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No es mejor ni peor que las Navidades, el año Nuevo, San Valentín o el día de la madre, por poner diversos ejemplos irritantes de tradiciones y costumbres que se basan en la falsedad, las apariencias, el consumo y demás valores nocivos que pasamos a desgranar.
Ante todo, y a nivel televisivo, la noche de los Oscar son de un pelmazo terrible, y cada año defrauda las expectativas de numerosos ilusos que creen que, este año sí, la gala será divertida y entretenida.
El día anterior, y esto ocurre siempre, nos la venden como que será lo más de lo más. Pero ya lo sabemos de cada año: luego vienen las críticas, pues siempre decepciona. Y no salimos de ese bucle, como no salimos del bucle Navidad-ver a la família-criticarla por detrás cuando se acaba "la Noche Buena".
Para empezar, las galas, en general, no pueden ser divertidas. Y menos por televisión. Galas y tv no cuadran, por más que no se vayan a dar cuenta ni en 100.000 años.
Solía servir como empuje a la industria: ya ni eso, como se comenta en el artículo especial de CEC acerca de los filmes premiados.
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Pero vayamos a lo peor, que para eso escribimos algo, pues este es un tema que no nos interesa, y que nada tiene que ver con la cultura. Si algo podemos sacar a nivel cultural, es dejar en evidencia los "valores" nocivos que promulga, que nos repatean: más mercadeo, más capitalismo, más apariencias, más falsedades, más de lo mismo: como en cualquiera de las tradiciones anteriormente citadas, por más que esta vez vistan a la mona de seda.
Alfombra roja (elemento absurdo) donde desfilan innumerables vestidos / disfraces, que algunos se empeñan en llamar glamour (y otros en creérselo): nosotros lo llamamos apariencias, dar la nota y gastar por gastar. Nos lleva otra vez a las tradiciones, al "a ver que me pongo para que digan esto o aquello de mi", tal cual el pueblo hace en esas fechas señaladas.
Y más negocio, consumo, mercadeo. Derroche de millones en vestir a las "estrellas". Estrellas de una población mundial que se interesa por el tema mientras la crisis económica hace estragos en los bolsillos de la mayoría. Por algo todos los informativos del tema contienen una sección dedicada a hablar del vestido que llevaba tal o cual, que si era elegante o no. Más basura para nuestras cabezas, re-marcando la tendencia general, infinita y eterna. Jamás saldremos de esta(s).
Durante la entrega de premios, los que pierden, sonríen y aplauden al resto: falsedad constante. Parece que el único sitio donde se puede sincero y cagarse en la p... es en el fútbol. Buenismo, agradecimientos, discursos, lloriqueos: al recoger los premios, pocos son los que aprovechan ese momento de gloria para decir algo que valga la pena.
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La mayoría de premiados no se lo pueden creer, comparten el premio con el resto del equipo, dicen que nunca hubiera soñado llegar a este "éxito" tan grande en su vida, dedicatoria a la familia, a los que creyeron en uno, y directamente, se conecta la boca de riego. A llorar, que siempre emociona.
De nada han servido, más que para el propio ego, y para contribuir a la tontería general, la mayoría de discursos dados en la ceremonia de los Oscar. Se nota que la mayoría son actores, porque se pasan la noche actuando. Les tendrían que dar un Oscar por su actuación en la noche de los Oscar.
Ah!!!, y el humor y el entretenimiento. !Qué gran novedad, nunca avistada en ninguna otra área de nuestro ocio! Teatro que haga reir a la gente, televisión que le haga desconectar, anuncios simpáticos, comedias románticas en el cine, aplicaciones divertidas en los móviles, y música de 3 minutos en la radio, y a poder ser, que ya se haya pinchado mil veces antes, con comentarios del gracioso (presentador) de turno.
Entretener al ¿respetable? no es ya una opción: es una condición, obligación. Y a pesar de los esfuerzos hechos en cada gala, con bailecitos y coreografías incluídas, nunca lo consiguen. La noche es pelmaza a más no poder, como cualquier otra gala. Pero, como mínimo, han cumplido con la imposición de entretener y hacer al público desconectar.
Por si fuera poco, hoy tenemos la desgracia de que el cine es notícia, y tenemos que soportar, incluso, que ciertos presentadores, marujas y demás freaks televisivos comenten esta peli o la otra. Por si acaso, hoy también dejaremos desconectada la TDT.