Ha pasado mucho tiempo desde el primer 15-M. Hoy la situación del país, y mundial, es peor aún que la del año pasado. Por eso hay muchas más personas, y muchas más razones, para estar indignado. No hay que sumarse a las filas de los indignados si no te gusta el movimiento. Sólo hay que estar indignado, comprometido, y seguir luchando.
Y no seguir tragando ni aceptando que te tomen el pelo. No hace falta que acampes. No hace falta que vayas a la plaza, ni a las Manifestaciones. Lo que hace falta es que no pases por el aro en ninguna situación en tu vida. Que no te sigas creyendo las mentiras que nos dicen cada día. Que lo cuestiones todo, absolutamente todo, y no te convenzan con cualquier argumento. Porque recuerda que, cuando pasen los años, las décadas y los siglos, las generaciones que vienen, y las páginas de la Historia, nos juzgarán.
Y el movimiento INDIGNADOS NOS HA SALVADO, por el momento, del que iba a ser un juicio terrible e implacable con nuestra sociedad.
Porque si no fuera porque algunos, hoy ya muchos y en todo el mundo, se rebelan ante de una de las situaciones sociales y económicas más patéticas e INDIGNANTES de todas las épocas, la Historia nos hubiera recordado, y juzgado, por permitir que una crisis quedara sin acusados ni culpables, sin reivindicaciones y sin protestas. Por haber tragado con todo sin alzar la voz.
Pero no sólo por eso, pues nuestro currículum 'vital' y social ya venía hinchado...
La historia nos hubiera juzgado, también, por una asquerosa sumisión al dinero. Por dejarnos tomar el pelo con unas políticas nefastas e interesadas. Por dejar que fuéramos gobernados e incluso sodomizados por unos políticos, banqueros y demás mandatarios tan ambiciosos como miserables, tan 'listillos' como indeseables, tan deleznables como (in)felices.
Nos hubieran juzgado por quedarnos callados ante las mentiras con las que justificaron y taparon esta crisis económica, este desempleo galopante, pero también por callar ante las sangrantes desigualdades de nuestra sociedad, por ceder ante este capitalismo y consumismo esclavizante e insolidario; por convertirnos en productos en el que se nos pone un precio, una etiqueta y por dejarnos convertir en un simple elemento de ese mercado, al que sacarle tajada y esclavizar mental, económica y socialmente.
Nos hubieran juzgado por dejarnos manipular por los que viven acomodados, por ser simples peones y simples números de los que manejan las cuentas y las ilusiones de todos.
Si la Historia hubiera juzgado y sentenciado que fuimos unos degenerados, unos miserables, unos egoístas, unos superficiales, unos mentirosos, unos seres banales, inhumanos, canallas, falsos, corruptos, ladrones, frívolos, cotillas y, en definitiva, una generación acomodada cuyo paso por el mundo, nada bueno significó...
hubiera estado en su derecho de hacerlo. Todo el que ha leído estas líneas sabe que no hemos andado tan lejos, como sociedad, de todo ello.
Nuestras obras nos condenaban. Nuestra pasividad, también. La crisis ha provocado que algunos salieran de sus vacaciones mentales, de su conformismo acomodaticio y abrieran los ojos. La Historia podrá recordar que, si la situación no fuera tan precaria, nadie hubiera movido un dedo. Pero quedémonos con que esta es una oportunidad para todos, estés con el movimiento o no...
Y aún hay mucho por hacer y reivindicar, mucho por lo que luchar, y no sólo en lo que a situación económica y de desempleo se refiere.
Es nuestra obligación despertar, y dejarnos de tonterías. Porque si no, también nos juzgarán por nuestro interés estúpido por las intimidades y miserias de unos falsos famosos, por ser alegres, pasivas y complacientes víctimas del 'show-business' del puro y duro entretenimiento, aquel que sólo quiere adocenarnos, controlarnos y vaciarnos la cabeza para que no podamos ni queramos pensar.
Indignarse ante todo lo citado debería ser lo mínimo. Tenemos la oportunidad de que el juicio histórico sea menos duro. No saldremos indemnes, pero es un deber de todos y cada uno. No hay ningún motivo para no sentirse indignados ante cualquiera de las situaciones citadas.
Espabila e indígnate. No hace falta que formes parte del movimiento, pero abandona tu actitud pasiva ante la vida. Recuerda que tienes un cerebro, unos derechos... y que estás aquí para algo más que para dejarte engañar por todo y por todos. Deja de alimentar todos los focos de basura de nuestra hipócrita sociedad. Empieza el cambio en ti mismo, si todos lo hacemos se acabará tanta tomadura de pelo.
Pero indígnate, o la Historia se indignará contigo y tus semejantes. Formar parte de la basura nunca pudo ser tan vergonzoso como en estos tiempos en el que el mundo, muy a nuestro pesar, ya ha terminado. Y eso ha sido mucho antes del famoso diciembre de 2012, otra teoría para tu entretenimiento que sólo sirve, una vez más, para alimentar a los mediocres y fomentar unas supersticiones estúpidas, irritantes y que a ningún sitio nos llevan. Como casi todo.
Felicidades, desde CEC, al movimiento MUNDIAL Y GLOBALIZADO de los INDIGNADOS, muy a pesar de muchos burgueses y nuevos ricos interesados, y de algunos medios que quieren seguir controlándote la mente desde sus acomodadas posiciones en una sociedad acomodada. Que sigan criticando y buscándole pies al gato: nunca lo entenderán porque NO LES INTERESA comprender.
Felicidades a todos los que han luchado y siguen luchando por las más diversas causas. Desde CEC seguiremos promocionándolas, como siempre hemos hecho, y ya van cientos de ellas. Sois muchos más de los que nos quieren hacer creer.
Y felicidades a todos los que apuestan por sus inquietudes y las de sus semejantes, su talento y el de sus semejantes. A todos los que rechazan el morbo, el cotilleo y las frivolidades. A todos los que apuestan por la cultura, el arte, el pensamiento y el entretenimiento con fundamento. También nos consta que sois muchos.
Desde CEC, seguiremos alentando todas estas buenas intenciones, como hacemos desde el primer día. En ese momento, muy minoritarias. Hoy, ya no tanto.
Y sobretodo, que recuerdes, muy sutilmente, que muchos de los hoy indignados, en su momento se dejaron también arrastrar por toda la porquería que arrasa y domina este puto mundo.
Sí, tenemos una oportunidad. Pero hay que aprovecharla hasta el final.
Después de leerte, hago autocrítica y post-crítica. Imagino que me entiendes.