Hoy es 26 de agosto del 2016 y tras habernos deleitado con cinco adelantos por fin sale a la venta “Monstruos” de Leiva. Y yo no sé a qué monstruos hace referencia. Pero modificando el título, PODRÍA HABERSE TITULADO “MONSTRUOSO”.
Porque esa es la sensación que queda tras la primera escucha. Da la sensación que ningún tema es de relleno y que igual que son 12 los temas podría haber hecho 24 y apuesto que todos serían sinónimo de calidad. Bueno dejaré de salivar y me centraré.
Como había comentado anteriormente Leiva ya había dejado caer cinco temas y de una manera muy inteligente tras cuatro temas cañeros dejaba caer en último lugar “Electricidad”. Joder con Leiva!!!. Sigue poniéndonos la piel de gallina en plan lento. Y las guitarras se lucen en un tema que habla de frustración. Es verdad que la tristeza saca lo mejor de cada uno y Leiva no se salta esa norma no escrita.
Esa lentitud que invita a escuchar en silencio se mantiene en “San Sebastián-Madrid” y de una manera impresionante en el tema que cierra “Monstruos”. Es “Palermo No es Hollywood” con ese piano una de las obras maestras de este trabajo. Leiva vuelve a cantarle a la tristeza, a las ausencias y lo hace con esa voz que a veces parece cansada. Cansada, quejosa, cagándose en la situación pero tan atrayente que casi te alegras que Leiva se encuentre así. El piano cierra el tema , este trabajo del cual es imposible no enamorarse. E insisto, este disco PODRIA HABERSE PUBLICADO “MONSTRUOSO”.
Sabemos que terminamos el viaje con una pequeña dosis de tristeza pero ¿cómo empieza el viaje? Pues lo hace con “El último incendio”, un tema que parece beber del Springsteen más rockero. El de los viejos tiempos, con la misma energía que recordamos de temas como “Born to Run”. Leiva se crece, destila chulería en “Guerra Mundial” donde las guitarras parecen contenerse, dejando que sea la batería la que lleve el ritmo. Aunque a medida que el tema crece, asistimos casi sin darnos cuenta a una transformación donde las guitarras se crecen y se gustan. Todo acaba fusionándose en un épico final, donde una macedonia de instrumentos nos lleva al climax. Por cierto Leiva, por si lees esto, ¿dónde demonios sacas la brillantez para cantarnos “ya sé que suena muy metal” y que quede tan de p… madre?.
“Sincericidio” es una agradable curiosidad pero un tema como “Breaking Bad” hace que lo tenga que escuchar dos veces seguidas, o tres, o cuatro. Con un principio que firmarían los chicos de Aerosmith , asistimos a un tema contenido pero que tiene la mejor letra del disco. Uno espera menciones a Walter White, incluso fantasea con que en algún momento cante “conoces mi nombre” pero es mucho mejor. Es muchísimo mejor en esos momentos álgidos de la canción, cuando imagina un futuro cocinando cristal en el desierto.
Quizás pensando en que tema puede reventar un concierto y encenderlo en dos segundos compuso “Dejándose caer” donde cinco segundos bastan para empezar a silvar y botar. La batería marca el ritmo y los coros nos van acercando a un final donde uno no consigue quedarse quieto con ese “dejándose caer” que se alarga para que unas voces de fondo se añadan repitiendo el nombre de la canción.
Otros temas que disfrutar en este trabajo y que mantienen el músculo rockero son “Lluvia en los zapatos” “Hoy tus ojos” , “Medicina” y “Monstruos” que harán sin dudar disfrutar al oyente.
Ha sido un buen viaje, un viaje cojonudo. Lo podemos hacer en orden o poner el modo aleatorio porque todo se disfruta. Y esto por si me lees Leiva es una virtud. Porque aquí no hay flaqueza, aquí hay energía, hay amor, hay pasión y hay 12 temas que envejecerán como el buen vino. Nadie podrá decir dentro de 40 años “vaya cosas que escuchaban”. Seguramente dirán “joder como se las gastaban hace 40 años”. Y algún chaval pensará “PODRÍA HABERSE TITULADO MONSTRUOSO”.
