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En el día Mundial de la Libertad de Prensa 2012, al que nos adherimos, echamos en falta, como siempre, un poco de auto-crítica.
Nosotros mantenemos que si los periodistas fueran honestos, la televisión actual y otro tipo de informaciones o publicaciones basura no serían posibles. Es tan simple como que se trata de una cuestión de decencia e higiene personal y profesional.
Ni tan siquiera se trataría de hacer heroicidades: tan sólo es necesario aplicar el sentido común. Si todos los periodistas se hubieran negado a según qué prácticas, hoy no tendríamos la televisión, podrida, que tenemos.
¿Qué ha sucedido, pues? Que los periodistas son personas, y ya sabemos, por Kundera, de la insoportable levedad del ser, por Tom Wolfe de la atracción por la hoguera de las vanidades, y por la mayoría de seres humanos (entre ellos los periodistas, que no son una raza aparte aunque se lo crean) del imán que representa la fama y lo irresistible del dinero. Ya sabemos que viven condicionados por todos esos factores, y por el miedo. Y que si no lo hacen ellos, vendrá otro y lo hará.
Todos los periodistas saben lo que está bien y lo que está mal, y hay profesionales que jamás entrarán en según qué tipo de prácticas. Todos sabemos quienes son. Y quizás éstos sí han valorado otras cosas a parte del dinero. Quizás se han acordado de por qué se hicieron periodistas, por qué estudiaron una carrera. Y quizás piensan que la televisión no es solo un negocio.
La televisión es un servicio público, quieran ellos o no quieran, tanto las públicas como las privadas (se ha "vendido" que las privadas no lo son, y pueden hacer lo que quieran). El problema es que la televisión basura, y el comportamiento de los periodistas en ella, es un modelo. Ya no se trata de un programa o dos. Un periodista se mete en esa rueda, y ya no sale de ella.
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Otra excusa que se pone es que esto es lo que la gente pide, el espectador necesita no pensar, necesita evasión tras pasar otro mal día, bla bla bla, y por lo tanto, es lo único que se puede hacer. Esto también es falso, pero sirve de excusa para los mismos periodistas que, como ya hemos dicho, saben perfectamente lo que está bien y está mal. Saben perfectamente lo que están haciendo, cómo están engañando al espectador, e incluso muchas mañanas se miran al espejo, razonan, piensan y se preguntan: ¿qué estoy haciendo? Pero el dinero, la fama, un status, puede más que todo eso.
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A todos los periodistas les gustaría hacer otra cosa, más seria, distinta, que fuera acorde con un servicio público real. Pero ni los directivos se lo van a permitir, ni todo el sistema que se ha montado tiene una salida. Nos esperan muchos años de basura televisva.
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Mientras tanto, felicitamos a aquellos periodistas que jamás se han vendido ni prostituido, que los hay, y a los que siguen buscando, inquietos, una mejor televisión. Nuestro filtro de programación televisivo seguirá, día a día, inundándole de buenas ofertas televisivas, que a pesar de los pesares, aún las hay: uno puede cumplir 24 horas delante de la televisión, y no pasar ni un solo momento entre contenedores basura. Poder se puede, pero hay que querer. Animamos a nuestros lectores a seguir viendo buena televisión, nosotros se lo facilitaremos alertándoles de todo lo bueno que se emite en la caja lista, que no tonta.