Las dos versiones difieren tan sólo en actores y nacionalidad. El primero, austríaco, se rodó en 1997 y, 10 años más tarde, Haneke decidió hacer un remake en versión USA con unos actores de la talla de Naomi Watts, Tim Roth y Michael Pitt (para quien le guste aunque hay que reconocer que, de la mano de Haneke, no se me hace tan vomitivo el chaval y es que le tengo una manía especial y no sabría definir la razón... será humana).
Yo recomiendo ver primero la austríaca y luego la americana dejando pasar un lapso de tiempo entre las dos que sea significativo, ya que ésta no es una película ni divertida ni graciosa y mucho menos entretenida. Es una cosa muy seria la que se expone en la misma y esto último debería estar muy presente en la mente de aquél que se disponga a verla. Creo que es una pieza clave para entender mucho de lo que ocurre hoy en día en nuestra sociedad. Lo que aparentemente no tiene explicación, Haneke logra plasmarlo a la perfección en la pantalla.
Hay que buscar el momento idóneo para verla, no vale llegar de trabajar y ponerse a ver la película por ver algo, pues no entenderéis nada en absoluto porque estaréis metidos en la dinámica social de la que os rodeáis todo el día. No, así no, así llegaréis a la misma conclusión de todo el mundo, la excusa fácil del "están locos", y eso no sirve absolutamente de NADA. De esta forma no conseguiréis avanzar hacia la iluminación, el análisis o la reflexión que ésta merece. Vuelvo a repetir que es una película complicada sólo apta para los que estén abiertos a nuevas formas de cine, pues no sigue una estructura clásica ni tiene una construcción de personajes, sino que parte de unos personajes que existen en nuestro día a día e intenta con gran maestría y acierto desvelarnos por qué razones ocurren las cosas que en el mundo. Hay que buscar un pequeño oasis temporal en el que estéis con la mente despejada, abierta, predispuesta a recibir una dosis de crítica del "american way of life" tan globalizado a día de hoy que ha dejado de ser americano para convertirse en mundial.
Por una parte trata de una familia aburguesada que se dirige hacia su segunda residencia a pasar el verano o unos días, eso poco importa. Los vecinos de dicha residencia, otra familia acomodada con la que veranean y ocupan su tiempo, denotan un comportamiento un tanto extraño pero deciden no darle importancia. Primer error, pero podemos llegar a entender que lo que en la casa del vecino ocurra no es de nuestra incumbencia. Aquí Haneke ya nos está apuñalando por enésima vez desde que comienza el filme (y no llevamos ni 10 minutos de metraje). Retrata la deshumanización de las pero por otra parte ¿Qué hacer? ¿Es lícito meter las narices donde no nos llaman? ¿Hasta qué punto tenemos derecho a adentrarnos en las vidas ajenas? ¿Hasta qué punto podemos decir que compartimos amistad con alguien y qué derechos nos otorga eso
Prosigue la historia y entramos de la mano del maestro en terreno de la família aburguesada, en su nada humilde morada. Y un rato más tarde, el vecino acompañado de un individuo desconocido pica a la puerta. Por supuesto, le abren y, siguiendo el código de buena conducta más propia de lo que conocemos como buena educación, dejan pasar al individuo desconocido. Se llama Paul (Michael Pitt), creo recordar. Y le dan la bienvenida a Paul apenas saben quién es. Feroz, el perro se le echa encima y, los dueños, se disculpan. ¿Para qué tener un perro si cuando nos quiere proteger no seguimos su instinto animal? En los círculos burgueses se entra por enchufe y basta conocer a alguien para que los demás te abran las puertas de sus casas sin siquiera preguntar. Hay que ir bien vestido, sonreír, ser educado (en un principio) y saber rodearse. Los integrantes de las altas esferas te recibirán con las puertas abiertas. ¡Cuidado con quién metes en casa! Haneke critica la absurda confianza que se deposita en las personas y lo contradictorio que resulta todo en esta sociedad. Por un lado somos extremadamente desconfiados, cerramos las puertas a cal y canto, tenemos perros guardianes que nos dan una falsa sensación de seguridad y, sin embargo, eso no es garantía de nada porque, por culpa del saber estar social, nos continuamos exponiendo y es tan fácil colarse en donde uno quiera que da miedo.
Parte de su atroz y despiadada crítica se focaliza también en las relaciones matrimoniales pues el caso de los dos chicos, no puedo desvelar más, se hubiese zanjado si el marido (Tim Roth) hubiese confiado en su mujer y hubiese echado a los individuos de casa cuando ella lo pide. Pero no, había que preguntar. Y todo en nombre de una hospitalidad que no es más que otra postura creada por la sociedad. ¿Por qué hay que cuestionar la voluntad expresa de la persona que comparte tu mismo lecho? ¿Por qué esta falta de confianza? ¿Por qué esta constante en todos y cada uno de los matrimonios que se cruzan en nuestro camino? Así es como se deja entrar todo aquello que es nocivo a nuestra vida.
Pero la atención del espectador me consta que no se deposita en las víctimas del ataque sino en los atacantes, en los verdugos. Nada de lo que ellas hagan en todo lo que dura la película es percibido por el espectador, al menos en un primer visionado. No estoy trantando de imbécil al espectador en sí, sólo digo que es un hecho a remarcar que prácticamente nadie se cuestione los hechos que permiten desarrollar la situación hasta el final. Entiendo que es más fácil empatizar con la víctima que con el verdugo pero deberíamos, en tal caso, preguntarnos por qué nos identificamos como víctimas y si realmente, a otro nivel, estamos tan libres de jamás haber sido verdugos. En cualquier caso, sí que es cierto que nos aterra pensar que ESO podría ocurrirnos a nosotros. ¿Acaso sabemos inconscientemente que nuestra seguridad es tan fácilmente franqueable? ¿Haremos algo al respecto o seguiremos abriendo alegremente la puerta a todo aquél que llame al timbre diciendo que es el de la electricidad?
Ahora toca analizar a los verdugos y, para ello, me ayudo del caso real que he comentado al principio del artículo. Aunque me parecen unos personajes creados como excusa para criticar a la clase acomodada, no los despojo de interés y de parte de representación del pastel social. El caso es el siguiente (Los que no se crean la película, ahí va un caso tan real que parece ficción):
Se estuvo llevando a cabo, no hace tanto, el juicio por el crimen de la mujer quemada en un cajero de Barcelona a manos de tres adolescentes y ahora es cuando funny games debería recordarnos que, mucho antes que esto pasara, alguien, un tal Haneke, tratado de pedante y fatuo (por ser inteligente, y qué mala es la envidia), hurgó ya en el vacío existencial de las clases pudientes.
Not funny, so much. (Photo credit: crumpart)
Tres adolescentes barceloneses (no es que importe demasiado la procedencia geográfica, es tan sólo para situar al lector), uno de los cuales era menor de edad, se divirtieron, hace unos pocos años, primero golpeando y luego quemando viva a una indigente que dormía en un cajero. Fue un crimen con premeditación, fue un crimen cruel, a sangre fría. ¿Para qué? ¿Por qué? No hubo razón aparente o evidente igual que tampoco la hay en “Funny Games”. Es tan sólo ese vacío existencial que llevamos todos en origen, o en todo caso, esta maldita sociedad dividida por clases, puesto que los chicos eran burgueses y la mujer que murió era, como comentado, una mendiga. Son muchos los que apartan su cara con repulsion cuando ven a una persona mendigando. Aquella noche, aquellos chicos pasaron por un cajero donde vieron una pobre indigente recostada en el suelo y pensaron que sería divertido golpearla. Pensaron que sería divertido humillarla. Pensaron que sería divertido como pasatiempo. Pensaron que no pasaba nada por pegarle fuego a un ser inferior. “Funny Games” que más que divertidos resultan extraños. Resulta extraño llamarlos juegos.
Naomi Watts - Funny Games US (Photo credit: tiny_tear)
Y, por todo lo anterior “Funny Games” ya era, y ahora se reconfirma (por si hiciera falta a los que le acusaban de pedante o poco real), una de las mayores obras maestras del cine en cuanto a exploración del sinsentido de la violencia. La violencia gratuita por la violencia, porque sí o porque se aburrían. La desconfianza confiada del ser humano en la época más deshumanizada en APARIENCIA de la tierra...
El mensaje que aporta la peli es tan evidente como que carece de mensaje en cuanto a los verdugos se refiere: no lo hay a parte de él mismo. A los que busquen las causas de la agresión en factores externos al propio ser humano, no las hallaran pues nada tiene que ver con la educación que han recibido los crtiminales, nada tiene que ver la atención que les han deparado sus progenitores. No hay causa más allá del profundo aburrimiento y el profundo desprecio por la vida. No hay más causa que lo aparente. No están locos, están vacíos.