "Death Magnetic" con solvencia, piruetas, fuegos artificiales y atractivos añadidos a los temas originales de estudio. Mucho mejor oírlos en directo, seguro que pensó el 'respetable' más crítico, aunque sus ideas le impidan luego reconocerlo.
Así fue todo el concierto: directo, muy compacto (queremos resaltarlo), con una puesta en escena sobria pero muy efectiva. Lo espectacular no estuvo en los breves fuegos de artifício que presentaron, sino en su música y en la interpretación de los temas. A nadie le dejaría lugar a dudas la interpretación de "Master of Puppets", "Nothing else matters", "Enter Sandman", "One" o "Fade to black", pero a nosotros no nos dejaron dudas en ninguno de los temas, porque, más allá de la calidad de los mismos, que por supuesto son distintas, fueron tocados con fuerza, precisión y máxima efectividad. Llegado a un puntodel concierto, nos daba absolutamente igual qué canción fueran a interpretar, y no nos sentíamos sedientos ni de grandes éxitos, ni de los temazos del pasado. Tocaran lo que tocaran, nuestra intuición, basada en lo escuchado hasta el momento, nos decía que lo íbamos a disfrutar.
No nos descuadró nada, y en todo momento nos sentimos metido en un concepto coherente del que no nos queríamos salir. Ni tan siquiera cuando se tomaron licencias cada uno de sus integrantes: las solistas, de Kirk Hammet. Las habladas, del poco carismático James Hetfield. Las rítmicas, de Lars Ulrich (sorprendentemente perfecto aún). Las más salvajes, de ese destacadísimo Robert Trujillo. Nada chirrió en un concierto potente, y que, si hoy tiene críticas negativas, es porque ya estaban hechas de antemano, mucho antes de que Metallica demostraran que siguen siendo poderosos y que, para convencernos de lo buenos que son, no les hace falta ningún escenario de 360º.
Metallica, gracias por existir, digan lo que digan. Nos vemos, seguro, en el próximo concierto.